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La lucha argentina por el aborto legal emociona en Cannes

El documental 'Que sea ley', de Juan Solanas, inunda el festival de pañuelos verdes y logra la solidaridad de estrellas y espectadores

Gregorio Belinchón
Protesta en Cannes, el pasado sábado, de activistas argentinas por la despenalización del aborto en su país.
Protesta en Cannes, el pasado sábado, de activistas argentinas por la despenalización del aborto en su país. Pascal Le Segretain (Getty Images )

El 8 de agosto de 2018 muchos argentinos sintieron un latigazo de dolor. “Es un tema, como en general en la política, que parte mi país exactamente en dos, y a eso lo llamamos la grieta”, cuenta el cineasta Juan Solanas (Buenos Aires, 52 años). Aquel día el Senado rechazó la ley del aborto que había aprobado previamente la Cámara de Diputados. Y por séptima vez en la historia de Argentina, fracasó una iniciativa para legalizar la interrupción del embarazo.

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Cada año se calcula hay en Argentina 500.000 abortos clandestinos. De ellos, 50.000 acaban con la paciente en un hospital por complicaciones. Y cada semana muere una argentina a consecuencia de una de esas intervenciones. “Según cifras oficiales, son 3,030 fallecidas desde la vuelta de la democracia, pero sabemos que son muchas más”, dice Solanas, que ha presentado en Cannes el documental Que sea ley, sobre las mujeres que pelean en Argentina por la despenalización del aborto. “Con una sola ya valdría la pena la lucha. Esos datos proceden de hospitales públicos, aunque hay que recordar que si un médico pone en su informe que la causa de un fallecimiento es un aborto, le viene la policía y complica su vida. Por eso prefieren escribir lo técnico, como septicemia, sin ir más allá. En fin, en Latinoamérica fallecen varias mujeres por día. Como un relojito, se cumple inexorable”.

Bastantes de los testimonios del documental ponen los pelos de punta. El de Belén sobresale: fue condenada a siete años de cárcel tras sufrir un aborto espontáneo. Solanas explica: “Aunque sea espontáneo, para el hospital y los médicos ya es una criminal. Como si no supiéramos que en el proceso de ser madre esas pérdidas son habituales. Pero en Argentina hay gente tan loca con el tema que, cuando una mujer que llega a una clínica con pérdidas, provoca miradas de sospecha. Belén cayó en esta paranoia. Para el proceso judicial, recurrió a un defensor público porque pertenece a una clase muy humilde. Él solo le recomendó que se declarara culpable y, ante su rechazo, el abogado dimitió el día anterior al juicio. Se sucedieron cosas anormales. Había un parte médico que contradecía la versión del aborto clandestino, pero el médico dijo que él no había firmado aquel documento, a pesar de que era su firma...”. Solanas prosigue con esa dramática historia: “Presentaron un feto enorme, aunque Belén no tenía ni panza; ni sabía que estaba embarazada. Pero lo perdieron y no se pudo hacer un test de ADN. Por suerte, una abogada retomó el caso y logró sacar a Belén de la cárcel cuando llevaba allí dos años y medio”. 

El Código Penal argentino habilita la interrupción del embarazo en caso de violación y de peligro de vida para la madre. “Por eso son terribles casos como el de Ana María Acevedo. A Acevedo, con 19 años y tres hijos, le diagnosticaron un cáncer de mandíbula. Los doctores decidieron no tratarla porque estaba embarazada y un comité ético confirmó que tampoco permitiría el aborto, anteponiendo la vida del feto a la de la madre. “Y Acevedo murió”. Su madre es una de las 50 activistas que llenaron la alfombra roja de Cannes de pañuelos verdes —han obtenido gran eco en la prensa francesa— tras pagarse ellas mismas el viaje y la instancia.

Solana utiliza en varias ocasiones la palabra saña. “Saña y, más aún, tortura. Un médico que no pone remedio para que sufras… ¿Cómo llamas a eso?”, reflexiona Solanas. “O mujeres desangrándose mientras a su alrededor las enfermeras charlan como si no existiera la paciente. O, como contamos en la película en el caso de Liliana Herrera: cuando nadie la socorre en 12 horas, la septicemia mata. Para mí es asesinato, porque un médico sí sabe lo que está pasando. En Francia existe el delito de no asistencia a una persona en peligro”. El martes, por primera vez, un ginecólogo argentino fue condenado por no interrumpir un embarazo a una chica de 19 años que había sido violada. El juez lo condenó por considerarlo responsable de incumplimiento de los deberes de funcionario público. “Es la primera vez y, por tanto, es una decisión clave”.

El cineasta, habitual de Cannes al igual que su padre, el también documentalista y senador Pino Solanas —aparece en pantalla en el debate final en la Cámara—, grabó para este documental más de 200 testimonios por todo su país. Han quedado una decena. Solanas ha montado a la carrera para, primero, Cannes viera un montaje de trabajo, y después, estar a tiempo al certamen. “Empecé a filmar, por impulso, tres días después de que el 14 de junio los diputados aprobaran el proyecto de ley”, recuerda el director. “Sentí que había que levantar testimonio de esta poderosa ola feminista argentina, tal vez porque para mí toda realidad es política”.

El estreno en Cannes de Que sea ley ha inundado de verde el festival. Penélope Cruz y Pedro Almodóvar se hicieron fotos con el pañuelo. “Es lógico que encuentre eco en todo el mundo, porque este retroceso es mundial y, para ejemplo, Estados Unidos y la nueva ley del estado de Georgia prohibiendo el aborto”, incide Solanas. “Solo espero que el debate sobre el aborto salga en la carrera presidencial que se inicia en mi país. Y, sobre el futuro, soy optimista. tal vez no el próximo año o el siguiente, pero hay que ver todas las jóvenes que luchan. El movimiento está de subida”. 

Activistas y equipo de 'Que sea ley' posan ante la prensa. Entre ellos, con jersey rojo, el senador y cineasta Pino Solanas, y el director del filme, Juan Solanas (con gafas).
Activistas y equipo de 'Que sea ley' posan ante la prensa. Entre ellos, con jersey rojo, el senador y cineasta Pino Solanas, y el director del filme, Juan Solanas (con gafas).alberto pizzoli (Afp)
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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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