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‘Streaming’, el bombardeo cultural que está por venir

A partir de otoño, Disney se sumará a una encarnizada batalla con Netflix y HBO por conquistar cada hogar

EFE

A bombo y platillo: así anunció Disney la guerra. La dueña de franquicias como Marvel, Star Wars, Pixar y Fox explicó el pasado martes en Anaheim (California) su plan para los próximos años: competir con plataformas streaming como Netflix, HBO, Hulu y todas las que vengan detrás por hacerse con el dominio de lo que ve el público en casa, especialmente los más pequeños. Por ahora, la estrategia de la empresa pasa por poner a disposición del los suscriptores a partir de este próximo otoño (en España la llegada está prevista para comienzos del año próximo), a cambio de algo más de seis euros al mes, todo el catálogo de Disney, Pixar, Marvel, Lucasfilms y National Geographic al tiempo que amplían la oferta con producciones de todo tipo, tanto estrenos que llegarán a la plataforma una vez abandonen las grandes pantallas como películas y series de presupuesto más modesto.

Los expertos empiezan a preguntarse qué efectos tendrá en la propia manera de producir cine y películas la proliferación de estas plataformas: quien más, quien menos, todos hacen sus cábalas. Un estudio de Michael Wade, profesor de IMD Business School, en Suiza, estima en más de 450 millones de euros el presupuesto con el que Disney está dispuesta a entrar en el negocio. Se trata de una cifra respetable, pero que por ahora se queda lejos de los 1.800 millones de euros anuales de Apple TV, los 2.200 de Hulu, una plataforma por ahora solo disponible en Estados Unidos, los 2.400 de HBO, los 6.300 de Amazon Prime y los 13.000 de Netflix. A ellos cabe sumar el futuro lanzamiento de Discovery y NBC Universal, previstos para 2020 y cuyo nivel de inversión aún se desconoce, y Vudu, una plataforma también por ahora solo disponible en Estados Unidos que presenta suscripción gratuita.

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A la más grande de todas y la pionera, Netflix, dedicó su tesis doctoral la periodista y doctora en Comunicación Josefina Cornejo, quien se muestra optimista ante las nuevas perspectivas que se abren a los espectadores con una oferta tan extensa: “Netflix supuso un cambio completo de paradigma. Al no tener que rellenar un canal de televisión durante todo un día, se pudieron permitir ser selectivos. Y eso que antes estaban orientados más incluso al gran público. Ahora hay más variedad, más herramientas, las series son mejores. Hemos ganado”.

Con la llegada de la compañía de Mickey Mouse, reconoce, la batalla se pondrá dura de verdad: serán muchas las compañías que querrán llevarse su parte de la tarta del streaming. Verónica Heredia Ruiz, profesora de Comunicación de la Universidad de Medellín, también subraya las consecuencias positivas que tendrá esta competición: “Habrá más diversidad, más competencia y una apuesta por la diferenciación de contenidos originales en cada una de las plataformas. El usuario tendrá múltiples ofertas y será quien elija la plataforma de su preferencia”.

El profesor Wade, sin embargo, presenta en su estudio otro punto de vista acerca de la abundancia de plataformas: “Es probable que los tres [HBO, Netflix y Disney] tengan dificultades, y lo mismo ocurre con los otros recién llegados. Nos dirigimos a un grave caso de fatiga de suscripción”. Así, en su opinión, las plataformas multiplican los inconvenientes de la televisión de pago: “A medida que empezaron a surgir operadores privados como Sky o las televisiones de cable, los consumidores tuvieron que elegir a veces un paquete para obtener un determinado canal o programa. Pero con el streaming, en el futuro, esta experiencia se va a volver cada vez más frustrante. ¿Dónde puedo encontrar Westworld? ¿Dónde está Planeta Azul ahora?”. Al construir servicios que compiten directamente entre sí, explica, todos estos gigantes de los medios de comunicación participan en lo que él mismo define como un particular “Juego de Tronos”.

El futuro, vaticina, pasa irremediablemente por la fusión: “Apple, Disney, AT&T, NBCUniversal y los demás grandes actores deberían colaborar para crear una plataforma de contenido dominante. Imagínese suscribirse a un solo servicio para recibir acceso a todo, desde televisión y películas clásicas hasta los últimos programas. El mercado probablemente puede manejar dos o tres grandes plataformas, pero no más”. Cornejo tampoco descarta un movimiento de estas características: “Se ha elevado tanto la calidad que ya se ha vuelto difícil sacar cosas realmente sorprendentes. Cada una seguirá apostando por sus propios contenidos, pero no descarto la unión de varias plataformas grandes”.

