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PURO TEATRO

El clásico y la debutante

'Entremeses' ha vuelto a La Abadía tan fresca como hace casi veinte años, con un espléndido reparto. Y Cristina Genebat debuta como autora con la comedia 'Santa nit'

Marcos Ordóñez
Julio Cortázar y Luis Moreno en 'Entremeses', de Cervantes, en un ensayo en La Abadía.
Julio Cortázar y Luis Moreno en 'Entremeses', de Cervantes, en un ensayo en La Abadía.Samuel Sánchez

En el centro del escenario sigue en pie el árbol que imaginó José Hernández. Suena una polifonía de pájaros: los mozos y mozas de un pueblo castellano se encelan con señuelos de cazador. Está a punto de ver la luz el primer día de primavera y pronto comenzará una fiesta bajo la enramada: cantarán canciones y jugarán a representar algunos entremeses de Cervantes, historias burlescas de engaños y pasiones que el maestro pintó con alegres y desvergonzados colores, al itálico modo. Una idea feliz, un espectáculo feliz, una fiesta de la lengua y el teatro. Entremeses, de nuevo, en La Abadía. Hace casi veinte años, en su segunda temporada, José Luis Gómez y Rosario Ruiz Rodgers orquestaron la fiesta, que ahora firma de nuevo Gómez, sin que la sabiduría de la edad haya arrinconado la ligereza: la alegría del montaje sigue siendo el mejor espejo de la alegría de los textos. Ligereza en los cuerpos, en la palabra, en los ritmos. Joviales burlas sobre la sacrosanta honra y la limpieza de sangre, eufórica inmoralidad. Maridos bobos, gerifaltes crédulos, mujeres jacarandosas. Y los tres entremeses unidos por el hilo de oro de la ficción salvadora: los demonios de La cueva de Salamanca, que disfrazan a los amantes; el caballero pintado en el guadamecí que oculta a un galán real en El viejo celoso, y, culminación, las figuraciones puras sobre la tela blanca de El retablo de las maravillas. ¡Qué placer, qué frescura, qué talento rezuman los cómicos de La Abadía! Los de “antes” y los de “ahora”, dándose la mano, compartiendo saberes, jugando juntos. Ahí vuelve a estar Miguel Cubero, pícaro arlequinado, como el estudiante salmantino y el titiritero Chanfalla. Y Elisabet Gelabert, esa doña Lorenza que engaña con la verdad y esa Chanfalla capaz de venderle biblias a un sultán. Y también la menuda y tremenda Inma Nieto, pura encarnación del deseo y la trapisonda, pidiéndose “un frailecico pequeñito con quien yo me huelgue”, y José Luis Torrijo, que bien podría ser un hermano de sangre de Miguel Rellán. Y los de “ahora”: Palmira Ferrer, como una Maggie Smith teletransportada a un corral de comedias; Luis Moreno, que inyecta la dosis justa de patetismo al viejo Cañizares; Julio Cortázar, al que recordaré como ese licenciado Gomecillos que, por un maravilloso instante, conmueve con sus afanes de autoría a la coriácea Chanfalla; y Javier Lara, burlador y burlado, y Diana Bernedo, feliz marioneta danzante en El retablo.Todos exhalan expresividad verbal y física: juego en plenitud, pautado por la tersa, brillante, minuciosa dirección de José Luis Gómez, al son de las bellas músicas compuestas por Luis Delgado y la espléndida tarea instrumentista de Eduardo Aguirre de Cárcel, que incluye una partitura paralela de abrir y cerrar de puertas invisibles, y lluvias, y tropiezos de comedia del arte. Un eco último, un puente con la tradición: en los rostros y los tonos de los rústicos engañados creí ver de nuevo a Landa, a Garisa, a Gómez Bur. No es imposible bañarse dos veces en el mismo río cuando las fuentes siguen altas y el agua vuelve a bajar clara y con fuerza.  

