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"La música aún sirve para cambiar el mundo"

El popular cantante francoargelino Khaled, estrella del festival Womad

Anda el francoargelino Khaled Hadj Ibrahim (Orán, 1960) inmerso en plena gira estadounidense, pero este sábado hará un paréntesis para erigirse en cabeza de cartel del Womad de Las Palmas de Gran Canaria en su decimonovena edición. El festival isleño de músicas étnicas también ha sufrido la cruda dentellada de la crisis, con solo una noche de conciertos y un presupuesto recortado en un 60 por ciento (de 700.000 a 270.000 euros), pero el padre del raï persevera en su optimismo contumaz. "La crisis es tremenda y la industria musical está con la lengua fuera, como los perros", admite, "pero soy de los que piensa que la música aún constituye uno de los principales vectores para cambiar el mundo".

El autor de las contagiosísimas canciones Didi o Aïcha apenas publicó un par de álbumes durante esta última década, pero se ha conjurado para no detenerse ni un momento. Estrenará nuevo disco en febrero. "Grabándolo me he sentido joven y sabio a la vez", asegura.

Mantiene una abigarrada agenda de conciertos y ha seguido con mucho detalle las revueltas árabes de este año, un fenómeno que contempla esperanzado. "La muerte de Gadafi, como la de Sadam Husein en su momento, era inevitable en este punto del conflicto. No me sorprendió", anota con cierta frialdad. "Lo importante es que tanto los libios como los tunecinos tienen más cerca ahora recobrar la paz y la prosperidad. El mundo está cambiando, no solo en los países árabes. Y cuando el pueblo se une para asumir el poder, es más sencillo eliminar la corrupción de las clases dirigentes".

Khaled siempre fue un luchador y sabe de lo que habla. Víctima en su día de las amenazas de los fundamentalistas islámicos ("la gente de mi entorno aún recibe llamadas intimidatorias, pero los integristas son unos acomplejados, personas que no se aprecian a sí mismos"), reivindica el compromiso y la mezcla de culturas. "En los años treinta", rememora, "los cantantes de Orán ya utilizaban el raï para expresarse contra la ocupación francesa y rebatir todos los tabús de la sociedad argelina, desde el alcohol al sexo. Raï equivale a opinión y yo también quiero exponer mi experiencia y visión de las cosas. Es una música apasionante que he querido casar con otros sonidos más occidentales".

Esto último explica los recelos de los más intolerantes, claro, pero este Embajador de Buena Voluntad de la ONU no se amedrenta. "Los músicos no podemos permanecer en silencio porque podemos ayudar a la paz entre los pueblos", insiste. "Yo protesto, a mi manera, contra las cosas que no me gustan en este mundo que nos rodea. Me siento próximo a esos jóvenes españoles que salen a la calle porque, pese a sus estudios, no encuentran empleo. Y me sublevo contra esa Europa que ya no gobiernan sus políticos, sino unos bancos a los que la propia crisis les sirve para enriquecerse aún más. Es una situación que me asquea".

La música de Khaled es uno de los platos más esperados mañana en el grancanario Parque de Santa Catalina, pero el menú de este decimonoveno Womad, aun menguado, conserva otros focos de interés: los berlineses 17 Hippies, el blues del australiano CW Stoneking o el congoleño Baloji, con su híbrido de afrobeat y hip-hop, entre otros. A sus 51 años ("pero soy del 29 de febrero,así que solo tengo 14"), Khaled se confiesa en su salsa en este tipo de eventos multiculturales. "Me quito el sombrero ante figuras como Peter Gabriel", concluye. "Él fue el primero en experimentar y dar una oportunidad a músicos de otras latitudes. Entonces no teníamos ninguna ocasión de ser conocidos; él fue quien abrió la puerta".

El cantante francoargelino Khaled.
El cantante francoargelino Khaled.
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