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Muere Diego Galán, un sabio hombre de cine

El realizador y crítico fue director del Festival de San Sebastián

Rocío García
El crítico y cineasta Diego Galán, en Madrid en 2018.
El crítico y cineasta Diego Galán, en Madrid en 2018.Inma Flores

Fue un verdadero y completo hombre de cine. Diego Galán, periodista, crítico, realizador y exdirector del Festival de Cine de San Sebastián, falleció este lunes en su domicilio, en Madrid, a los 72 años. Colaborador del diario EL PAÍS, Galán fue un entusiasta defensor del cine español, conocedor profundo de la industria audiovisual y hombre muy querido dentro del sector.

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El año pasado, recibió la Medalla de Oro de la Academia de Cine por su “admirable trayectoria y su apoyo constante al cine español”. En esa ceremonia, uno de los últimos actos a los que acudió Diego Galán, acuciado por problemas cardíacos desde hace un tiempo, hizo gala de algo insólito, al menos en público, emocionarse. Rodeado de muchos amigos, Galán recibió el galardón de manos de la productora Esther García, en un acto que fue presentado por uno de sus grandes incondicionales, Paco León. “A mí no me emociona nadie y lo habéis conseguido. Ahora con un vino se me pasará”, admitió. “Mi ilusión por el cine español, que nació de niño en el Teatro Cervantes de Tánger, no ha muerto. Veía las películas varias veces, así me hice especialista en grandes figuras de nuestra cinematografía”, confesó el cineasta nacido en Tánger en 1946.

Este “galán de galanes”, como se refería a él su amigo el crítico Jaume Figueras, fue un nombre imprescindible en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián. Estuvo al frente del certamen en dos ocasiones (1986-1989 y 1995-2000) y siguió vinculado a él como consejero muchos años después. “Hasta siempre Diego. Convertiste el Festival de San Sebastián en un festival de todos y nunca te olvidaremos. Encuentra tu película allá donde estés...”, ha escrito la dirección del festival en su cuenta de Twitter. Su amor por el Zinemaldia lo dejó bien retratado en dos libros, Jack Lemmon nunca cenó aquí (Plaza & Janés, 2001), en el que recorría la trastienda del certamen a lo largo de 13 años, y 50 años de rodaje (2002), un inventario gráfico de la historia del festival.

Grandes documentales

Galán comenzó su carrera como crítico en la revista Triunfo, tarea que pasó a ejercer después en EL PAÍS, diario al que ha estado vinculado de forma intermitente desde 1980. Ayudante de dirección en algunos programas de Televisión Española dirigidos por Pedro Olea o Josefina Molina, en los setenta comenzó a escribir y dirigir sus primeros cortos, como Apunte sobre Ana o Una tarde con Dorita Amor, protagonizado por Amparo Soler Leal. Autor de varios libros sobre cine, destacan los dedicados a Pilar Miró y el que recoge la memoria de dos de sus maestros, Eduardo Haro Tecglen y Fernando Fernán Gómez.

Aunque afirmó: “Al cuarto cortometraje decidí que aquello no era para mí”, Galán se metió de lleno en la dirección, primero con las series Memorias del cine español y Queridos cómicos y luego con el documental Pablo G. del Amo, un montador de ilusiones, que se presentó en la sección Zabaltegi de San Sebastián. Sus últimos trabajos como realizador reflejan el gran amor y pasión que sentía por el cine. Su documental Con la pata quebrada, una impactante radiografía de la historia de España a través de la mujer, se proyectó a lo grande en el festival de Cannes de 2013. Con la pata quebrada, que nació tras la realización de ¿Quién fue Pilar Miró?, es un recorrido sentimental y divertido, pero también terrible y patético sobre los retrocesos y avances de las mujeres desde la II República Española hasta la actualidad.

Tres años más tarde, en 2016, fue el mundo del machismo el que sirvió de acicate para que de nuevo Diego Galán se pusiera detrás de las cámaras. El documental Manda huevos es un repaso a la figura del macho hispánico en el cine desde los años treinta hasta ahora, para el que tuvo que revisar más de 1.000 películas. Gran estudioso, era Galán un hombre que lo sabía todo del cine español. Su memoria, además, era prodigiosa. Elegante, irónico, mordaz y poco amigo de los halagos, hace ahora un año los tuvo que oír en voz alta y en público de tantos y tantos amigos que acudieron a la sede de la Academia de Cine. Allí estaban Ana Belén, Aitana Sánchez-Gijón, Fernando Colomo, Fernando Méndez-Leite, Imanol Uribe, Pedro Olea o Mariano Barroso, entre otros. Ese día, volvió a su casa con un regalo muy especial: un sombrero que había pertenecido a Marcello Mastroianni y que le regaló su querido Pedro Moreno. El sombrero le quedaba de cine.

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