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TRIBUNA
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Adiós al héroe silencioso

El ministro de Ciencia español, Pedro Duque, recuerda a Michael Collins, fallecido a los 90 años

El piloto Michael Collins se ajusta el casco de su traje espacial en la sala de preparación de Cabo Kennedy, en Florida, antes de la misión Gemini 10 de la NASA, en julio de 1966.
El piloto Michael Collins se ajusta el casco de su traje espacial en la sala de preparación de Cabo Kennedy, en Florida, antes de la misión Gemini 10 de la NASA, en julio de 1966.GETTY

Michael Collins ha muerto y de los tres protagonistas del viaje más famoso de la humanidad ya solo queda Buzz Aldrin. En aquella misión del Apolo 11, Collins fue el encargado de quedarse a bordo del módulo de mando mientras sus compañeros, Armstrong y Aldrin, pisaban la Luna por primera vez. A diferencia de otros protagonistas de la carrera espacial, no le conocí personalmente y no tuve la suerte de escucharle cómo vivió aquellos días solitarios, pero, más allá del viaje que le hizo famoso, sé que era uno de los grandes. Hay muchos libros escritos por astronautas, pero Carrying the Fire, la autobiografía en la que Collins cuenta su experiencia como piloto de pruebas y tripulante de las misiones Géminis 10 y Apolo 11, es el relato que mejor explica lo que significa estar en la vanguardia de la carrera espacial.

En el libro abundan ideas propias y potentes y contiene reflexiones sobre el futuro de la exploración espacial llenas de perspicacia. En esas páginas queda reflejada una mente muy estructurada, capaz de ordenar problemas complejísimos y de estructurar el trabajo de los demás. Esta sensación me la han confirmado personas que sí le conocieron y que hablan de él como un hombre muy reflexivo, un ingeniero excelente y un gran piloto. Aunque quizá sea el menos conocido de los tres astronautas del mítico viaje, sus capacidades fueron imprescindibles para el éxito de aquella aventura en la que el arrojo de los héroes clásicos debía acompañarse con un profundo conocimiento de la ciencia y la tecnología y una gran capacidad para aplicarlas. Si de Armstrong se decía que era el héroe remiso, se puede afirmar que Collins era el héroe silencioso.

Como a casi todos los que hemos viajado al espacio, la experiencia le hizo consciente del valor incalculable de nuestro mundo

En estos tiempos en que somos cada vez más conscientes de la fragilidad de nuestro planeta y del destino que todos los humanos compartimos en su interior, quiero recordar otro de los legados de este protagonista de la carrera espacial. Mientras esperaba el retorno de sus compañeros, tomó muchas imágenes de la Luna y de nuestro planeta, pero hay una especialmente famosa. En ella, el módulo lunar asciende desde el satélite para encontrarse con el módulo de mando y al fondo, en la oscuridad, se observa emerger la Tierra. Se suele decir que en esa imagen estaban todos los humanos vivos, menos Collins. Como a casi todos los que hemos viajado al espacio, la experiencia le hizo consciente del valor incalculable de nuestro mundo y Collins lo recordaba en uno de sus últimos tuits: “Estoy seguro de que si todo el mundo pudiera ver la Tierra flotando por la ventana, todos los días serían el Día de la Tierra”.

Pero junto a la fascinación ante el momento, estoy seguro de que al mismo tiempo pensaba en la difícil maniobra que necesitaba completar para volver a encontrarse con sus compañeros. Collins escribió el documento de 117 páginas en el que se detallaban las 18 maniobras de atraque diferentes para que su módulo y el de sus compañeros se uniesen a la perfección. Aquel hombre que aunó en aquel instante el talento técnico y la emoción del viaje espacial nos ha dejado hoy. Buen viaje, Michael.

Pedro Duque es ministro Ciencia e Innovación del Gobierno de España y fue el primer astronauta de nacionalidad española.

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