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PENSAMIENTO

El maltrato animal en aforismos

El uso de la razón hace avanzar el espíritu de los tiempos, por ello la antigüedad de una tradición es más motivo de sospecha que de admiración

Cecilia, chimpancé de un zoológico argentino considerada 'Sujeto de derecho no humano' en 2015
Cecilia, chimpancé de un zoológico argentino considerada 'Sujeto de derecho no humano' en 2015

Para Arthur Schopenhauer la envidia (el dolor por el placer ajeno) es más comprensible que el morbo (el placer por el dolor ajeno): la envidia es humana, el morbo (Shadenfreude) es demoniaco. Pero pocos pensaban así en otro tiempo. En el año 80 el emperador romano Tito inauguró el Coliseo con una fiesta de 100 días en la que murieron centenares de personas, 4.000 animales domésticos y 5.000 salvajes. Por las mañanas la concurrencia se deleitaba con peleas que combinaban una gran diversidad de animales: toros, elefantes, jabalíes, leones, leopardos, liebres, rinocerontes, búfalos, bisontes, hipopótamos, cocodrilos, monos, humanos… El poeta Marco Valerio Marcial describe el caso de un toro que, tras recibir estímulos en forma de pinchazos y quemaduras, corrió enloquecido por toda la arena hasta que un elefante acabó con su vida. También hay testimonio de otro toro despanzurrado por el doble cuerno de un rinoceronte encolerizado. A mediodía tenían lugar las ejecuciones de criminales y desertores, momento que algunos dignatarios aprovechaban para salir a almorzar. Y por las tardes era cuando se programaban las esperadas luchas de gladiadores y las sanguinarias escenificaciones de batallas navales (naumaquias). El Coliseo funcionó durante cinco siglos con estos entretenidos espectáculos y sus piedras vieron morir a medio millón de personas y más de un millón de animales salvajes, toda una tradición sin duda. Sus nostálgicos debieron invocarla con furia cuando, en el año 523, se vendieron las entradas para la última carnicería. Como si lo estuviera oyendo: al que no le guste que no venga.

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1. Tras la expulsión del paraíso una voz tronó: ¡y ahora comeos los unos a los otros!

2. El progreso moral, un logro cultural con lastre natural (la vida come vida).

3. No se puede vivir sin contradicciones pero sí con las mínimas.

4. Cabras defenestradas, patos a la mar, peleas de perros o de gallos, toros con las astas en llamas, gansos decapitados por mozos a caballo…, ¿de verdad no se nos ocurre nada más divertido?

5. El dodo (Raphus cucullatus), una enorme paloma no voladora y no comestible, fue extinguida a bastonazos por los primeros europeos, al parecer no había otros pasatiempos en la isla Mauricio.

6. Hay pueblos de una rara belleza moral cuyos festejos no prevén el maltrato de un ser vivo.

7. No hay salto del progreso moral que no demande la ruina de una tradición.

8. La tradición no es argumento contra la evolución de nada.

9. La moda, con el tiempo, se cubre de polvo, polvo que luego se compacta en fina película, película que el tiempo pule y lustra hasta que alguien proclama que ha nacido una vieja tradición.

10. El uso de la razón hace avanzar el espíritu de los tiempos, por ello la antigüedad de una tradición es más motivo de sospecha que de admiración.

11. Un día soñé que llegaba al paraíso, donde me tropecé de improviso con todos los animales que me había comido a lo largo de mi vida…, nadie de los allí presentes supo bien qué cara poner.

12. La ética es la estética del comportamiento.

13. La matanza masiva de delfines en la isla de Taiji empieza hiriendo a unos pocos para que los muchos, por solidaridad, no huyan. ¿Se puede entrar en un templo después de eso?

14. El progreso moral camina sin que las personas más compasivas de su tiempo sean capaces de anticiparlo.

15. Por selección artificial hemos diseñado animales solo para comer, animales solo para experimentar, animales solo para trabajar, animales solo para acompañar y animales solo para maltratar.

16. En nombre del progreso moral y de la supervivencia en el planeta convendría negociar una enmienda al versículo 1:28 del Génesis: … fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, y en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

 17. Para que los animales tengan derechos solo hay que hacer una cosa: concedérselos.

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