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El Mies van der Rohe corona la arquitectura socialmente transformadora de Lacaton & Vassal

El premio a tres edificios de Burdeos de los años sesenta señala el camino: reparar en lugar de demoler y redefine el concepto de proyectos sostenibles

Los tres edificios del Grand Parc de Burdeos, en 2013 tras acabar la reforma del primero de ellos.
Los tres edificios del Grand Parc de Burdeos, en 2013 tras acabar la reforma del primero de ellos.Philippe Ruault

Los tres edificios del Grand Parc de Burdeos galardonados con el Premio Mies van der Rohe 2019 son enormes, en ellos viven 530 familias, pero su reforma es imposible retratarla con una sola fotografía. La intervención marca un antes y un después en la construcción, restauración y actualización de las viviendas modestas. Esos inmuebles, reconocidos con el galardón que concede la Unión Europea, no son nuevos ni originales: mejoran los bloques de pisos de los años sesenta que debían aislarse para cumplir con la nueva normativa energética.

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El estudio Lacaton & Vassal junto a Frédéric Druot y Christophe Hutin, propusieron utilizar el presupuesto del aislamiento para, además de aislarlo, rodear el edificio de una galería. Ese espacio añadido ampliaría más de 20 metros el salón de las viviendas y la galería resultante reduciría el consumo energético al actuar como colectora solar. El compromiso de los arquitectos incluía realizar las obras empleando un máximo de entre 12 y 16 días en cada uno de los pisos, mientras los inquilinos permanecían en sus casas. También ajustarse al presupuesto. El promotor por su parte, se comprometió a no aumentar el alquiler de los vecinos. Con todo firmado, se pusieron manos a la obra.

Hoy las antiguas ventanas se han convertido en cristaleras, puertas correderas que permiten el acceso a la galería. Los pisos son más amplios, más luminosos, están mucho mejor aislados y tienen un nuevo ascensor en la fachada. Todos en este proyecto, desde el cliente hasta los inquilinos, fueron informados y se comprometieron con una mejora colectiva. En una época en la que la sostenibilidad se utiliza para describir las grandes promociones de viviendas de lujo, los autores de la reforma del Palais de Tokio parisino, y sus socios en este proyecto, han demostrado cuán generosa, ingeniosa y necesaria puede llegar a ser la mejor construcción.

Detalle de la galería diseñada por Lacaton & Vassal y premiada con el Premio Mies van der Rohe.
Detalle de la galería diseñada por Lacaton & Vassal y premiada con el Premio Mies van der Rohe.Philippe Ruault

La arquitectura más revolucionaria no es necesariamente rompedora, extravagante o icónica. Pero siempre cambia algo que mejora la vida de la gente. Que el Mies van der Rohe, el galardón más importante del continente, lo haya reconocido Bruselas, indica también que Europa ha vuelto a hacer historia arquitectónica al abrir los más altos honores de esta disciplina a proyectos radicalmente sociales y extremadamente necesarios.

Algo parecido ha sucedido con el premio a la arquitectura emergente concedido al respetuoso y humilde comedor escolar en Montbrun-Bocage, levantado en Haute-Garonne, junto a los pirineos, por el estudio de Toulouse Bast. Con un continente prácticamente construido —o mal construido— y con un parque inmobiliario con necesidad de reparación y actualización constante, el Premio Mies van der Rohe 2019 señala el camino: reparar en lugar de demoler. Y redefine también el concepto de arquitectura sostenible.

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