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¿Qué fue de Ossamah, el refugiado zancadilleado en Hungría?

El documental 'Hayati. Mi vida' muestra la vida del sirio, que se instaló en Getafe con su hijo de siete años

Ossamah y su hijo Zaid, en un momento del documental.
Ossamah y su hijo Zaid, en un momento del documental.
Héctor Llanos Martínez

La zancadilla de una periodista húngara al sirio Ossamah Al Mohsen y a su hijo es la imagen más reconocible de la crisis de los refugiados, junto a la del cadáver del niño Aylan Kurdi en una playa turca. El suceso, reconvertido en 2015 en denuncia viral, permitió a padre e hijo instalarse en Getafe como entrenador de fútbol.

El documental Hayati. Mi vida, que puede verse en Movistar + a partir del domingo 18 de noviembre, investiga qué fue de su vida cuando las cámaras y los periodistas dejaron de visitar su casa y, también, la de las personas que dejó atrás. Entre ellas, un grupo de jóvenes futbolistas que quedaron atrapados en Turquía, sin posibilidad de viajar a Europa ni de continuar con su carrera deportiva.

“Cuando conocimos a Ossamah, nos dimos cuenta de que la patada fue el incidente más trivial que le había pasado en todo ese camino que hizo y que, tiempo después, todavía quedaban muchos obstáculos por superar”, cuentan por teléfono Sofi Escudé y Liliana Torres, directoras del documental que también puede verse en pantalla grande en el Cine Estudio del Círculo de Bellas Artes de Madrid y en Cinemes Girona de Barcelona.

Una de sus esperanzas no cumplidas es la de formar de alguna forma un equipo con Moatassam, Youssef y Muhannad, entre otros. Los tres eran futbolistas de primera división en Siria y, al llegar a Turquía, se encuentran en un limbo en el que se han convertido en un número más, añorando un visado que les permita continuar con su vida y que nunca llega.

“Llevan más de cuatro años esperando a que algo cambie y su sentimiento es de total resignación. Escaparon de Siria porque estaban en edad de ser alistados en el ejército y, por tanto, han cometido un delito. Su única opción es tirarse al mar y arriesgar su vida, pero hasta para eso necesitas dinero con el que pagar a las mafias”, explican las directoras, quienes lamentan “la infundada cultura del miedo que se imponen en los países ricos” para no empatizar con ellos.

Los Estados miembros de la Unión Europea (UE) se comprometieron en 2015 a la reubicación y asentamiento de 160.000 refugiados, una cifra insignificante para una población de 508 millones de personas. Muchos de los países no han cumplido con ello, incluida España, que prometió integrar 17.377 personas en una población de 46,5 millones.

“La inmigración se usa como moneda de cambio del populismo. Se genera un miedo que no existe y se promete salvar a los ciudadanos de ese peligro ficticio a cambio del voto, como está ocurriendo con éxito en Italia”, cuentan las cineastas, formadas ambas en la ESCAC (Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña).

Parte del equipo de la película pasó tiempo con los jóvenes futbolistas en Turquía y establecieron una relación personal antes de comenzar a grabar: “Su situación les hace estar muy abiertos a cualquier influencia externa y forman parte de una generación que están muy acostumbrados a estar ante una cámara”,

En el caso de los que refugiados que sí llegan, “el método de integración de varios países europeos deja mucho que desear”, opinan las directoras. En sus primeros días en España, a Ossamah le paraban por la calle para darle la bienvenida e incluso pedirle autógrafos. Pero no logró aprender español y se anuló su contrato con la escuela de entrenadores de Getafe CENAFE.

Decidió unirse voluntariamente al limbo en el que viven muchos de sus compatriotas en Turquía y reunirse con su familia, mientras intenta regresar a España. Antes de su marcha, declaró que sentía que en España se habían aprovechado de él y le habían usado como un gancho publicitario, mientras que la escuela defendía que el sirio no había hecho nada por integrarse.

“Aunque no hubiera mala intención, quizá en España pecamos un poco de ingenuos pensando que con darle trabajo y vivienda estaba todo solucionado. Es un hombre de más de 50, que se encarga en solitario de un niño pequeño, procedente de un país con una cultura y un idioma muy diferentes y con una situación económica y familiar que no se ha solucionado. Esperar que en un año esté ya instalado y con todos sus problemas resueltos es una visión algo simplista del problema”, defienden Escudé y Torres.

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Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.

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