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Botas blandas, corazón fuerte

El defensa del Rayo, Brayan Angulo, que juega con un calzado clásico para no castigar su rodilla, no se rinde ante ninguna adversidad

Durante el entrenamiento, entre las botas amarillas, blancas y verdes de sus compañeros, destacan las suyas, negras con rayas blancas, unas Copa Mundial de hace dos décadas. "No las llevo porque me gusten, es que son más blanditas que los modelos de ahora y son más seguras para la recuperación de mi rodilla", explica Brayan Angulo (Cali, Colombia; 1989), que milita en el Rayo Vallecano, líder de la Segunda División. Habla de una lesión -rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda- que sufrió en noviembre de 2009, cuando jugaba con el Deportivo de La Coruña y que le impidió debutar en Primera. "Lo haré el año que viene con el Rayo", asegura, risueño, en el bar de la ciudad deportiva rayista, en chanclas y con un zumo de naranja en la mano.

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Lateral izquierdo -"Pero no soy un zurdo cerrado, si hay que utilizar la derecha, la utilizo", se defiende-, Angulo solo ha disputado dos partidos en esta temporada, en las victorias en casa contra el Girona (2-0) y a domicilio contra el Villarreal B (1-2). 180 minutos que fueron importantes para recuperar la confianza tras un año difícil. "Fue un momento duro, porque todo iba bien hasta ese momento. Pero es una experiencia que ahora valoro, porque me hizo entender cuáles son las personas con las que puedo contar y cuáles no", aclara el carrilero, que siempre tuvo a Roberto Carlos como referente.

Lucha en Vallecas por dejar atrás sus problemas físicos, pero se ha encontrado con los económicos de la familia Ruiz-Mateos. Angulo no cobra desde hace siete meses por la situación que está pasando el Rayo, pendiente de cómo se taponará el agujero económico dejado por la propiedad. "Se tira de los ahorros y de lo que se puede en este momento", confiesa, incómodo. "Queremos que la situación se esclarezca lo antes posible. Se acerca el final de la temporada y necesitamos certezas". Final de la temporada que para él significa volver a Cali, la ciudad donde empezó su carrera entre los profesionales con la camiseta del América, para ver a su hija, de seis años. "Estar lejos de ella es lo más duro de mi estancia en Europa", explica. Su familia de origen, por otro lado, se trasladó con él al Viejo Continente cuando le fichó el Boavista, portugués, en 2008. Primero su madre; luego, su hermano y su padre, que en Colombia trabajaba en una empresa de colchones y que ahora es el representante de Brayan.

Angulo había debutado con el América con solo 16 años y en su primera temporada, marcó un gol decisivo en el derbi que terminó 2 a 2 contra el Deportivo, lo primero y lo más bonito que recuerda de aquella etapa. Con 17 años se fue a Europa. "En el primer partido me encaré con Rui Costa (en el Benfica), que hasta hacía pocos meses veía en televisión con la camiseta del Milan. Fue una sensación increíble", relata. Pero había algo que desentonaba en el campeonato. "No me gustaba el ambiente frío que encontraba en el estadio. Antes y después de los noventa minutos no había nada de exaltación, todo era demasiado tranquillo", cuenta. Tras un año en el Boavista, vistió la camiseta del Leixoes y, finalmente, en 2009, desembarcó en la Liga, en el Depor.

En España volvió a encontrar un ambiente más acorde con su espíritu, especialmente en Vallecas: "La afición del Rayo es lo más parecido a la pasión y al calor que había conocido con las hinchadas en Colombia", señala; "a cualquier partido le dan la presión que hace falta para estar en tensión, espabilado".

Su ciudad, Cali, se conoce como "la sucursal del cielo", pero él no tiene prisa de volver. Su destino está aquí, en Europa, para jugar con el Rayo o en otro grande campeonato, en Italia o Inglaterra, como sugiere. Para contener la morriña, llama por teléfono a sus compatriotas; Adrian Ramos, del Hertha de Berlín, con el que coincidió en las juveniles del América, y a Fabián Vargas, del Almería, que era un referente para todo el club de Cali cuando Brayan aún era un chaval. En el Rayo, a falta de colombianos, los primeros con los que conectó fueron con los otros sudamericanos, Armentero y Trejo, ambos argentinos. "Es evidente, hay algo especial en esto. Llegué y el primer día parecía que nos conociéramos desde años", dice justo en el momento en el que Trejo se pasa por el bar y le gasta una broma. Y de volver a Colombia, espera hacerlo con la camiseta de la selección. "Estoy convencido que puedo lograrlo, tuve mala suerte con lo que me pasó, pero lo conseguiré antes o después. Solo tengo 21 años", remarca el lateral, que ha pasado por la Sub 17 y la Sub 20 de Colombia. Conseguirlo está en sus botas. De momento, blandas.

Brayan Angulo, durante el partido ante el Villarreal
Brayan Angulo, durante el partido ante el VillarrealRAYO VALLECANO

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