_
_
_
_
_
Crítica | Un atardecer en la Toscana
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La vieja Europa tiene miedo

El filme ofrece reflexión desde la ambigüedad moral y evita los veredictos desde un simbólico y abierto final

Javier Ocaña
Krystyna Janda, en 'Un atardecer en la Toscana'.
Krystyna Janda, en 'Un atardecer en la Toscana'.

Estamos tan desgraciadamente acostumbrados a las películas políticas dogmáticas, unidireccionales y dispuestas a confirmar unos ideales sociales y morales preconcebidos, y no a la búsqueda de resquicios dentro de dichas certezas, que la presencia de una obra como Un atardecer en la Toscana puede ser vista como una singularidad cuando simplemente actúa como debe: sin respuestas, porque no las hay. Si acaso, con la forja de caminos para intentar encontrar soluciones.

UN ATARDECER EN LA TOSCANA

Dirección: Jacek Borcuch.

Intérpretes: Krystyna Janda, Kasia Smutniak, Antonio Catania, Lorenzo de Moor.

Género: drama. Polonia, 2019.

Duración: 92 minutos.

Producción polaca ambientada en Italia, escrita y dirigida por Jacek Borcuch, hasta ahora inédito en los cines españoles, la película está protagonizada por una mujer apasionante y de enorme complejidad: una poeta judía que acaba de ganar el premio Nobel y que, ante la más cruel de las acciones, un atentado terrorista indiscriminado en la plaza del Campo de Fiori de Roma, decide ejercitar su poder como intelectual con un polémico discurso sobre la inmigración y la barbarie, que suma a la devolución del más importante galardón de las letras. Un ser humano que nunca es de una pieza ni en lo político ni en lo humano: en torno a la sesentena de edad, fue una madre dura y firme, alérgica al cariño, y ahora es una abuela cómplice y condescendiente que, por encima del bien y del mal respecto a las normas más elementales, arroja verdades a la cara con arrogancia mientras se tambalea en un interior necesitado de un cuerpo joven para la caricia y la pasión, lejos del “viejo con pantuflas” que tiene como marido.

En boca de su poeta de ficción, Borcuch establece una férrea defensa de los valores de la vieja Europa, pero al mismo tiempo alerta sobre los errores frente la inmigración, la resurrección de los fascismos y los recelos con cualquier tipo de otredad. Y utilizando una fórmula dramática semejante a buena parte de las películas del iraní Asghar Farhadi, la desaparición temporal de uno de sus nietos, coloca a todas sus criaturas y a la sociedad que las rodea frente al drama, frente al miedo y frente a sus propios prejuicios.

Crítica con el individuo y con la masa, con las altas esferas de la intelectualidad y con la baja estofa de la política local, Un atardecer en la Toscana ofrece reflexión desde la ambigüedad moral y evita los veredictos desde un simbólico y abierto final, alrededor del cual debe intentar colocarse cada espectador. Eso sí, solo el que esté dispuesto a valorar una vez más las posibles manchas de sus (in)flexibles ideales.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_