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Las claves de ‘Star Wars: el ascenso de Skywalker’

Un repaso sin 'spoilers' a la película de J. J. Abrams, que cierra la saga creada en 1977 por George Lucas

Kylo Ren y Rey pelean en los restos de una Estrella de la Muerte en la nueva película.
Gregorio Belinchón

La primera vez que Kathleen Kennedy, la jefa de Lucasfilm, le ofreció a J. J. Abrams encargarse del cierre de la saga Star Wars, el culebrón más caro de la historia, el director rechazó la propuesta. Hizo bien: encabezar la cuadratura del círculo se antoja un esfuerzo que alguien siempre criticará. La segunda vez, aceptó. Y también hizo probablemente bien: si Disney te lo dice dos veces... Acabado el visionado de Star Wars, Episodio IX: el ascenso de Skywalker, uno intuye por qué despidieron a Colin Trevorrow y Kennedy buscó a Abrams. Aquí damos esa y otras claves de la película que se estrena mañana jueves.

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J. J. Abrams y la responsabilidad de cerrar toda la saga. Abrams es conocido por ser un creador de finales flojos. No tiene capacidad de dejar en alto sus películas, no es capaz de lograr un "y con esto, chimpón" que deje al espectador con la mandíbula desencajada. Pese a ello, El ascenso de Skywalker es bastante mejor que El despertar de la Fuerza, aunque recurre al mismo truco, copiar de los Episodios IV, V y VI. Unos lo llamarán falta de ideas, otros respeto e inspiración en los clásicos. Nunca sabremos si le puede la responsabilidad o es que sencillamente, así es su manera de dirigir.

Cierre canónico, adiós al riesgo de Rian Johnson. Abrams no toma riesgos como sí hiciera Rian Johnson en Los últimos Jedi, una película que está ganando con el tiempo y que tiene la ventaja de que antecedía al spin off de Han Solo, el verdadero desastre del universo Star Wars. Johnson planteó unos debates y unas posibles derivaciones que Abrams reconduce hacia la historia más canónica. No hay nada reprochable, pero a cambio no hay nada sorprendente. Él mismo se ha traicionado en las entrevistas cuando apunta que desde el inicio intuía cómo acabar la saga y que cuando vio Los últimos Jedi agradeció que Johnson no se hubiera salido de la carretera. Es más que probable que Trevorrow sí escribiera un guion mucho más osado, desarrollando temas que apuntaba Johnson, como una posible democratización de la Fuerza. Otras fuentes aseguran que su guion se basaba más en Snoke y Luke Skywalker, y que la trama de Johnson (Trevorrow escribió su primer borrador antes de leer el libreto de Los últimos Jedi) le dejó sin salida. Al final, Star Wars es un culebrón centrado en una élite, la familia Skywalker, un concepto defendido por los fans y que Abrams toma al pie de la letra, si no fuera porque hay un personaje que apunta unos diálogos en otro sentido. Apunta, que no desarrolla. Las ideas revolucionarias, por favor, en otra ventanilla, que este es el Ministerio de Vender Entradas.

El casco de Kylo Ren.
El casco de Kylo Ren.

Cómo comprimir todo Star Wars en dos horas y 20 minutos. Una de las dos grandes habilidades de Abrams –de las que saca todo el rendimiento posible en El ascenso de Skywalker– es su conocimiento del espectador. Y el ultrafán quiere una despedida de TODA la saga. Pues va a recibir lo que espera, porque en dos horas y 20 minutos está comprimido el universo Star Wars. Aunque sea solo por voz o en un plano rápido, aparecen decenas de personajes de la saga, incluidos esos secundarios de las primeras películas que con el tiempo devinieron en leyenda entre los fans. Un único ejemplo: aparece pilotando una nave Denis Lawson, que encarnó al piloto Wedge Antilles en La guerra de las galaxias (una nueva esperanza). Para quien no sea seguidor de la saga: es Rojo Dos en el ataque final a la Estrella de la Muerte y salva a Luke Skywalker (Rojo Cinco) de ser alcanzado por un caza del Imperio. En la vida real, Lawson es el tío de Ewan McGregor, que encarnó a Obi-Wan Kenobi joven. Abrams cierra todas las tramas, acaba con cualquier duda. Y tras una primera hora algo errática, echa la carne en el asador en la segunda parte.

