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CRÍTICA | ESPÍAS DESDE EL CIELO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Drones de guerra y paz

Gavin Hood retrata en 'Espías desde el cielo' la guerra (casi) invisible de Occidente contra el terrorismo

Tráiler de 'Espías desde el cielo'.
Javier Ocaña

Hemos visto las fotos: Barack Obama, presidente, Hillary Clinton, secretaria de Estado, asesores políticos y mandos militares, miran con rostro entre compungido y concentrado una acción militar en el otro lado del mundo, con la cercanía de la tecnología y el poder de haberla mandado o poder pararla en cualquier momento. Hemos visto los vídeos del otro extremo: una casa, una fábrica, un vehículo, con gente dentro, criminales, terroristas, quizá algunos inocentes, destruidos en mil pedazos, reducidos a la nada por obra y gracia de un misil lanzado desde las alturas y la seguridad de un dron. Pero no habíamos visto la secuencia completa, toda la escalera de responsabilidades, de decisiones, de dudas y certezas, de ética e inmoralidad, de atrevimiento y calma, de legalidad y en ciertas ocasiones criminalidad, que conlleva un acto de este tipo. Lo muestra con la cadencia del buen suspense y las formas del clasicismo el sudafricano Gavin Hood en Espías desde el cielo, o el retrato de la guerra (casi) invisible de Occidente contra el terrorismo. Desde su propia casa.

'Espías desde el cielo'

Dirección: Gavid Hood.

Intérpretes: Helen Mirren, Aaron Paul, Alan Rickman, Iain Glen, Barkhad Abdi.

Género: espionaje. R U, 2015.

Duración: 102 minutos.

Película coral, película global, Espías desde el cielo contiene todos los lados de actuación: ministros, altos mandos militares occidentales, soldados, casi de videojuego, encargados de apretar el botón, asesores legales, juristas, espías en el terreno, militares aliados en África... Y Hood, huyendo del nervio y la hiperactividad del método Paul Greengrass, de la estética Bourne del espionaje, prefiere la calma en la puesta en escena para provocar el nerviosismo del suspense clásico. Así, el niño de la bomba por las calles de Londres en la mítica Sabotaje, de Hitchcock, se convierte aquí en una niña que vende un puñado de panes en el radio de acción, y de muerte, de la bomba que pretende acabar con los terroristas más buscados, con un más que probable atentado que no acabará con la vida de una niña, sino con la vida de quizá 100 niñas y sus padres.

El escenario es Nairobi, Kenia. La guerra, contra Al-Shabab, grupo terrorista vinculado a Al Qaeda nacido en Somalia. Y el subtexto, la toma de resoluciones bajo presión; la cadena de decisiones individuales que provoca un triunfo o un fracaso. Interesante en todos los sentidos, Espías desde el cielo no se queda ahí. También abarca, aunque sea superficialmente, el sinsentido del fanatismo y la guerra de la propaganda. Un aluvión de dilemas éticos desde todos los ángulos, del que el espectador es partícipe. Aunque no pueda apretar el botón o desconectar la máquina.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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