Golpes de boxeo, amor y vida
La película de Juho Kuosmanen se alimenta de miradas y sonrisas, de complicidad entre el caos y la presión patriótica de todo país
EL DÍA MÁS FELIZ EN LA VIDA DE OLLI MÄKI
Dirección: Juho Kuosmanen.
Intérpretes: Jarkko Lahti, Eero Milonoff, Oona Airola, Joonas Saartamo.
Género: drama. Finlandia, 2016.
Duración: 92 minutos.
El misterio épico del boxeo, la nobleza salvaje de tumbar a un oponente mientras te mantienes en pie, su atávica e incomprensible violencia, ha conformado no pocas obras maestras del cine. Su relación con la sociedad en la que se enmarca, con la economía y la política, con la tradición y la trampa, la virtud y el pecado, ha provocado además que ciertas películas sobre el ring, el puño y la sangre hablen de la gente y del ser, de la moralidad y las grandes pasiones de la vida, con la trascendencia de los clásicos relatos épicos y trágicos. El día más feliz en la vida de Olli Mäki, curiosísima película finlandesa basada en hechos reales, abunda en la temática al tiempo que le da una insólita vuelta: a su tradicional estructura de ascenso, caída y redención de un mito; y, sobre todo, a la visión del amor en un conjunto que parece alérgico a las pasiones del romanticismo.
Mientras los clásicos del boxeo suelen ser películas sobre el deporte con una trama romántica, que nace ya esquinada por la teoría de que los flujos de la mente y el sexo perturban la concentración, Olli Mäki aporta novedades: es una película romántica con una trama de boxeo que ocupa buena parte del metraje. Lo esencial es el amor, por mucho que parezca una historia deportiva. Porque, en lugar de relatar el proceso de ascenso competitivo de un atleta, lo que cuenta es el proceso de enamoramiento de un hombre y una mujer mientras se prepara un duelo a golpes, un combate único por el campeonato del mundo de los pesos pluma.
Con una bellísima fotografía en blanco y negro que convierte las secuencias nocturnas en un sueño de amor y vida, la película de Juho Kuosmanen, su tercer largo, se alimenta de miradas y sonrisas, de complicidad entre el caos y la presión patriótica de un país con una oportunidad para darse a conocer al mundo a través de un evento deportivo. Y poco importa el diálogo en una obra donde el ambiente, el sonido de los guantes, el ruido de la marabunta y las risas de dos personas sencillas y valerosas, dos enamorados, acaban conformando un experiencia casi hipnótica.
La ruda nobleza de Jarkko Lahti y la luminosa sonrisa de Oona Airola, en la que te quedarías a vivir, tan semejantes a las de los protagonistas de Loving, otra película asentada en la mirada, te llevan así hasta el mejor de los desenlaces: el de un paradójico anticlímax climático de calmada fuerza.
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