Un retrato de las nuevas fotógrafas españolas
El arte de la imagen vive una efervescencia de autoras entre la diversidad de inquietudes y registros


Ana Palacios, Soledad Córdoba, Paula Anta, Neus Solà… componen solo una pincelada en la animada fotografía española hecha por mujeres. No parece casual que Cristina de Middel, con 42 años, fuese distinguida, el pasado 27 de octubre, con el Premio Nacional de Fotografía, y que con la autora alicantina, por primera vez en 24 años el galardón recayese en dos ocasiones consecutivas en una mujer (en 2016 fue para Isabel Muñoz). “Fotógrafas ha habido siempre, pero es cierto que antes, veías los grandes eventos y casi todo eran hombres. Ahora ya no es así”, dice Esther Maestre, fundadora y responsable de los Encuentros Fotográficos de Gijón, que han celebrado su XIV edición del 9 al 12 de noviembre. Este cita, que congrega a los grandes y a los nuevos de la fotografía española, se ha inclinado esta vez por dar el protagonismo a fotógrafas.
Una de ellas es Ana Palacios (Zaragoza, 1972), que desde hace siete años documenta dramáticas realidades “que apenas se conocen de África”, dice. Su último trabajo, Albino, del que se exponen, hasta el 7 de enero de 2018, 40 imágenes en la antigua iglesia de Laboral Ciudad de la Cultura, muestra la estigmatizada vida de los tanzanos que padecen albinismo en una sociedad que los rechaza por su piel blanquecina. Tras 17 años trabajando en la producción de cine estadounidense, Palacios sintió que, “ante tanto despilfarro, necesitaba algo gratificante”, señala. Autodefinida como fotoperiodista, comenzó a dar forma con sus imágenes a proyectos de ONG. "Lo llamo periodismo de sensibilización, pero no hago conflictos".
"Tanzania es el país con mayor prevalencia de personas con albinismo porque la exclusión lleva a quienes lo padecen a la endogamia", apunta Palacios, que en Albino ha huido de la instantánea fácil, la de lo desagradable, para enseñar a los niños albinos jugando y riendo en un campamento de acogida auspiciado por el gobierno tanzano. “Claro que a las mujeres se nos presta ahora más atención, pero no se nos tiene que juzgar por ser mujeres, sino por nuestro trabajo”, expone.
Esta idea la corrobora su compañera de espacio expositivo en los Encuentros de Gijón, Paula Anta (Madrid, 1977), orientada a la fotografía artística. En un registro distinto al de Palacios, Anta muestra varias series de “paisajes intervenidos”, inquietantes imágenes de gran formato en las que busca “una relación entre la naturaleza y lo artificial”. Anta construye puestas en escena que le llevan varias horas, con ramas que penetran en interiores o hiedras que se apoderan de suelos. Doctora en Bellas Artes, da clases en Madrid ("de la fotografía no se vive") y ha colgado obra en el CA2M, Tabacalera, Matadero o la Academia de San Fernando en Madrid y el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Ella sí percibe “un empuje y mayor visibilidad de la foto hecha por mujeres”.
A unos kilómetros, el Museo Barjola se convierte, cada noviembre, en otra sede de los Encuentros, una certamen que cuenta con la financiación de la Consejería de Cultura del Principado de Asturias y la ayuda, más logística, del Ayuntamiento. En una de sus plantas se expone, hasta el 21 de enero de 2018, Miradas paralelas, que compara obras de seis autoras españolas y seis iraníes, de distintas edades y estilos. Una exitosa fórmula que llega a Asturias tras haber pasado por Madrid, Teherán, Segovia y Sevilla, un camino que seguirá, de momento, por Almería y Barcelona. La responsable de esta idea, la comisaria Zara Fernández de Moya, asegura que “desde hace un par de años hay una apuesta por la mujer en el arte contemporáneo español y un cierto impulso en la fotografía”. Sin embargo, advierte “contra el papanatismo del todo vale por ser mujer. No hay que banalizar, sino buscar trabajos que tengan un discurso”.

Entre las autoras de Miradas paralelas está Soledad Córdoba (Avilés, 1977). Artista que suma premios y becas, optó por la fotografía porque con ella puede contar "lo que no podía con la pintura", subraya. Con un estilo poético, de imágenes simbólicas, Córdoba recrea realidades que, en el caso de lo visto en el Barjola, son de mujeres encerradas, fotografiadas atrapadas por ramas, “que buscan la luz”, declara esta autora, que pide “a galerías y centros de arte una mayor atención a la obra que hacen las mujeres”.
Joven talento
La pelea por darse a conocer apenas la ha empezado la barcelonesa Neus Solà (1984), ganadora, entre 80 candidatos, de la beca nuevo talento de los Encuentros, por su obra documental sobre niñas gitanas del deprimido suburbio de La Cité, en Perpiñán. Poupées refleja una realidad de niñas maquilladas y vestidas como mujeres que, “cuando cumplen los 13 años, pierden esa libertad, porque son sacadas de la escuela para casarlas”, asegura Solà, que se introdujo en esa comunidad durante meses. Aunque asegura que le “saben mal las cuotas femeninas”, cree que deben existir, quizás para remediar un mal que constatan Anta y Córdoba. Las dos dan clases de fotografía, “que suelen estar llenas de mujeres, pero luego compruebas que los jurados de los premios y los premiados son casi siempre hombres”, subraya Anta. En ese camino entre la formación y el de hacerse con un nombre, “hay algo que no funciona”.
No solo mujeres en Gijón
Los Encuentros Fotográficos de Gijón, con claro protagonismo femenino en su XIV edición, también contaron con autores masculinos. Un clásico de la fotografía española como Alberto García-Alix proyectó imágenes de Moto, su último fotolibro, y encantó al auditorio que en La Laboral escuchó en silencio sus impresiones sobre su obra y la de otros autores. José María Mellado mostró su espectacular trabajo paisajístico, un prodigio de técnica, en el Museo Barjola e impartió un taller fotográfico a los alumnos inscritos en los Encuentros.
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