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En colaboración conLa Ley
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El caso Messi o por qué nadie entiende los contratos de las estrellas del fútbol

La batalla legal entre el astro y el Barça se centra en la interpretación de una cláusula liberatoria presente en el acuerdo

Alejandro García (EFE)

La noticia deportiva del verano, el anuncio de Leo Messi de su deseo de abandonar el Fútbol Club Barcelona, se ha convertido en un culebrón jurídico por cuenta de la interpretación de su contrato. Desde el envío del ya famoso burofax, el pasado 25 de agosto, con el que el futbolista pretendió hacer valer la cláusula liberatoria contenida en el acuerdo, hasta hoy, son decenas las versiones que han trascendido sobre cómo debe entenderse dicho precepto.

La controversia no es menor. De su vigencia o no depende que el astro argentino sea libre para marcharse del Barça o, en su lugar, tenga que abonar los 700 millones de euros de su cláusula de rescisión. Casi nada.

El acalorado debate, en todo caso, plantea la siguiente pregunta: ¿tan enrevesada es la redacción de los contratos de las estrellas del fútbol como para que resulte tan difícil entender su contenido? La respuesta por parte de los especialistas es unánime: en absoluto. De hecho, aseveran que estos documentos son más bien sencillos y que la mayor diferencia entre el de un jugador de talla mundial y uno de 2ª B son las cuantías del salario y de la cláusula de rescisión.

"Son contratos que no presentan ninguna complejidad especial", describe Luis Cazorla, socio director de Cazorla Abogados. Idea que suscribe Rosalía Ortega, socia de Martínez-Echevarría. "El vínculo de un futbolista profesional con su club, sea de Primera División o de Tercera, es el mismo: una relación laboral especial. El gran cambio es lo que ganan cada uno".

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La normativa que rige los contratos de los futbolistas no es, por tanto, el Estatuto de los Trabajadores, sino el Real Decreto 1006/1985, que regula la relación laboral especial de los deportistas profesionales. Un texto que establece varias diferencias sustanciales con los contratos de trabajo ordinarios.

Las más relevantes son que el vínculo laboral entre el profesional y la entidad será siempre de duración determinada (no existen los contratos indefinidos); la existencia de una indemnización en caso de que el contrato se extinga por voluntad del deportista (la conocida como cláusula de rescisión); una indemnización por despido superior a la del resto de trabajadores; y la regulación de los derechos de imagen.

"Lo que no es común del caso Messi es la existencia de una cláusula de liberación", apunta Cazorla. Un inciso que club y jugador son libres de incluir en la redacción de su acuerdo, pero que la ley no exige.

La presión mediática

Junto con las cifras, el otro gran elemento que distingue los contratos de las estrellas del fútbol es la presión social y mediática que suele acompañar la negociación. Por ello, detalla Cazorla, las partes también suelen acordar "el relato". Es decir, cómo se comunica, por ejemplo, que un jugador ha decidido abandonar un club.

¿Hay algo de esto en la conflicto entre Messi y el Barça? El letrado así lo cree. "Asistimos al protocolo habitual de toda negociación". Las partes juegan sus cartas y la presión que puedan ejercer los medios de comunicación y la afición pueden influir. De ahí que un día tras otro aparezcan informaciones filtradas contradictorias.

En este sentido, la asesora jurídica y experta en derecho deportivo Irene Aguiar señala que cuanto más conocido es el futbolista, mayor es su poder de negociación frente al club. "Sin duda su capacidad de imponer su deseo o su criterio será mucho mayor".

Finalmente, en caso de que el desencuentro entre un jugador y su club acabe en litigio, Ortega señala que es muy relevante ante quién deba dirimirse. "Cuando negociamos un contrato, al futbolista lo que le importa es cuánto ganará, pero a mí, como abogada, quién tiene la competencia en caso de conflicto". Según explica, este puede sustanciarse ante los juzgados de lo social o ante los órganos de la FIFA, cada uno con su propio procedimiento.

En todo caso, y dado lo corta que es la vida deportiva de un futbolista, los letrados coinciden en que la mejor solución a un conflicto siempre será alcanzar un acuerdo. Lo contrario, o bien puede paralizar durante un tiempo precioso al profesional, o bien puede provocar que un club se encuentre, años después, que tiene que pagar una cantidad multimillonaria con la que no contaba.

El sudoku de la vertiente fiscal del contrato

Salario neto. Si bien la parte laboral de los contratos es relativamente sencilla, la cuestión se complica cuando hay que redactar la vertiente fiscal. "Especialmente si el futbolista es extranjero", señala Íñigo Abrego, socio de fiscal de PKF Attest. Según relata, los profesionales, cuando exponen lo que aspiran a cobrar, "siempre lo hacen en neto, con lo cual nosotros tenemos que calcular cuándo hay que pagarle en bruto para que el resultante, una vez libre de impuestos, sea esa cantidad". Esto provoca, describe, que, en ocasiones, haya varias páginas del contrato dedicadas exclusivamente a detallar la fiscalidad. Y ello resulta más difícil si se trata, por ejemplo, de un jugador que mantiene su residencia fiscal en otro país, con lo cual en España tributa como un no residente, pero en su lugar de origen debe abonar al fisco por las rentas mundiales. En todo caso, añade el letrado, entre comunidades autónomas también existe esta circunstancia porque "no es lo mismo pagar impuestos en Barcelona o en Madrid", asevera. Por último, Abrego subraya cómo la profesionalización del fútbol y la multiplicación de actores en su entorno (clubes, jugadores, representantes, etc.) ha elevado la litigiosidad en la medida en que hay más intereses en juego.

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