Cante gregoriano, caballos, flamenco y calvario
Bartabas y Andrés Marín bailan los silencios de Tomás Luis de Victoria en 'Gólgota', mezcla de arte ecuestre y escenas del Greco
El espectáculo se titula Gólgota y va a estar un mes, hasta el 11 de mayo, en el teatro Rond Point de París antes de salir de gira por Francia e Italia. Lo ha creado Bartabas, artista y caballista francés, fundador del Teatro Ecuestre Zíngaro, a medias con Andrés Marín, bailaor sevillano, buen conocedor de la tradición flamenca e impulsor de una danza esencial e innovadora, a la manera de Vicente Escudero o Israel Galván. Un escenario negro, cubierto por minúsculos fragmentos de caucho negro y apenas iluminado, sumerge al espectador en una iglesia. Un enano saltarín ejerce de monaguillo-bufón. Un contratenor, un laúd y una corneta, vestidos como personajes del Greco, cantan y tocan la música de Tomás Luis de Victoria. Y de repente, Bartabas sale montado en un caballo de verdad, y Marín baila al son y a los silencios del canto gregoriano. Van vestidos con el torso desnudo, y se flagelan a conciencia. Y ahí empieza la Pasión.
El ragú intelectual es considerable, pero Gólgota es un espectáculo distinto y sorprendente. Desde la austeridad y el expresionismo, Bartabas y Marín consiguen que parezca natural e íntimo ese improbable cruce entre la imaginería barroca andaluza, la danza flamenca contemporánea, el arte ecuestre, la espiritualidad sin tiempo de De Victoria —al que los dos artistas consideran “un preflamenco”— y los momentos más duros del calvario, que Andrés Marín llama “la cacería de Cristo”.
Bartabas cuenta que Gólgota “nació escuchando el cante para una sola voz de Tomás Luis de Victoria, hace ya muchos años. España siempre ha sido mi pasión”, añade, “pero nunca me atreví a hacer nada con el flamenco porque me parecía demasiado tópico juntar los caballos con los trajes de faralaes y las castañuelas. Cuando vi bailar a Marín entendí que el baile flamenco había conseguido desembarazarse de sus artificios para centrarse en el compás, y pensé que era el momento de hacer algo. Gólgota es un reflejo de esas pasiones, y de mi amor por los rituales religiosos, no por la religión”.
Hace un año, Bartabas se fue desde su academia de baile ecuestre de Versalles a Sevilla para ver bailar e impartir clases de danza flamenca a Andrés Marín. Durante su estancia visitó las iglesias andaluzas, conoció a fondo las procesiones y la teatralidad del rito y se inspiró en las pinturas de Zurbarán y El Greco —uno de sus caballos se llama Zurbarán-1 La función es una sucesión de cuadros y escenas: el prendimiento, la crucifixión, la resurrección... Pero el mano a mano entre el bailaor y el centauro está punteado por momentos de juego, humor y sátira laica. Los músicos deambulan por el escenario como espectros que ofician una misa, Marín baila encima de un trono, al son de unas campanillas o sujetando dos grandes cirios, el enano brujulea y prepara la comunión...
El bailaor sevillano, de 44 años, hijo de artistas flamencos, autor del espectáculo La pasión según se mire (2010) y de Tuétano (2012), en la que bailaba al ritmo de las poesías de Antonin Artaud, está feliz por participar en la nueva aventura de Bartabas: “Es un reto bailar a dúo con los caballos. Un paso más en la evolución del flamenco hacia nuevos ámbitos y espacios. El flamenco es un baile contemporáneo más, una música más. Y los artistas tenemos el deber de extenderlo por el mundo mezclándola con otras disciplinas y músicas, probando cosas nuevas, arriesgando”.
Babelia
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