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BIOGRAFÍAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Miguel Delibes y su sombra alargada

En la amplísima bibliografía de Delibes, el gran clásico popular, como subtitula Buckley su libro, hay un título, menor acaso, que pasa desapercibido entre sus grandes novelas y que a mí siempre me ha interesado. Se trata de un diario, Un año de mi vida (1972), que le arranca casi a la fuerza —esta era una imagen que a Delibes le gustaba mucho dar— su editor, José Vergés, quien le insinúa en 1970 que por qué no escribe un diario, sus lecturas, sus impresiones, sus venturas y desventuras cinegéticas, sus alardes trucheros, sus inquietudes ecologistas y rurales, etcétera; un año de su vida, en fin. Delibes se escandaliza, aparentemente, a quién le va a importar sus cosas, él es consciente de las limitaciones de su personalidad literaria, ese adanismo que viene arrastrando desde siempre, y además a él —se justifica— cualquier desahogo intimista le repugna: repugna, qué contundencia tan castellana. Pero lo escribe, claro, anota un año de su vida, primero en la revista Destino y luego en libro.

Pues bien, releyendo este diario para acompañar la lectura del libro de Buckley, uno se da cuenta de que todas las posibles caras de ese calidoscopio que explican a Delibes, escritor, pero también ciudadano, están ya ahí, en aquel diario, con sus lecturas del año —el descubrimiento de algunos del boom latinoamericano, por ejemplo—, con sus vagabundeos por la naturaleza, buena pluma, buena escopeta, hábil con los aparejos de la pesca y también ciudadano responsable que igual protesta, individualmente, eso sí, por un abuso policial, con resultado de muerte —tres obreros, en Granada, aquel verano—, por un maltrato estudiantil en una comisaría o por un consejo militar con peticiones de pena de muerte. Ciudadano. Todos los que nos hemos acercado a Delibes, como periodistas (autores de libros de conversaciones con él, desde luego, decisivo, el de César Alonso de los Ríos, yo mismo, o Ramón García Domínguez, su más completo biógrafo) o como estudiosos (locales o extranjeros, que fueron legión) de su mundo literario tan conocido y aparentemente tan claro y evidente, todos, unos y otros, hemos barajado, de distinta forma, más o menos, pero casi todos con los mismos naipes. Pero dando juego, él.

Ramón Buckley, viejo estudioso de la obra literaria de Delibes, ha vuelto ahora a ella para releyendo sus novelas intentar conseguir —y lo ha conseguido— que aparezca otra vez el hombre, el escritor; un hombre de media docena (larga) de convicciones, pero firmes, y en radical e individual independencia, y un escritor que alardeaba —como sus viejos campesinos castellanos, con aire zumbón— de adanismo, pero que escribió, en 50 años, algunas de las mejores novelas españolas del siglo pasado. Un escritor, un clásico popular, al que se ha acercado Buckley, título a título, no con prurito de sorprender, de asediarle por flanco descuidado —Delibes es un escritor tan leído como analizado, y con complicaciones intelectuales, las justas—, sino para volvérnoslo otra vez a poner delante, para acercárnoslo. No ha escrito, pues, una biografía al uso, tampoco ha intentado mostrar una originalidad sorprendente o desconcertante (a mí, viejo lector, como a él, me ha sorprendido mucho el episodio del secuestro del cónsul alemán cuando el Proceso de Burgos, tal como se lo han contado sus hijos, y que desconocía), pero sí ha hecho un libro que deja ver, perfectamente, al hombre, y su sombra alargada, lo que no es poco.

'Miguel Delibes, una conciencia para el nuevo siglo'

Ramón Buckley . Destino.

Barcelona, 2012

281 páginas. 19,50 euros

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