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Muere José Luis Pérez de Arteaga, la voz de la música clásica en español

Locutor de TVE en la retransmisión del Concierto de Año Nuevo, dirigía desde 1985 El mundo de la fonografía en Radio Clásica

José Luis Pérez de Arteaga en Radio Clásica.
José Luis Pérez de Arteaga en Radio Clásica.RTVE

Con José Luis Pérez de Arteaga (Madrid, 1950) desaparece una personalidad tan grande como inclasificable en la comunicación de la música clásica en español. La del locutor brillante y locuaz de Radio Clásica y TVE, cuyas retransmisiones, entrevistas y programas han acompañado a varias generaciones. La voz inconfundible de tantas emisiones televisivas nacionales e internacionales, como la del Concierto de Año Nuevo desde Viena todos los primeros de enero. Pero también cada fin de semana en su programa radiofónico El mundo de la fonografía, donde nos guiaba, desde 1985, por el proceloso mar de efemérides y novedades relacionadas con intérpretes y compositores. Precursor en dotar de una pátina internacional al periodismo sobre música clásica, sus textos y comentarios siempre destacaron en un país tan diletante en materia musical.

Fue incluso un musicólogo que se hizo a sí mismo y se ubicó entre Federico Sopeña y Harry Halbreich. Entre el pionero en la difusión de Gustav Mahler, que continuó y engrandeció, y el conocedor enciclopédico de la música de nuestro tiempo. Aunque era abogado de formación, profesaba sólidos conocimientos musicales e incluso había estudiado piano. Comenzó a escribir sobre clásica con poco mas de veinte años en las notas de la edición española de la integral de las sinfonías de Mahler de Rafael Kubelik en Deutsche Grammophon. Después ejerció en los ochenta como director de la Enciclopedia Salvat de la Música y publicó su primera monografía sobre Mahler en 1986. Precisamente al compositor austríaco dedicó su principal libro en 2007, que reeditó y revisó en 2011. También escribió sobre Shostakovich e incluso tradujo y anotó el problemático libro Testimonio: las memorias de Dmitri Shostakovich, de Solomon Volkov, en 1991. Fue además una figura crucial del periodismo y la crítica musical desde Ritmo a Scherzo y el boletín de Diverdi, pasando por ABC y La Razón, pero también en El País donde colaboró brevemente a comienzos de los ochenta.

Nunca es difícil escribir sobre alguien a quien se admira, pero sí sobre alguien a quien se aprecia. Y José Luis fue siempre generoso y adorable con las nuevas generaciones de críticos y musicólogos. Un referente y modelo para tantos de nosotros. Compartí con él conversaciones sobre los intérpretes más desconocidos, pero también sobre los compositores más ignorados. Estaba completamente al día de todo lo relativo a música clásica, a pesar de no frecuentar mucho el mundo “internáutico”, como solía denominar a la red de redes. No coincidíamos en nuestra sinfonía favorita de Mahler (él era más de la Sexta), pero sí que admirábamos el mismo lied sobre versos de Friedrich Rückert que termina de forma hoy tristemente apropiada: “He muerto para el estruendo del mundo / y descanso en una región silenciosa. / Vivo solo en mi cielo, / en mi amor, en mi canción”. Te vamos a echar de menos, maestro.

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