No es imposible bañarse dos veces en el mismo río cuando las fuentes siguen altas y el agua vuelve a bajar clara y con fuerza

También me ha gustado mucho Santa nit, en el Club Capitol: otro festival de actores a las órdenes de Julio Manrique y Xavi Ricart, y segunda entrega de La Brutal, el equipo que presentó Timón de Atenas el pasado noviembre. Santa nit es una comedia original, divertida, emocionante, notable debut autoral de la actriz y traductora Cristina Genebat. Durante una Nochebuena se entrecruzan las historias de un grupo de personajes en la Barcelona de hoy, un poco en la línea coral de aquella Luz de guardia (2011) que Manrique y Sergi Pompermayer estrenaron en el Romea, pero con un tono mucho más esperanzado. Los guías de la trama son dos amigos en paro, Lluc (Ivan Benet), astrofísico a la caza de un cometa, y Ruben (Marc Rodríguez), en el rol del gracioso, vivaz y ocurrente de las comedias clásicas, que en el transcurso de su viaje van a toparse con un ángel y un diablo, y asistir a un sorprendente nacimiento, según marca la catalana tradición de los pastorets. La acción comienza en un terrado del Raval, baja a la calle, salta a un hospital de las afueras, localiza el infierno en una discoteca bungabúnguica llamada Peter’s Boiler (sí, los dominios de Pedro Botero), y culmina, de madrugada, en una estación de tren, donde se anudarán las peripecias.

Ivan Benet y Marc Rodríguez, ambos estupendos, son los únicos que no repiten papeles: sus compañeros, no menos excelentes, doblan e incluso triplican roles, por lo general rotundamente antagónicos, en un notabilísimo tour de force. Así, Cristina Genebat interpreta a Maria, la expareja de Ruben, a punto de dar a luz, y a una breve vecina anciana (insólito: sin caricaturización). Mireia Aixalà es Isabel, la novia de Lluc; Marta, una puta a domicilio con peluca platino y una avinagrada comadrona. Albert Ribalta es Getsé, el padre de Isabel, empozado en la depresión, y Lucio, un hiperenergético camello italiano. Ernest Villegas es Pep, un afable profesor de yoga y compañero de Maria, y Set, sibilino capo mafioso (“trabaja para la industria farmacéutica”) y demonio tentador. Norbert Martínez es el breve Jeremías, solitario y tartamudo, y un ginecólogo de guardia y un filosófico músico palestino sin nombre en funciones de guardián de la encrucijada. Los diálogos fluyen sin subrayados, son humorísticos sin buscar el chiste y cambian de marcha sin chirridos, definiendo a un personaje con cuatro réplicas: las sentencias del músico sobre religión y política, o la turbiedad casi mametiana de Set. Tal vez sea demasiado larga la primera escena y haya todavía alguna pequeña arritmia, cosa comprensible por los continuos cambios de escena y vestuario, pero ahí hay un fenomenal equipo excelentemente conjuntado, gozando y haciendo gozar del juego, y una comedia (muy cinematográfica, por cierto) que se merece durar y hacer gira.

Y otra recomendación: les quedan dos noches para ver payasos en estado de gracia en el Lliure: Rhum, el mejor homenaje posible al gran Monti, con Guillem Albà, Joan Arqué, Roger Julià, Jordi Martínez y Pep Pascual a las órdenes de Martí Torras Mayneris. Belleza, poesía, alegría bulliciosa y gamberra que no decae un solo segundo (y también pide gira a gritos).

Entremeses. De Cervantes. Dirección: José Luis Gómez. Intérpretes: Inma Nieto, Julio Cortázar, Palmira Ferrer, José Luis Torrijo, Javier Lara, Diana Bernedo, Miguel Cubero, Elisabet Gelabert, Luis Moreno y Eduardo Aguirre de Cárcer. Teatro de la Abadía. Madrid, hasta el 15 de febrero.

Santa Nit. De Cristina Genebat. Dirección: Julio Manrique y Xavi Ricart. Intérpretes: Mireia Aixalà, Ivan Benet, Albert Ribalta, Cristina Genebat, Norbert Martínez, Marc Rodríguez y Ernest Villegas. Teatro Club Capitol. Barcelona, hasta el 18 de enero.

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