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Consecuencias del referéndum británico

Comienza el éxodo en la City: la EBA se marcha

París y Fráncfort serán las ciudades que se disputen la nueva sede

gente caminando por la City de Londres.
gente caminando por la City de Londres. NEIL HALL (REUTERS)
Juande Portillo

La decisión de Reino Unido de abandonar la Unión Europea ha provocado un terremoto en el epicentro financiero del país, y hasta ahora del continente, la City londinense. Instituciones y grandes entidades financieras internacionales no han tardado en anunciar que la decisión favorable al brexit y el hecho de que operar en Londres no les garantice ya abarcar todo el mercado común les llevará a trasladar sus sedes o buena parte de sus efectivos a la Europa continental.

“La actividad del sector bancario, que es la fuerza de la City, verá como gran parte de su negocio en euros se muda al resto de Europa”, expone Philippe Waechter, economista jefe de la gestora Natixis Asset Management.

“Londres debería seguir siendo un centro financiero importante, pero con el tiempo a una escala más reducida, con la potencial migración de las actividades relacionadas con el euro a las capitales financieras que permanecen en la Unión Europea, en particular Fráncfort y París”, agregan desde la agencia europea de calificación de riesgos Scope Ratings.

Un movimiento que ya ha comenzado a producirse. La Autoridad Bancaria Europea (EBA por sus siglas en inglés) ha confirmado su intención de abandonar su actual sede en Londres para establecerse en otra capital que pertenezca al mercado único, según avanzaban este lunes fuentes oficiales a la agencia Reuters.

El presidente de la institución, el italiano Andrea Enria, ya había avanzado que no tendría sentido mantener esta autoridad, y a sus 159 empleados, en un Reino Unido escindido de la Europa de los 27.

La EBA coordina la regulación de los bancos de la UE y ha tenido un papel muy activo en el reciente proceso de reestructuración del sector y en los test de estrés que han precedido a la creación de la unión bancaria.

Del lado privado, el gigante HSBC ya ha advertido que su plan de contingencia ante el triunfo del brexit pasa por desplazar un millar de sus empleados en Londres a París, y otras grandes entidades estudian actuaciones similares cuando no el traslado de sus cuarteles generales.

Después de todo, los analistas de ING recuerdan que el 75% de las entidades apostaba por la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea. Además, las dudas en el mercado sobre las operaciones de la gran banca de inversión estadounidense y europea en Reino Unido provocarán nuevas correcciones, expone Claudia Von Turk, analista de banca global en la entidad suiza Lombard Odier. Las sombras se ciernen sobre la City.

Conocida por su tamaño como “la milla cuadrada” (2,6 kilómetros cuadrados), la City londinense cuenta con 8.000 residentes y cerca de 400.000 trabajadores del sector financiero procedentes de todo el mundo que transitan diariamente por la estación de metro Bank.

Con una organización procedente del antiguo Londinium romano, el gobierno electo más antiguo del mundo y una tradición comercial centenaria, recuerda Efe, este distrito cuenta con sus propias normas y desde el siglo XIX está considerado como uno de los principales centros financieros de todo el planeta.

Debido a su enclave geográfico, sus modernas infraestructuras o las garantías judiciales que aporta el sistema británico, algunos de los mayores bancos, aseguradoras y firmas de inversión mundiales, como HSBC, Barclays, Royal Bank of Scotland (RBS), Société Générale, UBS, Fitch, Moody’s, Bank of America Merrill Lynch, Goldman Sachs o JP Morgan, han encontrado en ella un entorno favorable y competitivo que les han llevado a establecer allí sus sedes. Hasta ahora era the place to be, el sitio en el que estar, pero el divorcio con la Unión Europea ha comenzado a cambiar las tornas.

Londres es el centro neurálgico de las operaciones financieras de toda Europa. Acapara el 41% de la negociación de divisas a escala mundial, casi la mitad de las transacciones globales del mercado de derivados OTC (over the counter) y ofrece una cuarta parte de los servicios bancarios del Viejo Continente gracias, entre otras cosas, al llamado pasaporte europeo.

Una licencia comunitaria que permite a las entidades financieras operar en todo el mercado común con la autorización de un único país. Un permiso que Reino Unido está abocado a perder.

Un factor capaz de desestabilizar al sector financiero británico. BlackRock, la mayor gestora de fondos del mundo, estima que el bréxit puede suponer la destrucción de 110.000 empleos del sector financiero en Reino Unido y una pérdida de ingresos de 3.000 millones de libras anuales (3.600 millones de euros) en impuestos, dado que además se trata de algunos de los trabajadores mejor pagados del país, para su Gobierno.

Y el impacto puede ser mucho mayor en negocio. La industria financiera aporta un 12% del PIB de Reino Unido. Un enorme trozo de pastel que otras capitales europeas están dispuestas a arañar si empieza a desgajarse.

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