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Quinielas abiertas para el León de Oro de Venecia

Finaliza la Mostra sin un claro favorito para alzarse con el máximo galardón del certamen

Un león, dorado y con alas, anda suelto hoy por los canales de Venecia hasta que lo capture mañana uno de los 21 directores que compiten por la mejor película de la 65 edición de la Mostra. Muchos son los cazadores y, aunque unos son más diestros que otros, todos tienen una oportunidad porque quién decide es un jurado -presidido por el cineasta Wim Wenders- y sus circunstancias.

Las quinielas, con los favoritos, los descartados y los medio pensionistas, son para todos los gustos, hasta el punto que hoy un periódico italiano, para no errar en el tiro, colocaba como "premiables" a las 21 películas.

Y eso que el festival este año ha sido, a juicio de crítica y público, "más flojo" que en anteriores ediciones. De esa apreciación han tenido la culpa dos o tres películas sin historia, es decir, que no contaban nada, y tres de las cuatro películas italianas, con participación de Mediaset, o sea de Silvio Berlusconi, peaje nacionalista que ha tenido que pagar este año la Mostra.

Entre las películas sin historia figuran "Gabbla" del franco argelino Tariq Teguia y "Dangkou" (Plastic City) del chino Yu Lik-wai, ambas con un soberbio tratamiento de la imagen, pero más próximas al vídeo arte y a la salas de exposiciones que a las de cine.

Las tres italianas son Il seme della discordia de Pappi Corsicato, Il papa di Giovanna, de Pupi Avati, y Un giorno perfetto, de Ferzan Öspetec, reproduciendo las tres historias de amor, más o menos trágicas, pero siempre guardando el sentido tradicional de la familia: marido, mujer e hijos, cada uno en su papel bíblico.

Así pues nada de conflictos profesionales, nada de orientaciones sexuales distintas, nada de guerras ni malos tratos ni abortos, todo es "amore"... o desamor, un clásico del cine italiano. A esas películas se une una que, con historia diferente y todo, no ha gustado a casi nadie: la francesa Inju, la bête dans l'ombre de Barbet Schroeder, una película de misterio y de suspense, que cierto público la vio más como comedia.

A partir de ahí, y sin descartar los caminos insondables del jurado, la pugna por el León de Oro se abre mucho, pues "mejor" y "mediocre" son dos adjetivos que crítica y público manejan a su antojo, como por otra parte es natural cuando de cuestiones de gusto se trata.

A los críticos les ha gustado más, por ejemplo, Bumaznyj Soldat del ruso Aleksei German, una fábula sobre el aburrimiento de la Unión Soviética, aunque el director quería habla de la muerte, la vida y el amor; y Teza, del etíope Haile Gerima, que narra -y para variar acierta- las vicisitudes de los intelectuales en África, tomando como ejemplo la historia reciente de Etiopía.

Los especialistas también apuestan por Vegas: based on a true story, del iraní afincado en Estados Unidos Amir Naderi, que muestra como los sueños inalcanzables se pueden convertir en ediciones. La paradoja de esa película es que la adicción al cine de su director la ha convertido en un sueño.

El público, en cambio, ha dado sorprendentemente opciones a la cinta L'autre de Patrick Mario Bernard y Pierre Trividic, una difícil película francesa sobre una mujer torturada con desdoblamiento de personalidad. El filme de dibujos animados The sky crawler, una inquietante reflexión del japonés Mamoru Oshii sobre el infantilismo que en su opinión genera la paz, es otra de las mejor valoradas por el público, lo cuál a su vez es también inquietante.

Luego vienen las películas en las que coinciden los que pagan la entrada y los que no, otra forma de ver al público y a la crítica, como por ejemplo The Wrestler en la que el neoyorquino Darren Aronofsky muestra que la historia del boxeador acabado aún funciona y más si quien la interpreta es Mickey Rourke, favorito indiscutible a la Copa Volpi al mejor actor.

También gustaron a especialistas y aficionados Rachel getting married de Jonnathan Demme, un Festen a la estadounidense, con Anne Hathaway, y The burning plain, la primera película como director de Guillermo Arriaga, en la que demuestra que pudo haber rodado Babel -de la que escribió el guión- y con la que Charlize Theron puede alzarse con la Copa Volpi a la mejor actriz. A esas se añaden The hurt locker de Kathryn Bigelow, que unos ven como una película con mucha testosterona y otros como una machada.

Para ganar el León de Oro, esas tres películas tienen en su contra que, además de gustar al público y a la crítica, son muy comerciales, algo que en la Mostra no suele gustar a los jurados. Y por ahí es donde se abre el hueco para los asiáticos, Takeshi Kitano, con su Akires to came o "era gracioso que yo, una simple célula, me tomara la vida tan en serio", como dijo el escritor Kurt Vonnegut, y Hayao Miyazaki con su película para niños Gake no ue non Ponyo.

Pero tampoco se puede dejar fuera la turca Süt de Semih Kaplanoglu, la alemana Jerichow de Christian Petzold, y la italiana Birdwatchers de Marco Bechis, ya que las tres son de exquisita corrección cinematográfica y política.

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