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'IN MEMORIAM'

Mario Gaviria, un adelantado de la sociología urbana

Fue una de las figuras intelectuales más críticas, vitales, intuitivas y generosas de la España de la segunda mitad del siglo XX

Mario Gaviria, sociólogo, en un café de Madrid en 1998.
Mario Gaviria, sociólogo, en un café de Madrid en 1998. MIGUEL GENER

El sábado 7 de abril falleció en Zaragoza, a punto de cumplir 80 años, el sociólogo navarroaragonés Mario Gaviria Labarta (Cortes, Navarra, 1938), discípulo e introductor en España de los textos del filósofo francés Henri Lefebvre a finales de los años sesenta y una de las figuras intelectuales más críticas, vitales, intuitivas, entusiastas y generosas que ha producido España en la segunda mitad del siglo XX.

Mario Gaviria, Premio Nacional de Medio Ambiente en 2005, ha sido un detector de nuevos conflictos y contradicciones, un activista social y un brillante maestro heterodoxo, antes que un académico establecido y, menos aún, que un político instalado en las esferas del poder. En buena medida Mario siempre ha caminado por libre, con frecuencia adelantándose a su tiempo, analizando incansablemente la realidad y criticando con frecuencia las políticas establecidas y ofreciendo alternativas innovadoras.

Podemos señalar, junto a su pionero activismo ecologista y especialmente antinuclear, algunos hitos relevantes en su trayectoria: destaca en primer lugar su entusiasta docencia de una novedosa sociología urbana crítica en el Madrid de mediados de los sesenta desde CEISA —posteriormente Escuela Crítica de Ciencias Sociales— capitaneada por Pepín Vidal Beneyto, hasta su abrupta clausura por la policía franquista.

Pioneros fueron sus estudios sociourbanísticos de finales de esa misma década sobre la ampliación del barrio de la Concepción y el Gran San Blas, publicados en Revista Arquitectura. Allí reunió a un grupo de jóvenes estudiantes cansados de las orientaciones del urbanismo de la escuela de aquellos años. Algunos de aquellos primeros alumnos firmamos este texto.

En esos estudios, y también en la interesantísima propuesta de diseño del Centro Direccional para Barcelona en El Vallés, defiende la calle compleja y mestiza, la ciudad densa y multifuncional, se critican esos paisajes estrictamente residenciales de bloques exentos aislados, perdidos en un mar de verdor (ese verdor al que Mario denominará más tarde “ideología clorofila”).

Destaca a finales de los setenta la también pionera preocupación de Mario por la ordenación territorial, que estuvo en la base de la intuición del arquitecto gallego Andrés Fernández Albalat sobre la Ciudad de las Rías (entre A Coruña y Ferrol) que sirvió para consolidar profesionalmente (grupo EUSYA) a una parte de sus antiguos alumnos.

También se interesará por el fenómeno social, turístico y arquitectónico de Benidorm, esa eficacísima propuesta de centro playero y popular de vacaciones resuelto mediante torres con bajos comerciales y de ocio (restaurantes, bares) y amplias avenidas bordeadas de vegetación. ¡Qué intuición su defensa de ese modelo denso y complejo 40 años antes de que la costa se ocupara extensivamente por urbanizaciones de vivienda unifamiliar anexas a campos de golf, ese modelo que es un insaciable consumidor de suelo y de agua!

Desde los primeros ochenta se preocupa también por ese otro gran tema territorial, en este caso de ámbito agrícola más que urbano: las nuevas políticas públicas de agricultura “moderna”, intensiva en sus necesidades de inversión, de agua y de productos químicos y fitosanitarios. Sus trabajos sobre “el bajo Aragón expoliado” o “la Extremadura saqueada” dan buen testimonio de ello.

La crítica a la entonces incipiente “infraestructuración” masiva del territorio español es también una notable anticipación a los excesos que durante los últimos 10-15 años han convertido regiones urbanas como la de Madrid en un paisaje en quiebra de autopistas de peaje sin usuarios y amenazan con convertir el conjunto de España en una densa red de costosas líneas de alta velocidad de rentabilidad más que ruinosa en buena parte de sus tramos.

En la segunda mitad de los ochenta y en los noventa se preocupa ya de temas directamente socioeconómicos, como la exclusión social, proponiendo tempranamente generalizar la práctica de los “ingresos mínimos de integración”. A finales de los noventa y en la primera década de este siglo se volvió a ocupar de temas de ecología y sostenibilidad ambiental, tanto en el ámbito del diseño como en el de la defensa de las energías renovables, abogando por el cierre definitivo de las centrales nucleares en España y en Europa. Entre sus últimas preocupaciones habría que citar las crisis y las repercusiones del nuevo islamismo en el Mediterráneo y el Oriente Medio.

Mario Gaviria, a lo largo de casi medio siglo, ha sido un pionero en el diagnóstico y planteamiento de respuestas a los grandes temas urbanos, ambientales y socioeconómicos de nuestro país. Pero la grandeza e importancia de Mario radican, sobre todo, en que sus enseñanzas siguen teniendo hoy plena vigencia y continúan resultando tan atractivas ahora como entonces.

Firman este artículo Carlos de la Guardia, Ramón López de Lucio, Carlos Llés Lazo, Felipe Peña Pereda y Carlos Sánchez Casas.

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