Los trabajadores del Pompidou no quieren ser funcionarios
El museo parisiense lleva más de una semana cerrado por una huelga. La plantilla se opone a un cambio de régimen laboral que los convierte en empleados públicos, lo que implica una pérdida de sueldo de hasta el 30%
Los turistas se acercan a la entrada, antes de dar media vuelta encogiéndose de hombros. Alguien ha escrito un cartel con bolígrafo y lo ha pegado al cristal de la puerta: “Cerrado por huelga”. El Centro Pompidou está sellado desde el pasado lunes a causa de un parón de su plantilla, que protesta contra la modificación de su estatuto laboral propuesta por el Gobierno socialista. Entre 100 y 300 miembros del personal, sobre el total de 1.200 con los que cuenta el museo, se han sumado a la huelga contra una nueva ley que convierte a los trabajadores del Pompidou en empleados públicos. “Por increíble que parezca, los trabajadores del Pompidou hacen huelga porque no quieren convertirse en funcionarios”, resumía el sábado un editorial crítico en Le Figaro.
La reclamación puede resultar paradójica, pero tiene una explicación. Desde su inauguración en 1977, el museo ha contado con un estatuto laboral excepcional. Los trabajadores del Pompidou cobran entre un 20% y un 30% más que los funcionarios, además de contar con otros privilegios. En su tiempo, la administración francesa quiso fundar un centro de excelencia totalmente autónomo, que pudiera gestionar la contratación de su personal sin someterse a la férrea regulación de la función pública.
Cuarenta años más tarde, el Gobierno francés quiere poner fin a esa anomalía. En realidad, el cambio de estatuto era una reclamación de la CGT, que quería alterar las condiciones de trabajo en diferentes estructuras pertenecientes al Estado, como las sociedades de gestión del agua o las residencias y comedores universitarios, cuyos empleados también son contratados y no funcionarios. Sin embargo, ese sindicato es minoritario en el Centro Pompidou, lo que explica la movilización, convocada por otras dos centrales, Fuerza Obrera y la Unión Nacional de Sindicatos Autónomos.
La nueva ley estimula que, a partir de ahora, todo nuevo trabajador del Pompidou será funcionario por defecto. Los que ya trabajan para el museo podrán escoger entre mantener sus condiciones actuales o pasar a formar parte de la función pública, con el consiguiente descenso de sueldo. “Pero eso hará coexistir dos estatutos, lo que será muy perjudicial. Entendemos que esto es solo el principio. Si van a llegar otras evoluciones nefastas, es mejor que luchemos desde ahora”, ha explicado Jérôme Legavre, secretario federal a cargo del sector cultural en Fuerza Obrera, a Le Monde.
Por ahora, la huelga ha provocado una pérdida de entre 15.000 y 18.000 visitantes diarios, incluidos los usuarios de la concurrida biblioteca del centro. El Centro Pompidou fue uno de los pocos museos parisienses donde las visitas no decayeron en 2016, lo que sí sucedió en otras pinacotecas, como el Louvre (que registró un 15% de visitas menos) y el Museo de Orsay (un 13% menos), en el contexto de caída libre del turismo ligado a los atentados de finales de 2015 en la capital francesa. El Pompidou, menos dependiente de los visitantes extranjeros que otros museos, subió un 9% mientras los demás bajaban.
La fecha de la huelga no fue escogida al azar. El cierre obligó a suspender una cena de gala organizada para recolectar 500.000 euros, una cuarta parte del presupuesto anual que el museo destina a las adquisiciones de obras de arte. Los huelguistas se reunirán este miércoles, décimo día de la movilización, para decidir si siguen adelante con la suspensión. El Ministerio de Cultura francés se ha negado, hasta ahora, a aceptar la prórroga que exigen para aplicar la ley.
Babelia
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