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Robert Guédiguian: “Soy un optimista desesperado”

El día 29 se estrena ‘Gloria mundi’, película en la que el cineasta marsellés hace un retrato realista y duro de una familia tan frágil que en cualquier momento puede caer al abismo

Robert Guédiguian en el Raval de Barcelona, junto a la Filmoteca de Cataluña, el pasado 11 de noviembre.
Robert Guédiguian en el Raval de Barcelona, junto a la Filmoteca de Cataluña, el pasado 11 de noviembre.Consuelo Bautista
Toni Polo Bettonica

La familia al completo se reúne en Marsella cuando nace Gloria. El padre y la madre (ella tiene un contrato de tres meses en una tienda de ropa y él es un remilgado e inocente conductor de Uber); los tíos (sexoadictos que viven de revender lo que la gente pobre tiene que empeñar); la abuela (infatigable trabajadora de la limpieza); su marido (conductor de autobuses), y el abuelo de la criatura, que acaba de salir de la cárcel después de muchos años y, prácticamente, no conoce a su hija. El cuadro es el de una clase obrera cada vez más amenazada, más frágil, más pobre. Les falta nada para ver cómo se desintegra ese mundo precario en el que se sostienen. Así arranca Gloria mundi, de Robert Guédiguian (Marsella, 66 años), que se estrena hoy en España.

Ariane Ascaride [compañera de Guédiguian, mejor actriz en el reciente festival de Venecia], Jean-Pierre Darrousin, Gérard Meylan… De nuevo nos encontramos con su mundo: sus actores, sus barrios, sus temas… ¿Cómo es el trabajo en ese equipo?

Nos vemos siempre como amigos, para cenar, para un cumpleaños… y de pronto, durante dos meses estamos juntos para crear algo, un proyecto común. Es algo excepcional, realmente. Sabemos que nuestro encuentro dará lugar a una nueva creación. Es una situación ideal.

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¿Qué aportan los intérpretes?

Cuando estás entre amigos no te asusta decir tonterías ni proponer algo extraño. No hay ninguna relación de poder, no nos vemos obligados a nada. Hay mucha más sinceridad y somos capaces de no tener miedo, de soltarnos. Es como si tuviera un teatro, Marsella, con muchos escenarios: pueblos pintorescos, pequeñas calas, calles… Es como la estructura de Hollywood pero en natural. Ahí tengo mi propia compañía de teatro: mis técnicos, mis intérpretes… y decimos: ¿Qué tal si hacemos una tragedia, o una comedia, o un melodrama…?

Parece fácil…

No, esto se ha construido a lo largo de muchos años, poco a poco. Y sobre todo porque tuvimos un éxito gordo, Marie y Jeanette, la séptima película que hicimos. Gloria mundi es la 21ª. También he hecho películas sin ellos, por ejemplo Presidente Miterrand, que fue un gran éxito (no lo digo yo, lo dijo la gente).

Gloria mundi tiene muchos puntos en común con La ciudad está tranquila. Han pasado casi 20 años entre las dos. ¿Qué ha cambiado en Marsella?

No ha cambiado tanto. Las dos son películas negras, me refiero al género, como el de la novela negra: representa a personajes en crisis, en una sociedad en crisis y en un mundo desesperanzado. Podríamos inventar un nuevo género: película negra. Y de autor, porque expresa una sensibilidad personal.

Cuando estás entre amigos no te asusta decir tonterías ni proponer algo extraño

¿El padre de Gloria, trabajador de Uber, representa un nuevo sistema de explotación?

Sí, el del abuso. Muchísima gente joven hoy cae en esta trampa. Creen que serán más libres y que ganarán muchísimo más dinero que si trabajan como empleados. Pero luego se dan cuenta de que carecen de protección, que trabajan muchas más horas, que no tienen ni siquiera la seguridad que tiene un trabajador normal gracias a las leyes.

Otro protagonista vive de los que “se arruinan comprando barato”... ¿El consumismo ha pasado a a ser el mayor mal de esta sociedad?

Ese tipo un explotador ¡y le importa un bledo! Él vive de la miseria de los demás. Tanto material como intelectualmente. El consumismo es la característica del mundo en que vivimos. Casi nos sentimos obligados a comprar cosas inútiles y acabamos por arruinarnos la vida.

En su película parece que el peligro es haber asumido una falsa comodidad… ¿Se puede levantar a tanta gente apoltronada?

Hoy en día en Fancia la gente solo empieza a luchar cuando está a punto de caer al abismo: cuando una empresa echa a la calle a 152 obreros, entonces empieza la lucha. Pero es demasiado tarde. No puedes luchar cuando ya tienes un pie en la tumba. Nosotros conocimos una época en la que el combate sindical era cada día. Era permanente. Por eso pido a todo el mundo que vuelva a salir a la calle, a hacer política, a organizarse… Les digo: “¡Haced algo, por favor!”

Luchar para cambiar las cosas ya es una forma de optimismo. Si fuera un pesimista total no haría cine

¿Es optimista?

Gramsci hablaba del pesimismo de la inteligencia y del optimismo de la voluntad. Viendo los resultados de las elecciones de España soy pesimista. Pero habrá otras elecciones en las que combatiré y lucharé. Luchar para cambiar las cosas ya es una forma de optimismo. Si fuera un pesimista total no haría cine. Soy un optimista desesperado.

¿Ve una solución?

La concienciación ecológica, siempre y cuando se asuma algo que en Francia todos tenemos muy claro: la ecología está en contra del capitalismo. Eso es innegable. Si un gobierno tiene una preocupación ecológica tiene que obligar a todas las empresas a adoptar medidas ecológicas, por lo tanto es contrario al neoliberalismo, contrario al libre comercio. Desde luego, con el tiempo la ecología podría reunir a la izquierda de nuevo para que fuese útil.

Desde luego, con el tiempo la ecología podría reunir a la izquierda de nuevo para que fuese útil

¿Qué tiene el cine francés, cuál es su fórmula mágica?

El cine quizás sea el lugar donde más socialismo hay. El cine francés está muy apoyado por todos los poderes públicos: municipales, regionales y estatales. De izquierdas y de derechas. La gente tiene metido en la cabeza que la cultura es importante y que tiene un valor económico. ¡Hay 500 festivales, en Francia! Pero hay obligaciones, ¿eh? La televisión, tanto la pública como la privada, están obligadas a invertir en la producción de cine nacional el 12% de las ganancias. Cada entrada que se vende tiene un impuesto que va a un fondo para exhibición, producción, distribución. El cine francés funciona bien porque es un sistema público. Lo sostienen los poderes públicos. Si mañana quitamos estos poderes, la quiebra será total.

¿Cuál es su próximo proyecto?

Voy a hacer una película en Mali. Una historia de amor durante la independencia, en 1960. Fue un momento de fiesta, de auge revolucionario: se bailaba, se construían hospitales, escuelas… Un momento muy bello. Y todos serán actores autóctonos. No habrá ni un blanco.

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Toni Polo Bettonica
Es periodista de Cultura en la redacción de Cataluña y ha formado parte del equipo de Elpais.cat. Antes de llegar a EL PAÍS, trabajó en la sección de Cultura de Público en Barcelona, entre otros medios. Es fundador de la web de contenido teatral Recomana.cat. Es licenciado en Historia Contemporánea y Máster de Periodismo El País.

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