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Cerco de cemento al Toledo visigodo

Diversos proyectos urbanísticos ponen en peligro el yacimiento de la Vega Baja que incluye restos romanos, medievales e islámicos

Vicente G. Olaya
Una mujer atraviesa uno de los dos caminos que cruza el yacimiento de la Vega Baja.
Una mujer atraviesa uno de los dos caminos que cruza el yacimiento de la Vega Baja.B. P.

Cuando el rey visigodo Teudis trasladó la capital a Toledo a mediados del siglo VI no sabía que las leyes urbanísticas de los siglos XX y XXI le pondrían cerco. Un asedio de cemento, ladrillos y asfalto que puede acabar con los restos de la ciudad donde se erigieron, por ejemplo, las basílicas en las que se coronaba a los monarcas y se les convertía en amos y señores de un reino que ocupaba casi toda la península Ibérica y el sureste de Francia. La Dirección General de Patrimonio del Ministerio de Cultura se ha dirigido al Ayuntamiento toledano, a la Junta de Castilla-La Mancha y a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando “solicitando información relativa a los daños denunciados”.

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La plataforma Toledo, Sociedad, Patrimonio y Cultura —formada por colectivos académicos y vecinales— denuncia que sobre este yacimiento de unas 220 hectáreas se planea levantar 1.698 viviendas. El Consistorio lo niega tajantemente y sostiene que “no se construirá ni una sola sobre el yacimiento, porque está declarado bien de interés cultural (BIC)”, si bien admite que los constructores poseen derechos urbanísticos para unas 1.500 y que sí se levantará un cuartel de la Guardia Civil “porque debajo no hay nada”. Los arqueólogos y las asociaciones de defensa del patrimonio se echan las manos a la cabeza y piden proteger no solo el yacimiento sino también la riqueza paisajística de la zona.

El lío urbanístico es monumental. Sobre un otero, el impresionante Toledo medieval. A sus pies, una vega a orillas del Tajo y donde se extendía la capital visigoda. Unos terrenos declarados cuatro veces BIC (la máxima protección legal y, por tanto, intocables) desde los que se puede admirar la magnífica ciudad Patrimonio de la Humanidad. Unas vistas inigualables. Pero bloques de pisos, edificios oficiales y carreteras han rodeado los restos de la antigua ciudad, dividida y reducida década tras década. Ahora mismo, en la llamada Vega Baja, se están levantando apartamentos de lujo —con piscina y sauna— donde en otro tiempo se alzó parte de un circo romano, cuyas gradas solo son visibles ya en un parque y una calle cercanos.

Construcción de pisos en la Vega Baja de Toledo.
Construcción de pisos en la Vega Baja de Toledo.B. P.

El plan general urbano de 1986 permitía levantar aproximadamente 1.500 pisos. El de 2007 también, pero fue anulado en 2017 por el Tribunal Supremo, lo que devolvió la legalidad al anterior. Dos modificaciones, que se realizaron en 2017, autorizaron construir en una esquina un nuevo cuartel para la Guardia Civil, pero no las viviendas, según el Ayuntamiento, que reconoce, no obstante, que sobre la Vega Baja los constructores disponen de derechos consolidados. El concejal de Urbanismo, José Pablo Sabrido, asegura que “nunca se construirá sobre el yacimiento, nunca”, pero la plataforma no le cree.

La Vega Baja era el suburbium de la capital visigoda. “Entendiendo suburbium como el territorio urbano que se encontraba a una cota más baja que la urbs [Toledo]”,explica Juan Manuel Rojas, el arqueólogo que ha dirigido parte de las excavaciones y que fueron abandonadas hace casi una década. “En esta área se levantaba la basílica de Santa Leocadia y las de San Pedro y San Pablo, en las que se celebraron, al menos, ocho concilios. En la acrópolis [el actual casco histórico de la ciudad] estaban la iglesia primada y determinados monumentos, pero en la zona baja se hallaban los edificios oficiales asociados al palacio real. A principios de los años setenta, Pedro de Palol halló parte de los restos de la basílica de Santa Leocadia (actual Cristo de la Vega) y, en 2001, nosotros documentamos diversas estructuras de una gran edificación con muros de 1,30 metros de anchura [quizás el palacio]. Ahora, hay ya una clínica”, se queja Rojas.

Antonio Zárate, miembro de la plataforma ciudadana y de la Real Fundación de Toledo —de la que está dispuesto a dimitir— es igual de drástico. “El circo romano no se acababa donde la valla del parque, que más allá no había nada, dicen, que por eso se pueden construir casas para ricos con vistas al casco histórico. Solo para ellos”. Y añade: “Aquí mismo, donde estaba la iglesia de Santa Eulalia van 86 viviendas, donde el circo 300, al otro lado de la vega han construido un hotel, con encanto le llaman… El colegio fue levantado sobre el templo de Marte… ¿Qué están haciendo?”.

