Desde Lavapiés
'Como los pájaros aman el aire' cumplirá con lo que del autor, Martín Casariego, se espera: indagación en los sentimientos y conflictos íntimos
Desde Qué te voy a contar, premio Tigre Juan a la mejor ópera prima de 1989, hasta El juego sigue sin mí, premio Café Gijón 2014, la obra narrativa de Martín Casariego (Madrid, 1962) ha merecido otros galardones y el reconocimiento de la crítica, que ha valorado lo que sus novelas tienen de indagación en los sentimientos y conflictos íntimos.
Como los pájaros aman el aire cumplirá con lo que del autor se espera. Fernando, un hombre de mediana edad, padre de dos hijos y recién divorciado, afronta la muerte del padre —otra herida, otro vacío— desde esa nueva situación que le obliga a un cambio de domicilio y, por propia voluntad, también a un cambio de trabajo, convencido de que hasta entonces había llevado “una vida de plástico”, y decidido a que desde entonces pasaría “de querer ser lo que parecía” a “parecer lo que era; de hablar a los demás, a hablarme a mí mismo”. Aficionado a la fotografía, un día, callejeando por ese barrio “multicolor”, se le ocurre pedir a las gentes que se dejen fotografiar con las gafas de su padre —“unas gafas llamativas por anticuadas, de pasta, grandes y oscuras, provistas de gruesos cristales de miope. Unas gafas pasadas de moda”—, a modo de homenaje y restitución. Es así como Fernando conoce a Irina, a quien amará “como los pájaros aman el aire”. La historia de amor entre ambos proporciona al lector una intriga adivinable.
El resto de la novela se construye a base de una serie de secuencias callejeras que dan cabida a varios tipos bien reconocibles, que proceden del barrio —magrebíes sospechosos, un anciano amnésico, otros extranjeros— o de otros ámbitos —la enfermera que en el hospital cuidó a su padre, una sobrina adolescente incomprendida—. Estas secuencias alternan con breves recuerdos de los ausentes o de otras facetas del pasado, sueños, lecturas…, y con reflexiones sobre el amor, la vida o la fugacidad del tiempo, por lo general poco estimulantes. Porque si bien el narrador y protagonista admite que le frustraba “hablar de asuntos banales, sabiendo que por debajo corría un torrente oscuro”, no parece capaz de sacar todo a flote: extraerlo para el lector.
Como los pájaros aman el aire. Martín Casariego. Siruela, 2016. 181 páginas. 15,90 euros