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Travolta, vivo y coleando

Dio la campanada bailando ‘Stayin’ Alive’ de los Bee Gees Y ha hecho de ese título el lema de su carrera Recibe el Premio Donostia del Festival de Cine de San Sebastián y estrena película con Oliver Stone Prepara trabajos con Robert de Niro y Al Pacino Aun así, atraviesa una racha rara

El actor el año pasado en Nueva York.
El actor el año pasado en Nueva York.UIP

Tiene cinco jets privados, incluido un Boeing 707, además de una envidiable flota de coches, entre los que se encuentran un Jaguar y un Rolls-Royce Phantom, todos en su mansión de Florida junto al aeropuerto de Greystone, donde cuenta con su propia pista de aterrizaje. Además, estrena Salvajes, con Oliver Stone (la próxima semana en España) y prepara películas con Robert de Niro (Killing season, un thriller con la guerra de Bosnia como telón de fondo) y Al Pacino (la biografía del jefe de la mafia John Gotti). Y a pesar de todo, no atraviesa una buena racha. Tras mitigar el trágico golpe de la muerte de su hijo Jett, de 16 años, con la llegada de su nuevo retoño, Benjamin, junto a su esposa Kelly Preston, con la que también tiene una hija, ahora se ve asediado por las informaciones que le acusan de avances sexuales no deseados con dos masajistas. Las denuncias posteriormente retiradas han renovado los comentarios sobre las supuestas inclinaciones homosexuales del actor que enamoró a toda una generación con Fiebre del sábado noche y Grease y encontró una segunda oportunidad en Hollywood gracias a Pulp Fiction.

Trailer de Salvajes, la última película de Oliver Stone.

Pero, por encima de todo, Travolta es una estrella, y como tal se comporta durante la entrevista en el hotel Four Seasons de Beverly Hills (EE UU). Su saludo no puede ser más cálido. Hasta excesivo. Su mirada impresiona, lo mismo que su presencia, y por muy afable que sea con esa sonrisa perfecta siempre a mano y esos ojos penetrantemente azules, percibes la distancia desde el primer momento. Travolta, de 58 años, impone también por su talla (1,88). Nadie como él sabe lo que es mantenerse vivo en una industria poco dada a segundas oportunidades. Pocos como él son capaces de reinventarse cada década, pese a los escándalos y fracasos. Nadie como él es capaz de mantener esa sonrisa en medio de la adversidad: “No soy consciente de que me reinvente tanto como dicen. Lo que sí es cierto es que nunca he trabajado tanto y tan bien como desde que me crucé con ese segundo golpe de viento a favor que fue Pulp Fiction. Tengo nuevas ideas, siempre encuentro nuevos motivos de inspiración y suficientes razones para mantenerme vivo, para seguir alerta. Así que no es nada calculado. Pero, bueno, sí, supongo que sé cómo reinventarme”. Un momento de silencio, y añade: “Lo mío es suerte… Dos golpes de suerte. El de Fiebre del sábado noche y Grease, y el de Pulp Fiction. Los dos momentos que dieron forma a una carrera que me permite estar aquí ahora”, recuerda siempre agradecido a los Bee Gees y a un Quentin Tarantino que devolvió al firmamento a una estrella caída en el olvido.

Es famoso por haber dicho no a ‘Días del cielo’, ‘American Gigolo’, ‘Oficial y caballero’, ‘Apolo 13’ y ‘Forrest Gump’

Porque Travolta, además de suerte, tuvo oportunidades, muchas; lo malo es que no siempre optó por las que debía. Días del cielo, American Gigolo y Oficial y caballero fueron los pases más notables que le dieron una carrera a Richard Gere a costa de los no de Travolta. Y Splash, Apolo 13 y Forrest Gump algunos de sus otros no que en este caso favorecieron a Tom Hanks. “Soy muy competitivo”, admite sin ahondar en el pasado y con una sonrisa histriónica impenetrable ante un tema que le incomoda. “Yo estoy orgulloso de mi carrera. De toda. Es hermosa y variada”.

