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El español que construye el viaje al futuro

Luis Vidal, arquitecto especialista en aeropuertos, trabaja en la creación de una estación aeroespacial que permitirá realizar viajes hasta 20 veces más rápidos que los actuales

Antonia Laborde
El arquitecto Luis Vidal, en el aeropuerto de Heathrow, en una imagen de archivo.
El arquitecto Luis Vidal, en el aeropuerto de Heathrow, en una imagen de archivo.

Luis Vidal es un caso de estudio. Literalmente. Un profesor de la Escuela de Negocios de Harvard quiere escribir un ensayo práctico que explique cómo el arquitecto español ha logrado posicionar su estudio Luis Vidal + Arquitectos en el mercado internacional en tan poco tiempo. “Me dijo que no sabe de ningún arquitecto que a sus 50 años haya conseguido llegar a donde hemos llegado”. En el portafolio de la oficina, que celebra 15 años en marzo, figura el diseño de la T2 del aeropuerto londinense de Heathrow, galardonada como la mejor terminal del mundo en 2018, según la encuesta global a viajeros de Skytrax. Pronto se va a sumar a la carpeta la construcción de un puerto aeroespacial en Denver, Colorado. De ese aeropuerto, sostiene Vidal, saldrán naves que volarán entre 10 y 20 veces más rápido que los aviones comerciales: “Con esto puedes ir a las antípodas en dos horas y media. Es algo sin precedentes”. Como su propia historia.

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Cerca de 300 personas se aglutinan la noche del miércoles en un salón de eventos del centro de Pittsburgh, Pensilvania, para conocer el diseño de la nueva terminal del aeropuerto de la ciudad. El proyecto se lo adjudicó Gensler+HDR en asociación con Luis Vidal + Arquitectos. El encargado de enseñar y explicar el rostro que dará la bienvenida a los viajeros en 2023 es Vidal. A diferencia de sus compañeros de escenario, él no lleva corbata, y viste unos pantalones rojos con una camisa gris pizarra. Apoyado en una didáctica presentación, y con un inglés que refleja el estudio de la carrera en Reino Unido, le revela a los presentes el futuro edificio: techo de láminas con forma de ondas, árboles en el interior, enormes ventanales para contemplar la pista de aterrizaje y un avanzado sistema tecnológico. “Estamos muy emocionados por la habilidad que tuvo Luis de captar la esencia de lo que es Pittsburgh y trasladarla al diseño de este aeropuerto”, afirma Christina Cassotis, la CEO de Allegheny County Airport Authority (el Aena local). 

Este es el cuarto proyecto aeroportuario que Vidal tiene en marcha en Estados Unidos, precedido por una decena en distintas partes del mundo, como la T4 de Barajas, Madrid, de la que fue director de proyecto antes de fundar su propio estudio. Es el campo principal de la oficina, que también tiene una vasta experiencia en hospitales, como el Can Misses en Ibiza o el de Vigo. “De los aeropuertos y de los hospitales la gente quiere salir rápido”, dice entre risas el arquitecto, en una sala tan tranquila como su temple, a horas de la presentación. Las ganas de construir “las catedrales del siglo XXI” le vinieron a este hijo de madre catalana y padre mallorquín desde su adolescencia viajera. Pensaba en cómo sería más cómodo soportar el retraso de un vuelo o facilitar el acceso a la información. “El usuario es lo primero”, defiende.

Pregunta. ¿Cómo afecta el exponencial aumento de usuarios en los aeropuertos?

Respuesta. Tenemos más tecnología, que nos acerca, pero viajamos más. En 1970, la población del mundo era 3.500 millones y volaron 350 millones. El año 2016, la población mundial se había doblado y habían volado 3.500 millones. Esto es imparable. Los aeropuertos son como un traje a medida para cada ciudad, tienen un montón de presión porque necesitan crecer y acomodar a mucha más población viajera. Las ciudades se tienen que adaptar rápidamente a una realidad que yo defino con cuatro palabras que empiezan con c: competencia —es buena, sana, extrae lo mejor de cada uno y te ayuda a crecer—; convivencia —cada vez albergas más etnias, razas, religiones—; y compartir —ya sea seguridad, inteligencia, recursos energéticos; y conectividad—. Por ejemplo, el mundo financiero hoy lo manejan Nueva York, Londres, Singapur y Hong Kong. Esas ciudades tienen que estar compartiendo todo el tiempo.

El interés por viajar está llevando a las compañías a ir un paso más allá. O miles de kilómetros. Vidal trabaja en la concreción de vuelos suborbitales. Diez veces más altos que los convencionales y hasta 20 veces más rápidos. Las naves tendrán dos despegues: uno en la tierra y otro en el aire. El arquitecto trabaja en una de las estaciones que permitirán hacer de este relato, una realidad: la de Denver, Colorado. Según sus estimaciones, el proceso de construcción comenzará el próximo año y debería estar acabado para 2022. En Arizona ya hay una preparada y en Abu Dhabi se está levantando la segunda. “En España se está planteando hacer una en Canarias y creo que Costa Rica también está en un proceso de evaluación. Están proliferando”, afirma, y agrega que las compañías de Elon Musk y Richard Branson, se han sumado, entre otras.

 P. ¿En qué te inspiras para diseñar algo así? ¿Veremos salones como los de 2001: odisea en el espacio?

R. [Se ríe] Es curioso, porque no hay realmente nada igual o parecido diseñado o construido. Fue un reto muy interesante el partir de cero. Nos podemos ir para atrás, hasta Julio Verne, incluso mucho antes, o nos podemos ir a cosas reales en nuestra era con los viajes al espacio. Es fascinante porque se abre el mundo a una nueva forma de volar. Lo primero que hicimos fue pensar en el usuario, pero también en toda la sociedad que iba a ser atraída a estos espacios para ver estas nuevas aeronaves despegar y aterrizar. Como son naves muy pequeñas (de seis a ocho pasajeros), los espacios son mucho más accesibles, pero que transmitieran los valores de esta nueva tecnología. No como una sala vip, pero un paso más allá. Que te pudieras sentir en el salón de tu casa, pero muy avanzado tecnológicamente.

P. Cuál es el perfil del usuario en el que piensas para una estación aeroespacial?

R. Hay tres tipos de público: el primero es un público comercial, de un alto poder adquisitivo, que va a volar este tipo de aeronaves por la novedad, por el interés. El segundo son los dirigentes de grandes firmas que necesitan viajar mucho más rápido. Y el tercero es un público que va a necesitar desplazarse rápidamente por diferentes desastres naturales o por algún problema, desde un vertido nuclear, petrolero o por un terremoto. Cualquier cosa que requiera el traslado rápido de los mejores expertos mundiales.

La construcción de una estación aeroespacial no resulta futurista para Vidal, quien ya tiene puesta la cabeza en la teletransportación. “Entendemos la teletransportación como que ahora estás aquí y luego vas allá. Pero piensa al revés. El allá viene a ti. Con el teléfono móvil ya tenemos dos de los cinco sentidos: sonido y visión. Si consigues grabar y reproducir los tres restantes, el teléfono te va a poder traer el allá para acá y vas a estar dentro de la teletransportación".

P. Una mala noticia para alguien que se dedica a construir aeropuertos...

R. Hoy tenemos Skype, GoToMeeting y muchos más métodos de comunicación, y aún así la gente vuela más. Y yo creo que eso va a ser imparable, aunque tengamos teletransportación, al final yo creo que la gente necesita el contacto con el lugar, las personas, el entorno y yo pienso que la gente va a seguir viajando.

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Sobre la firma

Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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