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Twitter disuelve su equipo en Bruselas y dispara las alertas sobre la seguridad de la plataforma

La red social pierde al equipo encargado de vigilar el cumplimiento de la normativa europea sobre desinformación y mensajes de odio

Elon Musk, dueño de Twitter.
Elon Musk, dueño de Twitter. SAMUEL CORUM (AFP)
Gabriela López Escalante

Elon Musk sigue moviendo fichas en un tablero de ajedrez que solo él parece entender. El nuevo dueño de Twitter ha disuelto la sede de la red social en Bruselas, en la que se concentraba el equipo encargado de la política digital, a través de quienes pasaba el escrutinio sobre las normas impuestas por la Unión Europea para luchar contra la desinformación y los discursos de odio.

Con este vacío, se han disparado las alarmas que ya rondaban la plataforma previamente al cierre de la operación de compra: que el nuevo Twitter bajo el liderazgo de Elon Musk, conocido por su carácter volcánico y provocador, dejara de ser un entorno seguro para los usuarios y diera paso a un vórtice repleto de desinformación, mensajes de odio y polémicas.

Julia Mozer y Darío La Nasa, quienes estaban a cargo de la política digital de Twitter en Europa, dejaron la empresa la semana pasada, según ha asegurado este jueves Financial Times, aunque no está claro si salieron de la empresa de forma voluntaria o como parte de los despidos masivos de Musk. Los ejecutivos lideraron el esfuerzo de la compañía para cumplir con el código de desinformación de la UE y la histórica Ley de Servicios Digitales del bloque comunitario, que entró en vigor la semana pasada y que establece nuevas reglas sobre cómo las big tech deben garantizar la seguridad de los usuarios en línea.

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La ausencia del personal en Bruselas se repite en otros países, como Francia e India. Estos territorios han sido testigos también del éxodo de directivos de Twitter que tenían puestos clave para tratar con funcionarios de los gobiernos locales. Su salida abre ahora la incógnita sobre si la plataforma cuenta con la plantilla suficiente en las oficinas regionales para garantizar el cumplimiento de las leyes locales diseñadas para vigilar el contenido online, lo que podría exponer a la empresa a importantes demandas en un contexto en el que se ha incrementado la vigilancia sobre las big tech.

Los recortes en la plantilla y la cascada de renuncias han vaciado equipos claves de Twitter. De los 7.500 trabajadores que había antes de la adquisición de Musk, quedan apenas unos 2.500. El impacto se ha notado sobre todo en las secciones encargadas de la política gubernamental, los asuntos legales o la división de "confianza y seguridad" de Twitter; en esta última se redactaban las reglas de moderación de contenido, precisamente una de las grandes preocupaciones de la decena de anunciantes que han decidido abandonar la red social.

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