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Los sectores a los que el coche autónomo va a revolucionar

Los vehículos sin conductor van a cambiar la manera de funcionar de muchos sectores tradicionales Las ciudades también se enfrentan al reto de esta conducción en seguridad e infraestructuras

Vehículo autónomo de Daimler
Vehículo autónomo de Daimler

El coche del futuro es eléctrico, compartido y autónomo. Esas son las características principales que marcan la próxima revolución en el sector del motor, que está mucho más cerca de lo que el gran público asume o es capaz de percibir.

Las grandes automovilísticas y tecnológicas ya están absolutamente volcadas en estos desarrollos con una fecha en el horizonte, 2021, cuando verán la luz en el mercado los actuales prototipos de BMW, Ford, Fiat Chrsyler (FCA), la Alianza Renault-Nissan o Daimler. Y otros, como el grupo Volkswagen, no han puesto fecha a la salida al mercado pero ya han presentado a su prototipo (que se llama Sedric), apuntalando su determinación de no quedarse atrás en la automoción del futuro.

Pero mientras las automovilísticas se esfuerzan, creando alianzas para invertir conjuntamente en estos desarrollos como la anunciada la semana pasada entre BMW, Intel y FCA o invirtiendo miles de millones de euros, como Tesla, que trabaja en sus pilotos automáticos casi en solitario después del accidente mortal en uno de sus vehículos con apoyos a la conducción, hay otros muchos sectores a los que el coche autónomo está llamado a poner patas arriba. Un informe de la consultora tecnológica CB Insights identifica al menos 24 tipos de negocios que tendrán que readaptarse cuando el vehículo autónomo sea una realidad.Esta es la lista de los más relevantes: 