Por todo este ciclón, su nuevo trabajo en Salvajes, película que le coloca por primera vez a las órdenes de Oliver Stone, ha sorprendido. Se trata de un experimento multigeneracional basado en la novela del mismo título de Don Winslow que con un presupuesto de poco más de treinta millones de dólares –bajo para los estándares de Hollywood–, se adentra en el mundo del narcotráfico en una mezcla de comedia, violencia y drama, todo ello siguiendo las pautas excesivas e histriónicas típicas de Stone. Actor y director estaban interesados en trabajar juntos desde hacía años, pero no terminaban de encontrar el momento, el proyecto adecuado. “Incluso para esta película Oliver consideraba que mi presencia era muy fuerte; solo cuando consiguió equilibrar el reparto con la presencia de Salma Hayek y Benicio del Toro, solo entonces, tiramos hacia delante”. Y añade: “Oliver es fascinante como lo es Quentin, como lo son los grandes directores. Oliver es más consciente de cada uno de tus movimientos; Quentin te deja ir, quiere ver hasta dónde llegas”. Resultado: uno de los trabajos de Travolta mejor recibidos por la crítica en los últimos años, un papel en el que combina su aire suave con ese lado mucho más peligroso que posee dentro y fuera de la pantalla. “Es gracioso que ese lado oscuro sea el que me ha dado una carrera más variada, algo que descubrí con Pulp Fiction y que exploté en Alarma Nuclear y Cara a cara (Face/Off). Y tengo que reconocer que son personajes que me dan gran placer, aunque yo de verdad que me siento mucho más como un gatito adorable”. Pequeño silencio y añade: “O como un jaguar”.

Es gracioso que el lado oscuro me haya dado una carrera más variada. Yo me siento más un gatito adorable”

Si Pulp Fiction marca un punto decisivo en la carrera de Travolta, más determinante aún es otro elemento en la vida de la estrella: su pertenencia a la cienciología. A ella llegó desde la fe católica en la que se crio, tras sufrir dos fuertes golpes emocionales: la muerte de su primer gran amor, Diana Hyland, 18 años mayor que él, y de su madre. Muchos atribuyen a esta Iglesia (secta para otros) tanto los logros como los fracasos del actor. Travolta, solo los logros. Tanto su forma física: “Juego al tenis cinco días a la semana, vigilo mi dieta, como yogur griego a diario, y por supuesto está mi cienciología, que me mantiene sano”. Como la emocional, sobre todo en los momentos más duros, como la muerte de su hijo hace dos años: “Fue un tiempo duro en el que trabajamos todos los días con nuestra Iglesia”. Sin embargo, para muchos la cienciología pudo tener también parte de responsabilidad; los críticos opinan que la muerte de Jett podría haberse evitado con el debido tratamiento al autismo que padecía, en vez de seguir los consejos de esta organización en estos casos, que se centra en las vitaminas y curas espirituales.

Está por ver cómo le ayudarán sus creencias en estos nuevos momentos amargos, cuando, en lugar de esa prometida biografía en la que estaba volcado hace unos años, parece que llegará antes a las librerías la supuesta confesión del piloto Doug Gotterba, el hombre que asegura que mantuvo un affaire con Travolta en la década de los ochenta. Él –haciendo honor al Stayin’ Alive de los Bee Gees que bailó con tanto éxito– no se amedrenta. “Me encantaría hacer un musical al año. Con Shirley McLaine. O con Barbra Streisand. Soy vieja escuela. Estoy esperando a que alguien me sorprenda”. Momento de silencio y añade: “Mi único problema en Holly­wood es que empecé muy alto. Y lo único que me vuelve loco es ser malinterpretado, y es algo con lo que tengo que lidiar a diario”.

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