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El primer cometa interestelar está hecho del material más antiguo conocido

El Borisov puede ser un vestigio intacto de hace 4.500 millones de años, según dos estudios

Una ilustración del aspecto del cometa 2I/Borisov.
Una ilustración del aspecto del cometa 2I/Borisov.ESO/M. Kormesser

En verano de 2019 llegó a nuestro sistema solar un objeto desconocido procedente de una estrella sin identificar. Era el primer cometa interestelar que se había observado hasta el momento. Nadie sabía de qué estaba hecho ni cuánto tiempo había viajado por el espacio interestelar hasta pasar como una exhalación por el cielo terrestre. Gennady Borisov, un astrónomo aficionado de Ucrania, fue el primero en observarlo.

Hasta aquel momento solo se conocía un objeto llegado de otro sistema solar: el asteroide Oumuamua, cuya estilizada forma de misil alimentó especulaciones de que era una nave espacial.

Estos raros objetos son apasionantes, pues son como una cápsula del tiempo con información de otras estrellas inalcanzables para las naves humanas y posiblemente de los planetas que hay alrededor de ellas. Nuestro Sol y los planetas que lo rodean, incluida la Tierra, viajan por la Vía Láctea a 220 kilómetros por segundo, suficiente para llegar de Madrid a Ciudad de México en 45 segundos. Durante este viaje es posible que pasemos tan cerca de otro sistema solar que un cometa o un asteroide sea absorbido por la gravedad del Sol o de uno de nuestros planetas gigantes como Júpiter o Saturno. El nuevo visitante puede quedar atrapado en su nuevo hogar para siempre o atravesarlo y salir del nuevo al espacio interestelar. Así es como piensan los astrónomos que llegaron Oumuamua y el cometa descubierto en 2019, llamado 2I/Borisov en honor a su descubridor. Es tentador pensar si viajeros como estos pueden llevar compuestos esenciales para la vida de una estrella a otra y tal vez sembrarlos en otros planetas.

Esta semana, dos equipos de astrónomos presentan los resultados de las observaciones del Borisov realizadas con dos de los telescopios más potentes de la Tierra. El primer trabajo intenta entender cuándo se formó este cometa y cómo de degradado está después de su largo viaje por el espacio. Los astrónomos apuntaron al Borisov con el Telescopio Muy Grande, un observatorio óptico en el desierto de Atacama, en Chile. Compararon las observaciones con los de otros cometas conocidos. El único que se le parece es el Halle-Bopp, descubierto en 1995 y que era tan brillante que se pudo ver a simple vista en el cielo nocturno durante 18 meses seguidos. Las observaciones mostraron que Hale-Bopp era un objeto bastante prístino, es decir, que guardaba bastante intacto el material originario del que se formó.

Este cometa “puede ser el primer objeto de este tipo totalmente prístino”
Stefano Bagnulo, astrónomo

Los resultados del estudio actual, publicados hoy en Nature Communications, apuntan a que Borisov está más intacto aún. De hecho los responsables del trabajo creen que es el cometa más puro que se haya observado nunca. Puro quiere decir antiguo, con lo que es posible que su materia prima sea polvo y gas muy similar al que existía en torno al Sol poco después de su nacimiento antes incluso de que existiesen los planetas, hace unos 4.500 millones de años.

Este cometa “puede ser el primer objeto de este tipo totalmente prístino”, explica Stefano Bagnulo, astrónomo del observatorio Armagh de Irlanda del Norte y coautor del estudio, en una nota de prensa. Los responsables del trabajo creen que desde su formación, el Borisov no ha pasado nunca lo suficientemente cerca de una estrella como para degradarse.

Bin Yang, astrónoma del Observatorio Europeo Austral, analizó el Borisov con el radiotelescopio ALMA. Sus resultados, publicados en Nature Astronomy, muestran que el cometa está hecho de partículas y guijarros de distintos tamaños que hacen pensar que es una mezcla de materiales de diferentes regiones del sistema solar donde se formó. Los investigadores especulan que posiblemente en ese sistema solar había planetas gigantes gaseosos que atrajeron al cometa con su fuerza de gravedad.

En estos momentos Borisov se encuentra a 10 unidades astronómicas de la Tierra, es decir, unos 1.400 millones de kilómetros, explica Luisa Lara, investigadora del Instituto de Astrofísica de Andalucía. “Seguirá alejándose de nosotros y eventualmente saldrá del sistema solar dentro de unos 15.000 años”, señala.

La astrónoma fue parte del equipo científico de la misión Rosetta, que demostró que los cometas tienen oxígeno y compuestos orgánicos. Esta astrofísica suele recordar que los ingredientes básicos para la vida llegaron a la Tierra desde el espacio, probablemente a bordo de cometas. En estos cuerpos se ha demostrado la presencia de glicina, un aminoácido que pudo ser uno de los primeros ladrillos para la formación de moléculas vivas como el ARN. En su opinión los dos estudios publicados hoy van en la línea de lo esperable para un cometa, pues aunque este se haya formado en otro sistema solar, es coherente que su composición sea similar a los que existen en el nuestro.

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Sobre la firma

Nuño Domínguez
Nuño Domínguez es cofundador de Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo Científico por la Universidad de Boston (EE UU). Antes de EL PAÍS trabajó en medios como Público, El Mundo, La Voz de Galicia o la Agencia Efe.

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