  1. Concesionarios y flotas. Los vehículos autónomos no están pensados (o no solo) para uso y propiedad privada sino, más bien, para convertirse en vehículos compartidos que circulen constantemente recogiendo pasajeros, gestionados a través de empresas especializadas como Uber o Car2Go o incluso de gestión de flotas. Uber y Lyft ya preparan su propia flota de coches autónomos. Los concesionarios pasarán de vender al particular a relacionarse con empresas que pongan estos automóviles a disposición del público.
  2. Talleres y recambios. Según PwC, el 50% de los costes de fabricación de los coches en 2030 corresponderá a componentes electrónicos, frente al 30% actual. Esto supone una revolución para los proveedores de componentes y amplía la competencia, dado que las tecnológicas tienen mucho que decir en la inclusión de software en los vehículos. Además, la accidentalidad en coche autónomo bajará, según los expertos, con lo que se necesitarán menos reparaciones en los talleres. Incluso, el incremento de tecnología hará posible que se realicen actualizaciones de software directamente en casa o analizar con más transparencia el estado general del coche y realizar mantenimientos preventivos antes de que una (carísima) pieza se rompa y la factura de arreglo sea mayor. Los talleres tendrán que ajustar su negocio a esta nueva realidad.
  3. Conductores profesionales. Todos los servicios de conducción profesionales se pueden ver literalmente barridos por la nueva tecnología, que abaratará y hará más eficaces el transporte por carretera (ya funcionan camiones sin conductor en Canadá o Australia) o los taxis, cuyos viajes se podrán compartir entre usuarios que sigan rutas parecidas, tal y como permite en EEUU el servicio de UberPool. También se necesitarán menos mensajeros para los servicios a domicilio, si se optimizan las rutas. La conducción autónoma permitirá mayor flexibilidad al transporte público, en rutas, zonas y horarios, mejorando la movilidad de las personas que viven en los extrarradios. Los humanos serán necesarios, sí, pero para gestionar rutas e imprevistos desde un centro de control.
  4. Seguros, sanidad y autoescuelas. Los expertos aseguran que la accidentalidad bajará gracias a la conducción autónoma, hasta en un 90%, calcula la consultora McKinsey respecto del mercado automovilístico en EEUU. Esto tendrá un impacto en las pólizas de seguros, en donde se encarecerá conducir de manera “manual” hasta el punto que algunos expertos consideran que “será un lujo conducir tu propio coche. No podremos pagar el seguro”. Y así, tener el carné de conducir y manejar tu vehículo se convertirá en un capricho, con su correspondiente impacto en las autoescuelas, que reducirán sus alumnos. Con menos accidentes, los costes de salud para los sistemas sanitarios, tanto públicos como privados, se reducirán de manera muy pronunciada.
  5. Infraestructuras urbanas y seguridad vial. Si cambia la movilidad y los vehículos se comunican tecnológicamente, la infraestructura urbana tendrá que estar pensada menos en el espacio que necesitan los vehículos para circular y más en las tecnologías de comunicación. Los vehículos podrán prever los atascos y ordenarlos, evitando que sucedan y eliminando la necesidad de grandes avenidas de muchos carriles para evacuar el tráfico porque el uso individual del vehículo se reducirá. Caerán las infracciones de tráfico y las multas pero surgirá la duda de quién pagará la sanción si hay una infracción (¿el dueño del coche? ¿El gestor de la ruta en el centro de control?). Además, la Policía tendrá que tener capacidad de detener o variar la ruta de un vehículo autónomo si es necesario. 
  6. Construcción y negocio inmobiliario. Aunque no parezca en absoluto obvio, la conducción autónoma revoluciona la manera en la que se gestiona el espacio y la edificación. Por un lado, la mejora de la movilidad revalorizará las casas en el extrarradio frente al centro de las ciudades, porque será mucho más fácil, rápido y barato moverse desde estas poblaciones. Por no hablar de todo el espacio libre que deja el hecho de que los vehículos pasen mucho menos tiempo aparcados, al ser de uso comunitarios, tanto en calles como en cuanto a garajes de los edificios, y que se puede aprovechar para nuevos usos. Además, los vehículos autónomos llevarán a sus ocupantes a la tienda o restaurante que deseen, estén donde estén aunque no se pueda aparcar, con lo que la reputación será aún más importante que la ubicación.
  7. Servicios de telecomunicaciones. La comunicación entre vehículos hace fundamental la disponibilidad de servicios de internet sin cables porque la transmisión de datos ha de ser inmediata. Junto con la necesidad de mejorar las redes de wifi, surge la obligación de protegerla, de incrementar la ciberseguridad para evitar hackeos que supongan robo de datos o incluso secuestros de vehículos o riesgo para vidas humanas.
  8.  Viajes y ocio. El nuevo cubículo, sin volantes y pedales y diseñado casi como una sala de estar, incrementará el consumo de servicios de ocio, información y entretenimiento en ruta, incrementando la capacidad e introducir publicidad en estos contenidos. Pero tendrá un impacto negativo, por ejemplo, en aerolíneas u hoteles de carretera porque los viajeros podrán dormir en sus vehículos y no tendrán necesidad de coger vuelos para poca distancia o de pernoctar en ruta.

El reto del combustible

Los vehículos autónomos consumirán más gasolina, según un estudio de la Universidad de Michigan citado por la consultora CB Insights, pero no por una conducción menos ecológica sino por un uso más intensivo del vehículo, que se preferirá, según los estudios, al transporte público. Sin embargo, en este punto es en el que las posibilidades del vehículo eléctrico aparecen con fuerza. En trayectos urbanos compartidos, las autonomías de los eléctricos son idóneas y su nula contaminación favorece los planes de las grandes ciudades para reducir las emisiones del tráfico. Los mismos desplazamientos con menos vehículos y sin contaminación supondría el cumplimiento de los objetivos de ciudades como Londres, París, México DF, Barcelona o Madrid.u La disponibilidad de puntos de recarga rápida para vehículos eléctricos es una de las cuestiones que habría que desarrollar a marchas forzadas si se quiere que los vehículos autónomos sean además enchufables. Automovilísticas como Ford, BMW, Daimler o Volkswagen trabajan de manera conjunta para instalar electrolineras en las principales autopistas europeas para tener hasta 1.000 puntos en 2018. Además, es necesario que la autonomía crezca de manera exponencial para que sea posible realizar estos viajes de largo recorrido. Ahora mismo, se está valorando colocar un punto de recarga cada 300 kilómetros aunque hay vehículos con autonomía de 500 kilómetros.

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