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La crisis del coronavirus
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El confinamiento funciona

La curva de muertes se empieza a comportar. Las medidas de aislamiento deben perseverar

Religiosas se asoman a las ventanas de su capilla en Santiago de Compostela.
Religiosas se asoman a las ventanas de su capilla en Santiago de Compostela.EFE/Lavandeira jr
Javier Sampedro

Seguimos sin tener ni idea de cuántos infectados por el coronavirus hay en España, ni la tendremos mientras no hagamos test serológicos a una muestra amplia de la población, porque todo indica que la mayoría de los contagiados son asintomáticos o tienen síntomas triviales, y no hemos hecho pruebas a esas personas, porque no las tenemos en la cantidad necesaria. Los 130.759 registrados este domingo por las estadísticas oficiales son con toda seguridad una subestimación garrafal. Los matemáticos y los epidemiólogos debaten si la cifra real está más cerca del medio millón o de los siete millones, pero ninguno cree que sea 130.759, por lujo de precisión que ese guarismo connote. Necesitamos test serológicos. Muchos, y aplicados con racionalidad demoscópica.

Dicho lo cual, incluso las deficientes cuentas que nos ofrecen las administraciones a diario –salvo por el inexplicable parón del fin de semana de algunas comunidades, por el que algún día los ciudadanos deberían pedir cuentas a los bellos durmientes— muestran que el confinamiento está funcionando. Si estás pisando a tope el acelerador del coche y levantas un poco el pie, el coche seguirá acelerando, pero a menor ritmo que antes. Es el significado de deceleración, o de desaceleración si nos ponemos pomposos.

De manera idéntica, las muertes siguen aumentando cada día, pero cada día se aceleran menos, es decir, aumentan menos su velocidad de ascenso. Si antes del aislamiento un portador infectaba a cuatro personas, ahora solo infecta a una o dos. Esto significa que el confinamiento está funcionando. Según un muy citado estudio del Imperial College de Londres y la Universidad de Oxford, que los ciudadanos nos hayamos quedado en casa ha evitado ya 16.000 muertes en España. Tenemos que perseverar unas semanas más, y veremos cada día más y más vidas salvadas. Sabemos que esto no basta –¡necesitamos muchos más test serológicos!—, pero nos indica que vamos en la buena dirección.

Como hoy es lunes, hay que poner al día alguna cosa, por si el lector ha estado distraído con las asombrosas secciones de deportes, que han conseguido el prodigio de emitir ocho horas al día sin tener nada que contar. Hemos aprendido que Corea del Sur está logrando mantener controlado al coronavirus sin necesidad del cierre total de la actividad productiva. Mientras un tercio de la población mundial está encerrado en casa, los coreanos se están permitiendo la chulería de salir a los bares, las heladerías y los cafés, y pese a ello exhiben unas cifras envidiables de control pandémico. Nosotros no podemos hacer eso, porque no hemos aplicado la solución de Seúl: respuesta inmediata, test a paletadas y aplicaciones móviles de rastreo de personas que han estado en contacto con focos conocidos. También sabemos que, mientras la pequeña empresa y los autónomos se hunden, los grandes productores de contenidos y servicios en línea están haciendo su agosto. Perseveremos. Toda resistencia será fútil.

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