Un cabeza dura
Djokovic, "con más confianza", firma el tercer mejor arranque de la historia
El serbio Novak Djokovic estuvo a dos puntos de perder la final de Miami: 4-6, 6-3, 5-6 y 15-30. Rafael Nadal, el triturador de cerebros, guiado por la experiencia de sus duelos previos, aguardó esos peloteos como quien espera que caiga del árbol la fruta madura. Se encontró, sin embargo, con tres estacazos que llevaron el partido al tie-break, en el que el serbio conquistó el título, firmó su 24ª victoria seguida y se colocó a un triunfo de igualar el segundo mejor arranque de temporada de la historia del tenis, las 25 victorias consecutivas del checoestadounidense Ivan Lendl (1986), a un mundo aún de las 39 del estadounidense John McEnroe (1984).
"Lo que más he visto en Djokovic es un cambio de confianza", explica Francis Roig, el técnico que acompañó a Nadal en Indian Wells, donde también perdió el encuentro decisivo ante el serbio. "En otros partidos se iba más rápido del encuentro"; continúa; "y ahora mentalmente tiene más confianza en sí mismo. Cree que va a ganar siempre".
Esa fe bebe en una racha increíble que encontró sus momentos más brillantes, desde septiembre de 2010, en la final del Abierto de Estados Unidos, el triunfo en el torneo de Pekín, las semifinales de la Copa de Maestros, y los títulos de la Copa Davis, del Abierto de Australia, de Dubai, Indian Wells y Miami. En total, si la cuenta arranca tras su última derrota de 2010, precisamente ante el suizo Roger Federer en semifinales de la Copa de Maestros, el serbio lleva 26 victorias seguidas. Ha recuperado el saque. Su cuerpo es un fino junco desde que trabaja con Igor Cetojevic, un médico de la ex Yugoslavia que ejerció en China y se especializó en medicina oriental. Su flexibilidad, origen de su extraordinaria cobertura de pista, traducida en esos alucinantes espatarrats que preceden a sus antológicas recuperaciones, es el sello de Gebhard Phil-Gritsch, el preparador físico austriaco que labró el cuerpo del indomable Tomas Muster. Corre mucho y pega fuerte. Todo eso refuerza su mente.
"Creo", dijo Djokovic, "que la conclusión es que todo depende de la confianza. Si eres capaz de jugar con calma en ciertos momentos, si eres capaz de tener confianza, de apostar por tus tiros, tendrás éxito. Un par de puntos deciden el vencedor cuando te enfrentas contra los mejores".
Nadal hizo de esa idea su verdad hace mucho tiempo. Djokovic también la ha hecho suya ahora: a dos puntos de la derrota en la final de Miami, pudo haberse derretido. Su madre, sentada en el palco, empezó a besar la cruz que le pendía del cuello. No hicieron falta ayudas divinas: tres tiros a la línea, y a celebrar otro título.

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