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Editorial
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Una ley de startups que debe servir de modelo para otros sectores

CINCO DÍAS

El Gobierno prevé aprobar hoy en Consejo de Ministros la futura ley de startups, un texto con el que se quiere impulsar la creación de empresas innovadoras y de base tecnológica y amparar su crecimiento, así como convertir España en un foco de atracción de conocimiento y talento tecnológico. El texto, que ha superado ya el trámite de audiencia pública, apuesta por reducir barreras burocráticas y establecer incentivos fiscales diseñados a medida para este tipo de compañías. Es el caso de la rebaja del tipo del impuesto sobre sociedades del 25% al 15% durante un máximo de cuatro años, la posibilidad de aplazar durante dos años las deudas fiscales, el ventajoso trato tributario dado a las opciones sobre acciones, los incentivos a la inversión en este tipo de compañías o la decisión de eliminar la doble cotización a la Seguridad Social para aquellos emprendedores que mantengan de forma simultánea un empleo por cuenta ajena durante los tres primeros años.

Desde el sector de las startups se insiste, entre otros aspectos, en la conveniencia de que la norma no excluya de sus beneficios a los denominados emprendedores en serie, aquellos que hayan fundado dos startups anteriormente o que se hayan beneficiado de ayudas similares y que representan en torno al 60% de los emprendedores en España. Parece una crítica razonable, si se tiene en cuenta que una de las barreras clásicas al emprendimiento en España es la estigmatización de las personas que han fracasado en un proyecto empresarial anterior, en lugar de valorar el empuje y la experiencia que esos ensayos entrañan, como ocurre en la cultura anglosajona.

Más allá de los aspectos mejorables del texto, la ley que aprueba el Gobierno constituye un modelo de lo que debería ser, en general, una regulación favorable a la libertad de empresa y al emprendimiento. Pese a que su aplicación esté circunscrita a un modelo muy concreto de negocio, se trata de un paso adelante hacia la creación de un modelo de regulación empresarial rea­lista, pragmático y pensado para apoyar los negocios y el empleo. En la misma línea se encuadra también la nueva Ley de Formación Profesional (FP), que incluye entre sus novedades la posibilidad de que los estudiantes realicen prácticas en empresas desde el primer año en lugar de seguir perpetuando un modelo de formación no alineado con las necesidades de las empresas.

Los datos apuntan a que España alberga ya más de 10.000 startups y la inversión en el sector se ha multiplicado por 3,8, hasta alcanzar un máximo histórico de 1.900 millones de euros en el primer semestre de este año. Son razones poderosas para apoyar a un segmento empresarial con un enorme potencial de futuro.

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