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“Kedan suprimidas por konpleto siete konsonantes del kastellano”

Un libro recuerda la radical propuesta ortográfica de Agustina González en 1916, que recuerda al lenguaje de los adolescentes en Whatsapp

Javier Arroyo
Agustina González (la cuarta mujer por la izquierda, de negro) en una manifestación, en mayo de 1931 en Granada, en reivindicación de la figura de Mariana Pineda.
Agustina González (la cuarta mujer por la izquierda, de negro) en una manifestación, en mayo de 1931 en Granada, en reivindicación de la figura de Mariana Pineda.
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Primeras páginas de 'Idearium futurismo', de Agustina González

"Este libro ba todo eskrito en futurismo, para demostrar prákticamente ke no son necesarias siete letras del alfabeto kastellano, ke desaparesen kon… el modo de eskribir futurista, kon el ke las konsonantes c, h, qu, v, x y, z kedan suprimidas". Puede parecer la conclusión de un estudio sobre la ortografía que los adolescentes utilizan en sus mensajes de móvil. Pero no es reciente, aunque sí moderno. Es el inicio de Idearium futurismo, una propuesta radical de nueva ortografía realizada por Agustina González López en 1916.

Agustina González nació en Granada en 1891. Entonces una ciudad difícil para una mujer instruida, con ideas propias y avanzadas, y que nunca quiso esconderse. Ya se puede adelantar que murió fusilada en el mismo sitio que Federico García Lorca, quizá unos días después, en aquel agosto de 1936.

La nueva ortografía del Idearium futurismo tenía su razón de ser en que "al ser más fásil se fijará toda la atensión en ellas [en las formas gramatikales i retórikas], ke son las más importantes para la trasmisión del pensamiento … klaridad de pensamiento debe rreinar en todo eskrito para ke este sea útil”. Pero más allá de pensar con más claridad, la simplificación ortográfica tiene, explica Agustina, otra intención, la de ayudar a quienes no sabían leer ni escribir: “Si los analfabetos an de aprender a leer i eskribir kon siete letras menos, i kon innumerables konbinasiones i formas ortográfikas suprimidas en este sistema futurista, lla es otra buena kualidad por la que merese antensión el futurismo”.

Enriqueta Barranco Castillo, ginecóloga e investigadora en historia y feminismo, ha sido la encargada de recuperar su memoria a través del libro Agustina González López (1891-1936). Espiritista, teósofa, escritora y política, editado por la Editorial Universidad de Granada. En el libro Barranco reproduce los textos que Agustina publicó. El Idearium futurismo fue su primera obra, con 25 años, y el inicio de una vida intelectual y política que nunca tuvo una gran acogida entre sus coetáneos. Trasladada a hoy, Barranco opina que sería “pacifista, animalista, vegana y feminista”. Y activista política. En 1919 fundó la Agrupación Femenina de los socialistas de Granada, donde reunió a 200 afiliadas.

González reconocía que la suya no es una idea “kompletamente orijinal”, admite que se ha intentado antes, pero nada tan “rradikal” como su intento. Los anteriores suprimieron dos o tres letras. En su caso, “siete letras desaparesen por konpleto no kedándoles ofisio ninguno en nuestra eskritura futurista i en poko tiempo olvidaremos esta su estruktura”. El éxito de su propuesta fue nulo y solo un siglo después y gracias a los teléfonos móviles, esa clase de ortografía circula de pantalla en pantalla. No volvió a recurrir a ella en sus textos posteriores.

Astronomía y medicina

Nacida en una familia de comerciantes de calzado, González fue a un buen colegio y fue una mujer con inquietudes. No le fue fácil, no obstante, formarse. Su biógrafa cuenta que para ganar un par de horas de lectura por las noches, mientras los demás dormían, necesitó el permiso de un consejo familiar formado por la madre, los hermanos y sus tíos. A González le fascinaba la astronomía y la medicina. Y ese interés la acercó al librepensamiento, la masonería y a las corrientes neoespirituales de principios del siglo XX, como el espiritismo y la teosofía. Eran tendencias procedentes de EE UU que, en aquel momento, eran movimientos surgidos de grupos de intelectuales en busca de algo más allá de la religión.

Agustina González abrazó intensamente el espiritismo y su evolución, la teosofía. Ser una mujer de ideas avanzadas, de izquierdas e independiente –Barranco cuenta que salía sola a la calle, acudía a las tertulias de hombres y viajaba sin compañía– en aquella España de principios del XX no era fácil. El espiritismo y la teosofía, explica su biógrafa, la llevaron a entender “y proclamar la igualdad de hombres y mujeres en todos los aspectos”. No en vano, esos movimientos promovieron, explica, el voto femenino. “El compromiso social le llegó de esos espiritualismos”, concluye Barranco.

Sus intereses pusieron en bandeja la crítica de sus detractores, que la llamaban “la zapatera loca”. Tiempo después, en su obra Justificación, explicó cómo la importancia de su lucha le ayudó a soportar y a obviar esas críticas. Enriqueta Barranco reconoce que ha buscado sin éxito a sus descendientes. “Y tiene que haberlos, pero el daño a su nombre fue tan grande que es posible que los familiares quisieran desligarse de ella”.

En 1930, Federico García Lorca escribió La zapatera prodigiosa. El poeta y Agustina González eran muy amigos como describe la correspondencia entre ambos. Aunque Lorca nunca lo admitió, la crítica literaria da por buena la idea de que Agustina González es, en sus rasgos esenciales, su zapatera prodigiosa.

En 1933, González dio el gran salto político, creando un partido, el Entero Humanista, con el que se presentó a las elecciones. El 19 de noviembre de 1933 consiguió solo 15 votos. En agosto de 1936 murió fusilada. La sentencia, sin embargo, como para tantos otros, le llegó post morten. Se dictó en julio de 1941. Su cuerpo nunca apareció.

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