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Para escuchar poesía, llame al 659 86 10 32

Una red de activistas culturales recita por teléfono poemas de autores desconocidos y consagrados

Cristian Segura
Sol Galatro recita un poema en el móvil el pasado martes en Barcelona.
Sol Galatro recita un poema en el móvil el pasado martes en Barcelona.Albert Garcia

Si alguien llama al número de teléfono 659861032, le recitarán un poema. No querrán saber su nombre, tampoco le preguntarán a qué se dedica ni el motivo de la llamada: le recitarán unos versos, le informarán del título del poema, del nombre del autor o autora y se despedirán. Este servicio gratuito se llama Poesía de emergencia y fue puesto en marcha en el día del Libro de 2018 por Edu Bernal y Fede Nieto, dos activistas culturales de Barcelona. Un año y medio después ya han sido cerca de cien voluntarios de cuatro ciudades españolas los que han atendido las peticiones de socorro poético. Si en sus inicios, explica Nieto, a duras penas recibían tres llamadas por semana, ahora ya han superado las cien.

Bernal y Nieto son los programadores del Horiginal, unas conocidas sesiones de lectura de poesía en Barcelona. Una noche, entre cervezas y amigos, lamentando la dificultad de atraer público a recitales literarios, se les ocurrió la idea de Poesía de emergencia. Jugaban con un punto paródico de servicios como el Teléfono de la esperanza, aunque subrayan que son iniciativas muy diferentes, sobre todo porque en Poesía de emergencia quien llama no cuenta sus penas ni tampoco recibirá consejos. “Lo que queremos es hacer más soportable la espera a alguien que está en la cola en una oficina de Hacienda, o en la cola de los lavabos del Primavera Sound. Que el poema sea una especie de paréntesis”, dice Bernal.

En Poesía de emergencia hay actualmente cuatro terminales en activo, todos analógicos y de prepago, vinculados al mismo número. Atenderá la llamada el voluntario que descuelgue antes. Tres de los aparatos son de segunda mano, regalos de amigos de Nieto y Bernal; el cuarto es un Nokia recién adquirido, un aparato de la vieja escuela, sin conexión a Internet y solo con las funciones más básicas. Los cuatro teléfonos están siendo atendidos por voluntarios en Barcelona, Granada, Avilés y Valladolid. La capital de Castilla-León fue en agosto la última incorporación, aunque desde allí, a partir del 20 de septiembre, el móvil saltará a Madrid de la mano del poeta Sergio Escribano.

Instrucciones para declamar poemas

Los fundadores de Poesía de emergencia han establecido un decálogo de normas para los voluntarios que atienden las llamadas. Estas son cinco de las reglas más importantes para los poetas por teléfono:

1. Mantener el móvil encendido “el máximo tiempo posible”.

2. Evitar interactuar con el interlocutor. Despedirse con un “tenga un buen día o tenga una buena noche”.

3. Llevar siempre encima un libro de poesía. Es útil para variar el repertorio, o para solucionar lapsos de memoria si el voluntario quería recitar de memoria.

4, El poema no debería extenderse más allá de una llamada de tres minutos.

5. No hacer llamadas, ni enviar mensajes SMS: “el proyecto no tiene fondos y ya es complicado pagar la tarifa básica”.

Las normas para ser voluntario en Poesía de emergencia son flexibles. Primero hay que registrarse a través de su página web o contactando con los coordinadores que Bernal y Nieto han establecido en algunas ciudades —en Granada, por ejemplo, la base de Poesía de emergencia es la librería Ubú—. Los participantes también pueden distribuir adhesivos promocionales por su ciudad. Todos los implicados en el proyecto, empezando por sus fundadores, participan de forma desinteresada, invirtiendo tiempo e incluso dinero.

La mayoría de voluntarios recita creaciones propias, aunque los organizadores recomiendan siempre tener a mano un libro de poemas durante la semana que se responsabilizarán del teléfono. También se leen obras de otros autores, consagrados o no. Kati Leatxe Aristu ofreció en agosto desde Navarra versos de Mikel Laboa, Gloria Fuertes o Wislawa Szymborska. La actriz y poeta Sol Galatro ha recitado obra suya; recuerda ocasiones especiales, como la chica que llamó solicitando unos versos para su cumpleaños, o cuando en agosto marcaron el número desde las jornadas literarias Mares de Papel, en Mazarrón (Murcia), para que su poesía por teléfono fuera reproducida por la megafonía y concluyera el evento.

Galatro cedió el móvil de Barcelona el pasado 12 de septiembre a una nueva voluntaria, Isabel Llanos, compañera suya en el colectivo artístico Labios de papel. El traspaso de poderes se realizó tomando un café en el bar del Convento de San Agustín, en el barrio de La Ribera. El teléfono sonó tres veces mientras duró el encuentro y se turnaron para responder. “Por la noche, creo que optaré por versos eróticos”, explicaba Llanos. Los poemas pueden ser en el idioma que prefiera el voluntario, aunque la gran parte del repertorio es en castellano —seguido por el catalán y también, aunque menos, por el vasco—. También ha habido fechas señaladas en las que Bernal y Nieto han pedido a los voluntarios que leyeran poesía vinculada a una temática, como el día del Orgullo LGBT de este 2019. Para los días 3 a 13 de octubre, Poesía de emergencia ha llegado a un acuerdo de colaboración con el Festival de Cine Fantástico de Sitges para que desde el teléfono se lea poesía de ciencia ficción y de terror.

Otra norma de Poesía de emergencia es que el voluntario debe tener conectado el móvil cuantas más horas del día, mejor. Cuando nadie responde, salta el buzón de voz con la letra grabada de la canción Automuerte, de la artista Fee Reega: “Olí tu cuarto de muerto desde fuera / cuando intenté abrir la puerta con una tarjeta. / Robé tus cartas al cartero, / las malas noticias que ya no te llegaron”. “Hay gente que nos deja mensajes a las tantas de la madrugada”, comenta Bernal. “Querían poesía para acompañar la juerga”.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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