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La nena que estaba allí

Un libro reúne las ´Semblanzas e impertinencias’ de Ana María Moix

La escritora catalana Ana María Moix, sentada en una mecedora de su casa, en julio de 1993.
La escritora catalana Ana María Moix, sentada en una mecedora de su casa, en julio de 1993.Marcel-Lí Sáenz
Juan Cruz

Se suele decir que, si se hubieran sumado todos los que le pidieron prólogo a Manuel Vázquez Montalbán, su sepelio tendría que haberse producido en el Camp Nou. Y lo mismo podría decirse de la despedida que debían a Ana María Moix, La Nena de la literatura de los setenta en Barcelona. Escribió tanto de tantos, fue a tantos sitios en busca de la escritura de los otros, que su funeral (que fue bien nutrido, por cierto, como el de Manolo) hubiera excedido las dimensiones del tanatorio de Collserola, donde fue despedida a principios de marzo de 2014.

Los dos, Vázquez Montalbán y Ana María Moix, coincidieron en época y también en actitud: la atención a sus colegas. Y ambos hicieron del periodismo el vehículo de su afecto literario. De Vázquez Montalbán hay una producción ingente de artículos, prólogos, columnas reportajes o crónicas, en curso de ser materia de numerosos libros. Moix transitó, con su pluma de cronista, de entrevistadora, de columnista…, en diarios, revistas, en prólogos, e incluso en su correspondencia, paciente y memoriosa. Y no hay de ella tanta atención libresca. Ahora acaba de aparecer, para cubrir sólo en parte su producción periodística, un libro que recoge, como reza el título, las Semblanzas e impertinencias (Laetoli) de La Nena, que era como la llamaban todos sus amigos de la época de oro de la amistad literaria en Barcelona y fuera de Barcelona.

El libro ha sido preparado (con notas muy amplias y pertinentes) por la profesora Rosalía Cornejo. Moix fue una gran entrevistadora, sobre todo en TeleXprés; entrevistó a todo el que se movía en la literatura de principios de los años setenta, y se distinguió por la por la información de la que disponía y por la agudeza de su espíritu crítico, por su infinita curiosidad. Hay un volumen que recopila esas conversaciones. Era entonces La Nena de la gauche divine.

Pero, entre las cosas que faltaban por recoger estaban sus columnas, sus crónicas, sus semblanzas y sus impertinencias. Al contrario de lo que sucede ahora, los escritores publicaban periodismo sobre los otros, como el citado Vázquez Montalbán, y para hacerlo no se sentaban en sus cuartos, sino que acudían a las conferencias o a las presentaciones. Y La Nena era de las que estaba allí para escribir de lo que se moviera. Escribió para el citado TeleXprés, para Destino, para Vindicación feminista… En esta última hizo una columna célebre, Nena, no t´enfilis, donde ella encapsula su humor y su genio, su manera de mirar, con ironía y con convencimiento todo aquello que pasaba en Barcelona después de las siete de la tarde o cuando sucediera algo que le llamaba la atención. En sus entrevistas dejó en sandalias la literatura de la época, y en esas columnas, un retrato desgarrado de la Transición mientras ésta iba tratando de olvidar el temblor fatídico del franquismo, dejó desnudo el tiempo que vivía, entre la esperanza y el desencanto.

Fue poeta, novelista, y fue sobre todo una persona a la que era imposible no querer. Y no sólo por eso merece la pena releerla, sino porque lo que escribió fue una muestra excepcional de generosidad con sus contemporáneos y con aquellos que hacían lo mismo que ella: escribir. Ella escribió sin esperar reconocimiento. Y ella lo dio a manos llenas.

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