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Así vamos a llegar a Marte

Tres misiones de China, Emiratos Árabes y Estados Unidos se preparan para alcanzar el planeta rojo en los próximos días

Imagen del rover espacial de la NASA 'Perseverance'. / NASA
Imagen del rover espacial de la NASA 'Perseverance'. / NASA
Rafael Clemente

Solo unos pocos días cada 26 meses, la alineación de los planetas hace posible un lanzamiento hacia Marte. Por eso cuando llega la ocasión, son varias las agencias espaciales que tratan de aprovecharla para enviar sus sondas allí. Esta vez ocurrió en julio, mes en que se lanzaron nada menos que tres, cada una ondeando una bandera distinta: China, Emiratos Árabes y Estados Unidos. Europa, que también pretendía sumarse a la carrera, no pudo hacerlo por fallos de última hora en el paracaídas de su nave.

La primera en llegar, hoy 9 de febrero, será la sonda emiratí Al-Amal (“Esperanza”, en árabe). La fecha se ha ajustado para que coincida con el aniversario de la formación definitiva de federación. Su actual primer ministro, el emir Mohamed bin Rashid Al Maktoum, ha sido el gran impulsor del proyecto y, de hecho, el centro de control espacial de Dubai (el “Houston árabe”) lleva su nombre. Aparte del prestigio nacional de la operación, Al-Amal pretende ser un acicate para estimular la investigación científica en los países del Golfo.

Al-Amal es una sonda orbital. No aterrizará. Permanecerá durante al menos un año marciano (dos terrestres) dando vueltas al planeta, fotografiándolo y analizando la evolución de su clima. Se cree que hace unos 3.500 millones de años Marte era un lugar más acogedor. Tenía atmósfera y agua en forma de lagos, ríos e incluso algún océano somero. Nadie sabe qué ocurrió para que esa envoltura de gases se perdiese en el espacio y el planeta quedase convertido en un el desierto oxidado que hoy conocemos. El mecanismo por el que aún escapan pequeñas cantidades de oxígeno e hidrógeno es uno de los aspectos que investigará la esta sonda.

Justo al día siguiente llegará la sonda china, de nombre Tianwen-1 (que equivale a algo así como “Preguntas celestiales”, en referencia a un poema de tema mitológico escrito hace veinticinco siglos). Para ser el primer intento nacional de explorar Marte es un proyecto ambiciosísimo, puesto que incluye tres vehículos: un segmento orbital, un vehículo de aterrizaje y un robot móvil, similar a los que China ha enviado en dos ocasiones a la Luna.

Los vehículos árabe y chino van a concentrarse en el estudio de la meteorología y geología de Marte; ‘Perseverance’ tiene como principal objetivo localizar restos orgánicos

Ahora, Marte está a unos doscientos millones de kilómetros de nosotros. A la velocidad de la luz, las señales de radio tardan más de diez minutos en llegar hasta allí y otro tanto en volver. Es imposible, pues, dirigir el aterrizaje en tiempo real. Cuando el Tianwen largue su cápsula de descenso toda la maniobra deberá ejecutarse de forma automática, bajo control de los ordenadores de a bordo. Pero no será algo inmediato; de momento, se limitará a entrar en órbita marciana a la espera de que sus cámaras localicen el mejor lugar para posarse. Lo intentará dentro de unas semanas en la desolada llanura de Utopía, al norte del planeta.

China tiene más experiencia que nadie en aterrizajes automáticos, en los que una cámara de televisión explora el terreno buscando el lugar más apropiado para posarse. Lo ha hecho tres veces en la Luna; de ellas, una en la cara oculta utilizando un satélite de comunicaciones propio para seguir el desarrollo de la operación. Marte es un poco más difícil, pero las técnicas a emplear son en esencia las mismas.

Y una semana más tarde llegará el Perseverance, la apuesta de la NASA. En este caso no habrá entrada previa en órbita. El vehículo, protegido por un escudo térmico, se zambullirá en la atmósfera de Marte para ir a caer en lo que parece un delta fluvial fósil, en el cráter Jezero en donde en tiempos remotos hubo un lago. El nombre no corresponde a ninguna persona; significa simplemente “lago” en diversas lenguas de la antigua Yugoslavia.

Los vehículos árabe y chino van a concentrarse en el estudio de la meteorología y geología de Marte; Perseverance tiene como principal objetivo localizar restos orgánicos (compuestos de carbono) que puedan considerarse biomarcadores. El hecho de aterrizar en la desembocadura de un río primitivo aumenta las posibilidades de encontrarlos, ya que podrían haber sido arrastrados y concentrados allí desde un área mucho más extensa.

El hallazgo de vestigios de actividad biológica en Marte es muy difícil aunque no descartable. Pero incluso si los repetidos análisis en esa y otras regiones del planeta arrojaran un resultado negativo, eso tendría un valor científico: vendría a sugerir que la vida es un fenómeno mucho más escaso y raro en nuestro sistema. Habría que dirigir las pesquisas hacia lugares más remotos: Europa, Encélado o Titán, por ejemplo.

Rafael Clemente es ingeniero industrial y fue el fundador y primer director del Museu de la Ciència de Barcelona (actual CosmoCaixa). Es autor de ‘Un pequeño paso para [un] hombre’ (Libros Cúpula).

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Sobre la firma

Rafael Clemente
Es ingeniero y apasionado de la divulgación científica. Especializado en temas de astronomía y exploración del cosmos, ha tenido la suerte de vivir la carrera espacial desde los tiempos del “Sputnik”. Fue fundador del Museu de la Ciència de Barcelona (hoy CosmoCaixa) y autor de cuatro libros sobre satélites artificiales y el programa Apolo.

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