Insólitas tormentas castigan el desértico sur de Egipto con una plaga de escorpiones
Las fuertes lluvias, atribuidas a los cambios en el clima y que han dejado tres muertos, arrastraron un gran número de estos arácnidos a zonas habitadas y 500 personas tuvieron que ser atendidas por picaduras
Una ola sin precedentes de lluvias torrenciales e inundaciones ocurrida en el desértico sur de Egipto a lo largo del pasado fin de semana ha dejado tres muertos, medio millar de personas atendidas por picaduras de escorpiones e importantes pérdidas materiales, en una nueva muestra de la amenaza que representan las variaciones del clima para el país árabe.
Las severas inclemencias meteorológicas, que también incluyeron fuertes vientos y tormentas de polvo, empezaron a producirse la noche del pasado jueves, y han azotado la cordillera del Mar Rojo y gobernaciones del Alto Egipto, particularmente la cálida Asuán, en el extremo sur del país. “Esto puede ocurrir en el norte de Egipto, en el Delta [del Nilo], incluso en el centro de Egipto, pero no en [las sureñas] Qena, Luxor o Asuán”, explica el director del Centro de Información sobre el Cambio Climático del ministerio de Agricultura egipcio, Mohamed Fahim, a EL PAÍS. “Hace unos 20 años hubo fuertes lluvias en Asiut, que se encuentra en el centro de Egipto, pero nunca en Asuán”, asegura.
Uno de los efectos que más alarma ha generado han sido los escorpiones, que fueron arrastrados por la lluvia en grandes números hacia zonas habitadas, muchos hasta dentro de viviendas. En total, 503 personas tuvieron que ser atendidas y recibir inyecciones de antisuero contra las picaduras de estos arácnidos, que aun así no provocaron ninguna muerte, según informó el ministerio de Salud egipcio en un comunicado. Pese a que estos incidentes no son infrecuentes en la región, el peligro que conllevaba el nuevo escenario llevó al director del sector de medicina preventiva del ministerio, Ala Eid, a recordar que los síntomas de la picadura son un fuerte dolor en la zona en la que se produce, además de los síntomas habituales de envenenamiento, como fiebre, sudoración, vómito y diarrea.
El paso del temporal dejó alrededor de 500 casas total o parcialmente derruidas, lo que ha obligado a las autoridades locales a tener que distribuir ayuda básica y a equipar algunas instalaciones para acoger a los cientos de familias afectadas, según ha informado la gobernación de Asuán, que todavía sigue examinando los daños. Las intensas lluvias también provocaron que varias estaciones eléctricas quedaran fuera de servicio, inundaciones en calles y en viviendas y la caída de árboles y de postes de alumbrado.
Egipto es un país muy vulnerable a los efectos de las variaciones en el clima, que están causando fenómenos meteorológicos cada vez más extremos. “Asuán se encuentra en el sur de Egipto, y esta región no es una zona de precipitaciones, se encuentra en una zona seca, por lo que no es normal que se produzcan precipitaciones en absoluto”, desliza Fahim. “La tendencia de las lluvias está cambiando durante este período [del año], porque no estamos en invierno, sino que aún estamos en otoño. La lluvia es un evento climático extraño en la zona, y forma parte de estas variaciones del cambio climático”, agrega.
Informe de la ONU
El temporal registrado en Asuán y en el resto del sur de Egipto va en línea con lo pronosticado por el sexto informe de evaluación del Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU publicado el pasado agosto. En él, la organización alertó de que, en la región del Sáhara, donde se encuentra la mayoría del país —a excepción de su larga costa mediterránea—, se prevé, precisamente, un aumento tanto de las precipitaciones intensas como de las inundaciones pluviales para mediados del siglo actual.
“Normalmente no llueve mucho en otoño, pero en vista de los cambios climáticos, que afectan a todo el mundo y que afectan también a Egipto, las lluvias fueron más abundantes”, constata a EL PAÍS el director del centro de análisis y previsión de la Autoridad Meteorológica de Egipto, Mahmoud Shaheen.
Este mismo año, las temperaturas irregulares, el aumento de la humedad y las variaciones en los cambios estacionales registrados en Egipto ya han afectado gravemente las cosechas de mango, cuya producción ha caído entre un 30 y un 50% según el lugar y la cuenta, así como las de aceitunas, que se han derrumbado alrededor de la mitad. En ambos casos, el revés se ha atribuido a los cambios en el clima, que están demostrando tener unos efectos nefastos para el país, muy dependiente respecto a la producción agrícola del delta del Nilo, una de las zonas del planeta de mayor vulnerabilidad, según el IPCC.
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