Restos de los graderíos del circo romano de la Vega Baja, en un parque de la ciudad.
Restos de los graderíos del circo romano de la Vega Baja, en un parque de la ciudad. B. P.

El yacimiento se encuentra actualmente vallado, pero cruzado por múltiples vías de circulación con rotondas y viviendas en altura en torno a él. En los terrenos descarnados por los arqueólogos hace años son visibles los restos de las estructuras que habitaron los visigodos, los romanos y los musulmanes. “Hay pocas ciudades en Europa que tengan un conjunto monumental igual. El valor histórico es incalculable. ¿Por qué no se pone en valor todo esto y solo se quiere urbanizar?”, pregunta Rojas. “Es como tener un sorolla en el desván con polvo y lleno de humedades y dejarlo allí sin mostrarlo. Hay que pensar en las futuras generaciones”, remacha.

Araceli Pereda, presidenta de Hispania Nostra, asociación de defensa del patrimonio, asegura que van “a pedir explicaciones al Ayuntamiento y la Junta por lo que está sucediendo". “¡Era la capital del reino de los visigodos!”, se enfada. “No solo hay que proteger la zona BIC, sino también su entorno, que formaba parte de la misma ciudad. Estuvimos hace poco y ya están construyendo pisos de cinco alturas. Es muy preocupante”.

Paloma Acuña, presidenta de la Real Fundación de Toledo —institución cuyos presidentes de honor son los actuales Reyes de España— pide un “plan integral urgente” para la Vega Baja. Recuerda que su fundación fue la primera en reclamar y lograr que se detuviese una urbanización de 1.300 viviendas en 2006 y que “el valor no es solo arqueológico, sino también paisajístico, histórico, inmaterial...”. “No se han establecido los límites de la ciudad visigoda, no se ha estudiado. Hay cuatro BIC independientes para la misma zona... Necesitamos un plan especial ya”, reclama.

Por su parte, la plataforma local incide en que “no existe una solución digna, mientras se construyen cuatro bloques de cinco plantas a escasos metros del circo romano, se anuncia la construcción de un nuevo cuartel para la Guardia Civil y las modificaciones puntuales 28 y 29 del plan general mantienen la previsión de construir 1.698 viviendas en Vega Baja y 5.300 en La Peraleda”, un área del municipio que los arqueólogos e historiadores también consideran parte del suburbium.Sabrido admite que en esta última zona están previstos 1.700 pisos. “Se puede hacer algo compatible, como en Mérida, por ejemplo”, dice, pero insiste en que en la Vega Baja no se hará nada, solo el cuartel, “porque debajo no hay nada”. Los derechos urbanísticos, además, se pueden negociar, sostiene.

“¿Que no hay nada bajo los terrenos donde se va a construir el cuartel? Por Dios, si está al otro lado del yacimiento, como si los visigodos hubiesen parado su ciudad justo en la carretera”, se desespera Zárate.

El arqueólogo Rojas explica que toda la superficie del yacimiento no fue edificada por los visigodos: “No era una ciudad compacta. La cercanía del río hacía que algunas zonas fueran inundables y se creasen pequeñas lagunas, donde evidentemente no se construía. Se trataba más de imponentes edificaciones espaciadas y unidas por calles, como la que hallamos de 200 metros de longitud y seis de ancho que conectaba la iglesia de Santa Leocadia y el edificio palaciego. Era su capital”.

Un solar, dos caminos y cuatro carteles

El yacimiento de la capital visigoda es un erial rodeado de una valla de alambre y de varias carreteras con rotondas muy transitadas. Bajo su superficie se ocultan los restos de las construcciones que conformaron un complejo de edificaciones públicas y eclesiales de las que solo se perciben las sombras enterradas de sus muros. La extensión del BIC no urbanizado roza las 70 hectáreas. Para permitir el paso de los peatones de un lado al otro —está cercado por edificaciones públicas como la Consejería de Fomento, chalés, talleres de coches, bloques de pisos, una clínica...— las autoridades abrieron un camino arbolado y elevado con tierra para no dañar el yacimiento. Un cartel con el nombre de todos los que lo diseñaron y construyeron lo anuncia con gran boato. Pero a pocos metros, y sin ningún tipo de cautela se ha abierto otro a nivel de suelo por el que transitan los peatones pisando directamente los restos históricos. Este no tiene cartel.

En la parcela también se distinguen dos grandes anuncios más. Uno carece de la más mínima leyenda. Solo el aluminio con el que fue fabricado. En el otro, se lee: “Trabajos de excavación de la Vega Baja. Disculpen las molestias”. No se lee cuándo fue colocado. José Manuel Rojas, el director de las excavaciones, tampoco tiene la respuesta. “La verdad es que ya no me acuerdo cuando dejamos de excavar. Fue hace mucho tiempo”. Y a unos centenares de metros, frente a la ciudad Patrimonio de la Humanidad, el último gran cartel: “Gran oportunidad. Pisos personalizados con solarium”. Y vistas sin parangón.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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