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A Fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Trump revoluciona los mercados

Piensa que puede, al mismo tiempo, ganar las guerras comerciales y manipular los mercados a su antojo

Reserva Federal de EE UU, en Washington DC.
Reserva Federal de EE UU, en Washington DC.REUTERS

Si Trump pensaba que la guerra comercial con China le iba a salir gratis, se equivocó. Lo sucedido en la economía, comercio, mercados, monedas y todo tipo de activos es solo un episodio que encapsula un resultado global de gran calado: el pulso comercial le ha restado un punto porcentual a la economía americana en 2019. Del 3% de 2018 al 2% en la primera mitad de este año. Trump culpa a otros de su frustración porque no es solo China la que no se doblega: “La culpa es de la Reserva Federal”, dijo el presidente el día 10, “porque no baja los tipos al 1%”. Por fin lo dijo. El mercado deseaba saber el nivel de tipos de interés que quiere Trump, tras meses de presionar e insultar a su presidente, Jerome Powell.

Trump piensa que puede, al mismo tiempo, ganar las guerras comerciales y manipular los mercados a su antojo. Pero olvida que los imponderables e imprevistos son, en la economía, factores que siempre hay que tener en cuenta en la ecuación. No es la teoría del caos, pero sí la analítica predictiva. Por ejemplo: El presidente se enojó cuando los secretarios del Tesoro, Steve Mnuchin, y de Estado, Mike Pompeo, volvieron con las manos vacías tras una semana en Pekín. Las negociaciones comerciales se estancaron y Trump, asesorado por Peter Navarro (en mala hora), anunció sanciones del 10% a 300.000 millones de dólares americanos en importaciones chinas a partir del 1 de septiembre.

Imprevisto/imponderable: China devaluó su moneda, el yuan, del nivel de 7 a 1 respecto al dólar. La decisión de banco central de China cogió a Trump desprevenido y ordenó al Tesoro que calificara a China de “manipulador de monedas”. Los inversores, que observaron los acontecimientos durante la semana, temblaron de repente. Los mercados de valores (DJ, Nasdaq, SP 500) vivieron una montaña rusa, con subidas y bajadas que arrastraron las Bolsas de todo el mundo. El día 10, todos los índices estaban en negativo. A pesar de muy buenos resultados empresariales.

El petróleo quedó en 52 dólares/barril y materias primas como la soja, la plata y el oro, negociadas en los mercados de futuros de Chicago, acabaron también en negativo con la excepción del oro y los bonos del tesoro americano, las dos únicas inversiones seguras por el momento. Aunque no se hable del Ibex 35 fuera de España –menos aún en EE UU–, el índice español terminó la semana pasada muy por debajo de los 9.000 puntos. Y lo mismo sucedió en el CAC, el DAX y el FTSE, entre otros. ¿El motivo? La incertidumbre que causa la guerra comercial. La nueva globalización, que sustituye monedas físicas por criptomonedas, hace posible que los inversores institucionales norteamericanos (fondos de pensiones, capital riesgo, fondos de inversión, etc) se paren a pensar antes de tomar posiciones.

Muchos economistas norteamericanos piensan que, en el ámbito macroeconómico, Trump vive en la época de Ronald Reagan. Desde que Bill Clinton fue presidente, el mundo es plano (The World is Flat, libro de Thomas Friedman): hay vasos comunicantes en todos los ámbitos, lo cual genera efectos mariposa. La decisión de Trump de aumentar las presiones comerciales a China podría poner en peligro el crecimiento económico y la creación de empleo: de la media mensual de creación de nuevos puestos de trabajo en 2018 (222.000) se ha pasado a 156.000 entre enero y julio de 2019. El índice bursátil Dow Jones ha crecido el 16% en lo que va de año, pero aún está un 2% por debajo del nivel que alcanzó en enero de 2018.

La cuestión es obvia, hoy: decisiones en un ámbito afectan a otros porque “la moneda más importante es la información” (The Great Convergence: Information Technology and the New Globalization, de Richard Baldwin), y la información fluye instantáneamente. La Fed detectó inmediatamente que, nada más bajar un 0,25% los tipos de interés, los bancos americanos reportaron una inmensa renegociación de hipotecas en todo el pais, la mayor desde que estalló la crisis en 2007 con las hipotecas subprime.

Además, el mercado inmobiliario vive un momento excepcionalmente bueno, como refleja el índice de precios de la vivienda Case-Shiller del mes de julio, con aumentos del 20% en los 20 mercados inmobiliarios más importantes del país y del 5% como media nacional. La confianza del consumidor es la más alta en diez años; en cambio los empresarios son más cautos y, en 2019, la inversión empresarial ha disminuido casi el 5% a pesar de las contrataciones y de los formidables resultados que han reportado recientemente Apple y Microsoft, por ejemplo. Y ambas perdieron en Bolsa la semana pasada entre el 1% y el 1,9% de su valor. Las cinco grandes tecnológicas se dejaron conjuntamente 144.000 millones de dólares en capitalización de mercado. Y eso que el sector TIC-digital es el que mejor desempeño empresarial y éxito está obteniendo en Bolsa. Pero

La pérdida de subscripciones de Netflix y los problemas de Uber en tantos países -donde su tradicional competencia y la nueva le han costado caras en resultados y pérdida de valor en Bolsa-, han afectado negativamente a todo el sector TIC

Compañías tradicionales de telecomunicaciones, tecnologías de la información, bancos, etc., están comprando startups de computación cuántica, inteligencia artificial, machine learning, internet de las cosas, cloud computing, big data, etc. Disney, Fox, ATT, Broadcom y muchas otras protagonizan la actualidad en ese sentido porque las fusiones y adquisiciones no han parado este verano en América.

Como, desgraciadamente, no han parado las matanzas horribles de docenas de personas (El Paso, Dayton...) por armas de fuego, que se han convertido en uno de los temas centrales de la campaña electoral. Los candidatos demócratas culpan a Trump por su retórica y Trump le pide a la Asociación Nacional del Rifle que se intensifiquen los controles a la venta de armas.

No se sabe quién dice más despropósitos: Joe Biden afirmando que “los niños pobres son tan brillantes como los blancos” o Trump afirmando su ”maravillosa relación de amistad con Xi Jinping” en plena guerra comercial.

Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants y autor de 'Trump, año de trueno y complacencia'

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