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EN CORTO

“Al populismo hay que enfrentarlo; nunca temerlo”

El cineasta venezolano se somete al carrusel de preguntas de este diario

Jorge Morla
El cineasta Carlos Oteyza, la semana pasada en Madrid.
El cineasta Carlos Oteyza, la semana pasada en Madrid. VÍCTOR SÁINZ

“Yo, Hugo Chávez frías, no me pertenezco a mí mismo. Yo, todo mi ser, le pertenece a ustedes, el pueblo de Venezuela”. Plantado en un balcón tras su victoria en 1999, con esas palabras comenzó la deriva de Venezuela hacia un personalismo cuyas consecuencias se prolongan más allá de la muerte del propio caudillo del socialismo del siglo XXI. El documental El pueblo soy yo. Venezuela en populismo es una dolorosa radiografía en la que el venezolano Carlos Oteyza (Caracas, 1949) analiza la historia reciente de su país, de la prosperidad absoluta a la más absoluta miseria. Los shows en los que acabó convirtiéndose Aló presidente, la relación con Cuba —a la que exportaron crudo y de la que importaron “técnicas de control social”—, la muerte de Chávez y la designación de Maduro como sucesor —“Aunque el carisma es intransferible”, recuerda una de las voces del filme—... un retrato oscuro y desesperado que hoy llega a los cines y que tuvo en Madrid, la semana pasada, su première mundial.

De pequeño quería ser…

Ingeniero.

¿Cuál es el mejor consejo que le dio alguno de sus padres?

Estudia lo que tú quieras. Pero trata de ser el mejor.

¿Con quién le gustaría quedar atrapado en un ascensor?

Con mi esposa, para que me tranquilice.

“Cambiar Venezuela requiere opositores, pero también los que creyeron a Chávez”

¿Algún sitio que le inspira?

La Gran Sabana en Venezuela, al sur del país. Y Estambul. Rural y urbano.

¿Cuándo fue la última vez que lloró?

Algunas veces, montando la película, me he sentido muy triste. Pero quizá, la última vez que lloré... fue la pérdida de mi hermano.

¿Cuál ha sido el mejor regalo que ha recibido?

Mis tres hijos.

Parece que el populismo, a nivel mundial, tiene buena salud.

La tiene, desgraciadamente. Pero es un sueño del que se despierta.

¿Qué solución le da? ¿Qué vacuna hay?

La vacuna no la tengo, pero siempre enfrentarlo, hablarlo, discutirlo. No temerlo. Si las democracias están en crisis, no podemos solucionarlas solo por ser antipopulistas. Hay que dar respuestas también.

¿Cómo se empieza a reconstruir Venezuela?

Cuando los venezolanos logremos la unidad necesaria para partir de un terreno que lo permita. Si no hay esa unidad necesaria, que incluye no solo opositores sino sectores que han creído, en ese momento empezaremos a reconstruir.

¿Qué película mataría por haber dirigido?

Nos habíamos querido tanto (Ettore Scola, 1974). La amistad es fuente de vida.

¿Cuál ha sido su gran experiencia?

Te cuento una buena. La primera vez que vine a España en el año 69, desde el nuevoriquismo venezolano pensé que era un país pobre. La gran experiencia es darme cuenta de que el país pobre era Venezuela. La realidad era todo lo contrario.

En una fiesta de disfraces, ¿de qué se disfrazaría?

¡No voy! [ríe]

¿Dónde no querría vivir jamás?

En una dictadura.

¿Qué lo deja sin dormir?

¡Padezco insomnio! La angustia permanente.

“Vine a España en el 69 y creí que era un país pobre, pero el pobre era mi país”

Hay quien ha respondido aquí que el insomnio es productivo...

Sí es. Pero es agotador.

¿Y tiene algún sueño recurrente?

Vuelo mucho.

¿Qué personaje del cine o la literatura se asemeja a usted?

Yo no he cometido ningún asesinato, pero el Raskólnikov de Dostoievski... el sentido de culpa no se lo quita nadie que haya estudiado con los jesuitas [ríe].

Respecto a su trabajo, ¿de qué está más orgulloso?

De no hacer propaganda.

¿Cuál es la noticia que siempre ha esperado leer?

No siempre, pero hoy: los venezolanos nos reencontramos.

¿Cómo ve el futuro de Venezuela?

No lo veo. Sencillamente, lo acompaño con toda mi fuerza.

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Sobre la firma

Jorge Morla
Jorge Morla es redactor de EL PAÍS. Desde 2014 ha pasado por Babelia, Cierre o Internacional, y colabora en diferentes suplementos. Desde 2016 se ocupa también de la información sobre videojuegos, y ejerce de divulgador cultural en charlas y exposiciones. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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