Feminismo siglo XXI. Aquí es donde Disney ha empujado lo máximo posible. Bien porque de verdad crean en el feminismo, bien porque sepan que la mitad de la población son mujeres y por tanto un público potencial enorme como para no hacerle caso, Star Wars ha ganado en presencia y poder femenino (si olvidamos el desastre Han Solo y el personaje de Emilia Clarke). Y cualquiera que tenga a su alrededor niñas preadolescentes sabrá lo que significa para ellas Rey, que aquí lleva el peso principal de la trama y es el motor de la acción. Sororidad, maestras y alumnas... Hasta lesbianismo en un plano que pasará a la historia.

La nueva pandilla protagonista de la trilogía final de 'Star Wars'.
La nueva pandilla protagonista de la trilogía final de 'Star Wars'.

Daisy Ridley y Adam Driver. Driver es el mejor actor de su generación, pero uno no dejaba de preguntarse qué hacía alguien tan intenso en una saga tan pop. En El ascenso de Skywalker llegan las respuestas y los momentos de lucimiento de Driver, que ha ido calentando motores en las dos películas precedentes. Para él es la mejor secuencia de la película y probablemente de la trilogía. En cuanto a Daisy Ridley, habría que ponerle una estatua a quien la eligió. Desde que en abril de 2014 Lucasfilm anunciara que ella encarnaría a Rey, la actriz ha confirmado paso a paso lo acertado de aquella decisión. Juntos, Driver y Ridley desarrollan los mejores momentos de la película.

La Fuerza. Que si por descendencia, que si por los malditos midiclorianos –la peor idea de George Lucas –...  Incluso en este cierre de la saga, queda claro que nadie tiene claro cómo se transmite la Fuerza o por qué en un momento dado puede levantar un caza X-Wing y en otros ser incapaz de mover un cuerpo. El debate sigue abierto.

Sorpresas, homenajes y ausencias (Carrie Fisher). Barra libre de parte de Abrams. Los fans saldrán saciados y quien no conozca la saga no entenderá algún plano forzado o personaje que aparece y desaparece. Obviamente, el gran retorno, el cacareado, es el de Lando Calrissian, con un divertido Billy Dee Williams que ya ha cumplido 82 años. También la vuelta del gran villano: Palpatine. Otra novedad es Zorii Bliss, encarnado por Keri Russell, una cazarrecompensas con cierta ligazón con Poe. En realidad, como bien apunta Álvaro P. Ruiz de Elvira, su comportamiento y su rol en la trama es parecido al de Lando Calrissian en El imperio contraataca. En cuanto a la fallecida Carrie Fisher, Disney ha cumplido el compromiso de no recrearla digitalmente y de usar solo material rodado por ella en las anteriores entregas. En pantalla chirría un poco.

Mundos, mundos, mundos. La segunda gran habilidad de Abrams es la construcción de set pieces, secuencias que tienen significado por sí solas y que suelen necesitar de mucha inversión económica y enorme logística. O lo que es lo mismo, cada uno de los mundos de Star Wars. El fan quedará saciado. El planeta al que se saca mayor partido es Pasaana, donde residen los Aki-Aki, que celebran su gran festival cada 42 años. Como las referencias visuales y dramáticas de Abrams son La guerra de las galaxias y El retorno del Jedi, los planetas mostrados serán reconocibles por los seguidores de la serie. Dicho lo anterior, hay algunos planos de esos set pieces realmente ridículos, que de puro lucimiento parecen portadas de discos de los noventa. En cuanto a las criaturas, hay nuevas aportaciones –no podía ser menos, aunque una de ellas es especialmente irritante.

John Boyega y Oscar Isaac, en la película.
John Boyega y Oscar Isaac, en la película.

John Williams a todo trapo. Williams ha sacado lo mejor de sí. Puede que esta sea su última gran partitura y en Disney le han permitido todo el lucimiento posible. De lo mejor de la película.

Atardece en Tatooine. Para alguien que nació en los setenta, para los espectadores que vimos de niños las primeras películas, Star Wars es, sencillamente, el atardecer de dos soles sobre Tatooine, la esperanza de un mundo mejor, de encontrar su propio camino por parte de un chaval que no es más que un grano de arena en la galaxia, Pero cada grano de arena es especial. Aquel Luke es hoy Rey, Abrams lo sabe y lo subraya hasta el final. Ahí se escapa la lagrimita.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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