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Tentaciones
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Crítica de discos Música electrónica

Byetone: 'Symeta'

Electrónica

Daniel Verdú

Es cierto que Byetone no ha generado ninguna ruptura con el lanzamiento de Symeta, y puede ser también que no haya transformado radicalmente la manera en que escuchamos la música electrónica. Pero Olaf Bender, cofundador de Raster-Noton y decidido evolucionador del sonido del sello experimental alemán, sintetiza a la perfección un cambio de paradigma, más bien un retorno inteligente al tecno de los noventa que recorre las cabinas de clubes europeos y que con tanta tozudez ha encabezado la tiniebla de Berghain en Berlín en los últimos tiempos, donde ni una sola noche, por cierto, nadie se rindió a los encantos del dubstep inglés y a sus ritmos quebrados (que ya no interesan ni a quienes los popularizaron, entregados hoy en cuerpo y alma al 4x4 del house).

Olaf Bender escribe aquí una clara continuación de Death of a Typographer, su anterior largo, acentuando todavía con más la fuerza de los beats y las texturas rugosas rayanas en algunos pasajes al electro de piscifactoría. Un paisaje a medio camino entre el tecno y la abstracción, donde los microsonidos y los glitch (supuestos errores sonoros) tan marca de la casa en Raster Noton dan paso a un sonido digital más cálido y a unas sacudidas rítmicas de padre y señor mío que te dejan las muelas lijadas de tanto apretarlas. Pero su fuerza no está en el bombo, sino en el magnífico manejo del tempo que tiene Bender y en la ausencia de un golpe mortal que corte la hemorragia de adrenalina en ninguno de los temas.

Un disco de siete cortes de más de 40 minutos que, en realidad, podría casi ser un live (de hecho la última parte posee exactamente ese aroma y aire de improvisación) con un sentido unitario que evoca el recuerdo de los dos últimos años que ha pasado Byetone dando tumbos por los clubes del mundo. El álbum, al final, es un alarde hasta el último segundo de recursos sonoros atemporales en la tradición electrónica: la falta de retórica barata contribuye a despistar y a no acusar el paso del tiempo. Y al final, el contraste simétrico con el que juega el título se traslada al disco: Si Opal es un viaje a la rave, al club con paredes de hormigón donde rebotan los bajos como pelotas de goma, a partir de Helix, comienza una especie de parábola de guitarras de banda de rock, incluso con un cierto aire —no está claro si irónico— a heavy metal.

Byetone, a quien hoy puede encontrarse compartiendo camerino de festival con Modeselektor o Marcel Dettman, representa también un cierto cambio de dirección del sello en el que publica. Hay vida más allá de los experimentos sónicos basados en errores de impresoras y demás electrodomésticos antediluvianos. Incluso Alva Noto, el capo de Raster Noton, se marcó este año una mixtape impresionante y muy en la línea de Symeta para Resident Advisor (http://depositfiles.com/en/files/v9oadk85v), un antídoto industrial de mucho cuidado para los que algún día bostezaron con los inventos de Carsten Nicolai. Una evolución que mantiene al sello cerca de la pista de baile sin renunciar a su complejidad diseñada para auditorios de museo.

Byetone sigue sonando un tanto austero, experimental, inteligente, geométrico… Pero su música resulta notablemente más emocionante que oír crujir frecuencias de microsonidos, verlos desfilar por una pantalla de leds y marcharse a casa con un calentón de mucho cuidado ahí abajo.

Valoración: 0 ABERRANTE, el mundo sería mejor sin él; 1 PRESCINDIBLE, nadie se acordará de él; 2 PASABLE, para incondicionales; 3 ACONSEJABLE, en su estilo merece la pena; 4 INDISPENSABLE, un éxito asegurado; 5 OBRA MAESTRA, uno entre un millón.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona en 1980. Aprendió el oficio en la sección de Local de Madrid de El País. Pasó por las áreas de Cultura y Reportajes, desde donde fue también enviado a diversos atentados islamistas en Francia o a Fukushima. Hoy es corresponsal en Roma y el Vaticano. Cada lunes firma una columna sobre los ritos del 'calcio'.

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