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Ruptura con Reino Unido

El Brexit pone en jaque la negociación de 569 billones al año en derivados en la UE

La falta de acuerdo abre la puerta a problemas en las transacciones; la UE niega la equivalencia a las plataformas con sede en Reino Unido

El primer ministro británico, Boris Johnson, y la presidenta de la Comisión Europea,  Ursula von der Leyen.
El primer ministro británico, Boris Johnson, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. GETTY IMAGES

Ha llegado el día marcado en rojo para el sector financiero de la UE y de Reino Unido. El Brexit, sin acuerdos de calado en este tema, amenaza la negociación 569 billones de euros en productos derivados, de los que el 75% pasaban hasta ahora por la City. El comité mundial de sabios en derivados (ISDA) ha avisado de graves problemas a partir de hoy. El coordinador de las comisiones de valores del club comunitario, ESMA, considera que los riesgos son limitados y reconoce “desafíos”, pero no ha tomado ninguna medida.

El tamaño total del mercado de derivados en la UE alcanzó el año pasado 681 billones de euros, cuando el PIB español en 2020 se estima en unos 1,1 billones. Pero, a diferencia de la pesca, uno de los puntos más complicados para llegar a un acuerdo entre Reino Unido y la Unión, no se han tomado medidas para detener una posible bomba de relojería en los mercados. El importe billonario en juego es consecuencia del enorme volumen de activos sobre los que se firman los derivados.

El mercado gigante de derivados en la UE, en entredicho por el Brexit

De ese importe total, los derivados con obligación de negociarse en plataformas son los de tipos de interés en euros, dólares y libras, y también los de deuda. Quedan exentos de problemas graves los de materias primas, divisas y acciones, que suman un volumen de 112 billones (véase gráfico).

La conexión tendrá que hacerse a través de plataformas en Estados Unidos

En resumen, el club no permite operar con derivados clave ni a bancos ni a empresas europeas en plataformas con sede en Londres. Han tenido cuatro años y medio, sí, pero hasta el último minuto se esperaba un pacto de no agresión. No ha sido así. Y los problemas potenciales son enormes.

Los derivados sobre tipos de interés (interest rate swap) movieron el año pasado 557 billones de euros, de acuerdo a los últimos datos disponibles de ESMA. Estos son cruciales para anular los riesgos ligados a lo que se paga por los créditos. Las empresas suelen vincular su deuda a un diferencial, pero tienen la posibilidad de convertir el interés en fijo con un swap que le vende un banco. Este, a su vez, se cubre en el mercado mayorista.

Hasta ahora, tres cuartas partes de estos instrumentos se negociaban en mercados con sede en Londres: 19 de los 32 mercados autorizados hasta final de 2020 por ESMA estaban allí. Una parte de ellos se ha registrado en países de la Unión para tratar de paliar los problemas, como Downgate, que abrió en España en 2019 al amparo de la CNMV. Fuentes financieras señalan que, tras una negociación agónica, la UE quiere reducir a la mínima expresión la dependencia de sus 27 países de los servicios de la City. Pretende que la industria siga mudándose a Madrid, Fráncfort, Ámsterdam y Berlín, entre otras ciudades. No obstante, este éxodo es una tirita para una hemorragia gigantesca, según ISDA.

ESMA prevé “desafíos” pero descarta grandes peligros, a diferencia de ISDA

Que los mercados hayan expandido sus tentáculos más allá de Reino Unido no es una gran solución. Así podrán prestar servicio siempre que lo hagan con una firma con sede en el club, pero no cuando necesiten realizar una transacción con una que esté en Reino Unido.

La falta de equivalencia en el mercado de renta variable –los bancos y los brókeres de la UE deben comprar, salvo casos excepcionales, las acciones cotizadas en alguno de los mercados del club, pese a que también se negocien en Londres– se aplica a los centros de negociación de derivados. Así lo ha decidido la Comisión Europea en una suerte de golpe a Reino Unido en uno de los lugares que más le duele. En lenguaje coloquial, los operadores de Reino Unido y los del club dejarán de hablarse en este tema. Si no se toman cartas en este asunto en el futuro inmediato, la liquidez se resentirá al fragmentarse, y esto acarrearía impactos potenciales en los precios, según un documento de ISDA del pasado 11 de diciembre.

La solución es que las plataformas británicas empleen un intermediario – una especie de traductor– de un tercer país al que la Comisión Europea sí reconozca como interlocutor válido. Aquí es donde entran en escena las plataformas de Estados Unidos. La UE sí las valida. Y lo mismo hace Reino Unido.

Desde el sanedrín planetario de los derivados avisan, sin embargo, de que esto no es práctico e incluso advierten de que será imposible para algunos operadores.

Es más, aunque varios centros de negociación ya han establecido filiales en la Unión, no hay un mecanismo desarrollado para ejecutar las transacciones con los famosos credit default swaps (CDS), los derivados para cubrir el impago de deuda privada o pública. “Las firmas que negocien este tipo de instrumentos no tendrán otro remedio que emplear las plataformas estadounidenses”, explica en un comunicado Scott O’Malia, consejero delegado de ISDA.

El presidente de la Autorité des Marchés Financiers (AMF), equivalente gala a la CNMV, Robert Ophèle, ya avisó en un discurso del 2 de diciembre que “tratar de construir mercados de derivados en libras y dólares sin una masa crítica de actores fuertes sería perjudicial para los agentes del mercado europeo sin aportar ningún valor añadido”.

Bula para las cámaras de contrapartida

 

La negociación no, pero sí el aseguramiento. El acuerdo data del pasado mes de septiembre. Fue entonces cuando la UE otorgó a las principales cámaras de contrapartida central británicas, que asumen el riesgo de incumplimiento en las transacciones de derivados, el salvoconducto para operar con firmas con sede en la UE.

Las tres cámaras, con una bula que en principio caduca el 30 de junio de 2022, son LCH, ICE y LME. De ahí que se esperara un acuerdo también sobre los mercados en los que se negocian los derivados. Fuentes financieras señalan que esta falta de pacto supone una carta en la manga para futuras negociaciones de la Unión Europea con el Reino Unido.

 

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