Hacia un nuevo consumo

Netflix, nacida en 2007 como un servicio de alquiler a domicilio de DVD (un negocio que aún hoy mantiene en Estados Unidos y que le reporta a la compañía varios millones de dólares anuales) cambió la manera de consumir ficción, sobre todo al hablar de series de televisión. En apenas algo más de 10 años se ha pasado de las largas temporadas de más de 20 capítulos –cada uno con una duración superior a la hora– donde se estiraban las tramas para mantener al público en vilo el mayor tiempo posible, a series, como mucho, de 10 episodios de no más de 60 minutos. Con los móviles, las tabletas y las plataformas, que permiten consumir cultura entre estación y estación de tren o en mitad de un viaje en autobús, llegaron, en realidad, los atracones, como explica Heredia: “La forma de consumir cultura, especialmente series de televisión y películas, está cambiando profundamente con la llegada de los maratones de temporadas, donde el usuario tiene la libertad de escoger qué quiere ver, cuándo lo quiere ver, dónde lo que quiere ver y con qué intensidad lo quiere ver”.

No todos los críticos culturales ven con buenos ojos una libertad de elección que, opinan, finalmente resulta tan solo aparente. Es el caso del periodista Víctor Lenore, uno de los autores que más páginas ha dedicado a estudiar el vínculo entre la cultura y la sociedad de masas con libros como Indies, hipsters y gafapastas:“Se nos avecina la batalla cultural más importante de los últimos años. Creemos que estamos avanzando, pero retrocedemos”, estima, antes de ponderar que el origen del problema se halla precisamente en un exceso de propuestas que termina por saturar al espectador: “Tenemos demasiada oferta, y terminamos consumiendo determinadas series solo por socializar, de modo que, por muchas alternativas que haya, vemos lo que todo el mundo ve”.

Bajo este prisma, los nuevos formatos, más cortos, responden no solo a las necesidades de un nuevo tipo de espectador, sino que suponen la traducción a una nueva época de dinámicas que proceden de la televisión: es más fácil analizar las audiencias sobre 20 minutos que sobre hora y media. En esta tesis converge también Jesús Jiménez Varea, profesor de Comunicación de la Universidad de Sevilla y uno de los autores de Ideología política en la cultura de masas, aunque él sí ve claras ventajas a la multiplicación de plataformas: “Creo que será más bueno que malo, y que habrá un crecimiento sostenido. En el mundo del cómic, por ejemplo, a través del streaming se han simplificado productos que tenían más sofisticación expresiva, pero eso es normal, forma parte del proceso de intentar vender más”. Lenore, en cambio, teme la llegada de los monopolios: “Los grandes se están convirtiendo en gigantes, pero en la punta de la pirámide están siempre los mismos”.

Solo el tiempo disipará el debate. Por ahora, los expertos consultados coinciden en señalar que las nuevas tendencias han llegado para quedarse. Es más, probablemente, indican, las productoras incluso redoblarán la apuesta: series cada vez más cortas, de tres a seis episodios, con capítulos de no más de media hora, de trama autoconclusiva –que empiece y acabe en el mismo episodio– y articulados en muchos casos a través del sketch, es decir, de escenas sin demasiada relación entre sí, al estilo del éxito que en España ha cosechado una serie como Paquita Salas. El futuro deparará un auténtico bombardeo de ellas.

El futuro inmediato

 

Disney. Lucasfilm ultima ya Star Wars: Episodio IX. El ascenso de Skywalker, la película que concluye la saga que empezó hace 40 años. Además, Marvel sacará el año que viene una nueva saga de héroes llamada Eternals.

Netflix. El irlandés, la esperada primera película de Martin Scorsese para la platafortma, llegará a los cines el 1 de noviembre y aterrizará en el streaming el 27 del mismo mes. Muchos críticos lo han entendido como un síntoma de los nuevos tiempos que corren: el cine pierde peso.

HBO. Tras el final de Juego de tronos, hace dos semanas la compañía sacó músculo con el esperado anuncio de la nueva temporada de Westworld y la llegada de la adaptación a la serie de Watchmen, el premiado cómic de Alan Moore y Dave Gibbons.

 

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