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El cine de animación despega en Ecuador

Los cortos animados calientan motores para la industria que busca financiar su primer largometraje del género

Fotograma de corto de Capitán Escudo.
Fotograma de corto de Capitán Escudo.

La animación en Ecuador tiene mucho de amor al arte. Cada proyecto convoca a auténticos devotos dispuestos a robar horas al sueño para dar rienda suelta a su imaginación. Un ejemplo es el corto del Capitán Escudo, el superhéroe 100% ecuatoriano. Lograr el salto de este personaje de las tiras cómicas a la pantalla de cine requirió el esfuerzo durante cinco años de 20 personas, entre ellas animadores, guionistas, sonidistas y productores. Muchos trabajaron sin sueldo o cobraron muy poco para sacar adelante el corto de 18 minutos. Beto Valencia, director creativo de la productora Zonacuario, creadora del personaje, dice que hacer animación en Ecuador es “militancia pura”. 

Como siempre, la recompensa llega al final. El Capitán Escudo: el origen del superhéroe tricolor fue un éxito de taquilla y será incluido en la franja infantil de un canal de televisión a finales de agosto. Es una noticia alentadora para el gremio, que comienza a enfocar sus esfuerzos en contar historias propias más allá de encargos publicitarios. El recorrido de los primeros cortos animados les llena de optimismo. 

Afterwork, que cuenta la naturaleza repetitiva del trabajo de un cartoon, tiene ya más de una decena de premios internacionales y compitió en la última edición del festival del género en Annecy. Aunque no ganó, llamó la atención del mercado y consiguió una reseña en la Animation Magazine. “Lo importante es que la industria volteó a ver a Ecuador. Eso fue fundamental”, explica Juan Fernando Terán, del estudio de animación Matte. 

Otros cuatro proyectos en desarrollo llegaron a Annecy. Fueron seleccionados en la “convocatoria andina” que este año se realizó en Quito. Es un gran mérito porque los proyectos se impusieron entre medio centenar de propuestas. Mauricio Cadena, del Instituto de Cine y Creación Audiovisual, cuenta que todos recibieron un apoyo parcial del Estado para viajar. Fue la primera vez que una delegación ecuatoriana, con stand incluido, participaba en el certamen de la ciudad francesa. “Estamos interesados en volver a tener una presencia constante en varios espacios internacionales. Es lo que hace Chile, Colombia, México y ya se conocen los resultados que tienen”, dice. 

José Luis Herrera, que estudió animación en Barcelona y está de vuelta en el país, es uno de los que promueven el espacio colectivo de creación. “Queremos crear una cadena digital, dar talleres de animación para dar el paso del Ilustrator al After Effects”, cuenta. Ya tuvieron un piloto muy exitoso y van a por más. Herrera tiene como carta de presentación su trabajo de final de curso, Azaar, un corto animado sobre los desplazados que ya acumula 20 selecciones oficiales en oficiales. Esto lo hizo con otros estudiantes latinoamericanos y europeos en España por el mismo amor al arte. 

A la búsqueda de un largometraje 

Una escena de 'Espejo humeante'.
Una escena de 'Espejo humeante'.

Detrás de la buena racha para la animación ecuatoriana hay más de 20 años de trabajo hormiga realizado por pioneros como Eduardo Villacís, quien comenzó a enseñar animación digital en la universidad privada San Francisco desde 1995. “Yo me cansé del mundo del comercial, entonces me motivé por hacer proyectos animados. Ya tenemos varias generaciones que trabajan en esto”, cuenta. 

Villacís está cerca de producir el primer largometraje animado, el Espejo Humeante. Esto es difícil por la dificultad de conseguir fondos. “A los mercados les preocupa ver cómo se pueden rentabilizar las ideas. En el caso de Ecuador tienen dudas sobre la capacidad de producir, no somos famosos en esto”, dice. La película plantea una historia inversa del mundo, donde Cristóbal Colón es capturado por los aztecas a su llegad a América. Los antiguos mexicanos consiguen información sobre el genovés y Europa para emprender el camino de vuelta para conquistar el viejo mundo. 

El animador ecuatoriano trabaja con el colombiano Óscar Andrade para avanzar más deprisa. Un buen ejemplo de esto es la animación peruana Condorito que convocó a animadores de toda la región. “La animación está en un proceso de ebullición en Latinoamérica”, dice Villacis. “Cada vez hay más encuentros, la gente se está conociendo, los diálogos son permanentes, algo está surgiendo y mucho de esto pasa después de que Chile ganara el Oscar por el corto animado Historia de un oso”.

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