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Barcelona plantea la plataforna marina del Zoo en el Fòrum para el Hermitage

El estudio de movilidad alerta de la saturación actual de la avenida Joan de Borbó que se agravaría con el museo

La plataforma marina del Fòrum, uno de los lugares sugeridos para el Hermitage.
La plataforma marina del Fòrum, uno de los lugares sugeridos para el Hermitage. CARLES RIBAS

Los cuatro informes pedidos por el Ayuntamiento de Barcelona para valorar la idoneidad o no de instalar el Hermitage en la Nueva Bocana del puerto de Barcelona no mostraron dudas: todos consideran que no se dan los requisitos de movilidad, urbanísticos, económicos ni culturales que necesita un centro museístico en Barcelona. Por eso, el pasado lunes el Ayuntamiento de Ada Colau aseguró que, hoy por hoy, no puede avalar el proyecto y cerró la puerta a su construcción según el proyecto presentado en 2019. Una de las ubicaciones alternativas que se apunta en uno de los informes es la plataforma marina del Zoo, junto al Fòrum.

Riesgo de seguridad, problemas de circulación, dudas de viabilidad económica y nulo proyecto cultural, más allá de una simple sala de exposiciones. Son algunas de las conclusiones, no concluyentes, más destacadas de los cuatro informes encargados por el Ayuntamiento de Barcelona y que ahora serán estudiados “con calma” por los promotores y el Puerto. Un análisis pormenorizado de ellos permite conocer mejor sus argumentos:

Dudas financieras

El informe económico parte de la premisa de la dificultad de evaluar este proyecto singular, ya que no hay referencias para hacer un análisis comparativo, incluso con otros Hermitage u otras franquicias museísticas. Destaca que detrás del proyecto existe una compleja estructura organizativa en la que la Fundación Hermitage Barcelona, sin ánimo de lucro y que vehicula las relaciones con el museo ruso, es la depositaria de las obras adquiridas y dependiente de las sociedades mercantiles que promueven el proyecto (el fondo suizo-luxemburgués Varia, 80%, y Cultural Development Barcelona, 20%) que ocupan una posición de dominio en sus órganos de gobierno. Este hecho, junto con la estrategia de reparto de dividendo, en la que no se explicita asignación alguna a favor de la Fundación, plantea a los autores del informe su difícil encaje en la definición de Museo que establece la Ley Catalana de 1990.

23 hectáreas de terreno sin uso, junto al mar

Una de las alternativas para ubicar el Hermitage es la plataforma construida hace una década para trasladar el Zoo marino, que, tras desecharse, sigue sin utilidad concreta más allá de acoger circos, la Feria de Abril o el Primavera Sound. El Ayuntamiento invirtió 30 millones para construir esta mole de 23 hectáreas con 360.000 metros cúbicos de tierra y 7.500 bloques de hormigón. Pero la plataforma, situada junto al Museo Blau, Diagonal Mar y el Centro de Convenciones tiene un problema: la gestión que realiza la empresa municipal BSM es una concesión del Ministerio de Medio Ambiente y hasta 2035 solo puede albergar un zoo marino.

Eureca!, la empresa que ha valorado el proyecto económico repasa las principales partidas de inversión, que ascenderían a 50,9 millones de euros, financiadas con recursos propios: 34 para construir el centro, cinco de canon al museo ruso, otros cinco para la arquitectura realizado por Toyo Ito y la museografía, responsabilidad de Total Museology, la empresa del fallecido Jorge Wagensberg. Según el estudio, los promotores utilizan cifras de visitantes sobrevaloradas: 800.000 el primer año, 70% turistas y 30% locales que pagarán una entrada de 15 euros, con una perspectiva de crecimiento del 5% durante los 10 años siguientes hasta superar los 1,5 millones visitantes desde 2034. La mayor parte de los ingresos vendrían por entradas, alrededor del 67%, seguidas de la venta en la tienda, 20%; restauración, 5%, librería, 3%, guías multimedia y alquiler de espacios, 2% cada uno. El consistorio no ha tenido en cuenta datos como que el Hermitage generaría “un impacto económico remarcable”, de 21 millones, en el horizonte 2024 y una ocupación cercana a los 377 puestos de trabajo.

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Pese a reconocer que desde la perspectiva del turismo el Hermitage puede contribuir a reforzar el atractivo de Barcelona en lo que más valoran los visitantes: arquitectura y cultura, destacan que “muchos opinan que esta zona de la ciudad puede estar cerca del límite de dar servicios en turismo de forma adecuada” y creen que su ubicación en otra zona serviría para redistribuir los visitantes. Esa es una de las prioridades municipales: descentralizar el turismo y sus focos de interés.

Cuatro alternativas

El informe urbanístico, que tiene en cuenta los servicios próximos y los barrios vecinos, es claro desde el principio: la propuesta de ubicación de un nuevo espacio cultural en la Nueva Bocana del puerto de Barcelona “presenta dificultades desde el punto de vista de la seguridad, accesibilidad, movilidad, espacio público, condiciones paisajísticas, sostenibilidad y relación con su entorno”. Remarca que “hay alternativas de posición en mejores condiciones” y propone y desarrolla cuatro de ellas: el Moll de Sant Bertran, cerca del World Trade Center; el Parc de la Barceloneta, sobre la plataforma construida donde se iba a trasladar el Zoo, en la zona Fòrum y en Las Tres Chimeneas de Sant Adrià.

Los autores, los arquitectos Maria Rubert de Ventós y Alex Giménez, reconocen que una colección de arte de valor incalculable necesita un espacio adecuado y “puede justificar un edificio de nueva creación” como el planteado por Toyo Ito, pero “la abundancia de patrimonio arquitectónico infrautilizado en la ciudad haría recomendable una solución mixta de nueva planta y rehabilitación”. Y concluyen que “la colección del Hermitage en Barcelona puede ser una oportunidad si los contenidos expositivos y el propio proyecto museográfico se ajustan a las necesidades la ciudad”.

Movilidad saturada

El entorno inmediato de la ubicación del Hermitage es de reciente urbanización y está bien diseñado y acondicionado, pero el problema es su acceso desde plaza Pau Vila hasta la del Mar y en el frente del paseo de Joan de Borbó que transcurre frente a dos grandes equipamientos deportivos: “se pueden generar cuellos de botella tanto para el coche privado, como para el transporte público y para los paseantes”. Es una de las conclusiones que destaca el informe de movilidad encargado a la empresa Intra. El estudio parte de las previsiones de visitantes que facilitaron sus promotores y lo pone en relación con la infraestructura viaria, la oferta de transporte y los movimientos a pie. Según los cálculos de afluencia, se parte de 600.000 visitantes el primer año (cifra diferente a la del informe económico) hasta los 1,1 millones a los 10 años, similar a la que recibe el Guggemheim de Bilbao. En base a esas cifras, el estudio calcula un máximo de afluencia de 5.272 visitantes al día que equivaldrían a 10.544 desplazamientos.

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Un volumen de movimiento que sería menor en comparación con otras actividades que podrían desarrollarse, especialmente si fuera del sector comercial, sostiene el informe que matiza: “otra cosa es el impacto negativo que podría generar la implantación de una actividad como el Hermitage que atraería principalmente turistas, en una zona castigada por la presión turística y la gentrifi-cación”.

El estudio hace un reparto modal de los visitantes: 23% a pie, 4% en bici, 33% en bus, 7% en autocar, 17% en coche particular, 4% en moto y un 7% más en taxi. El metro más cercano es el de la Barceloneta a 1,5 kilómetros y hay dos autobuses (V15 y V19) que llegan a la zona. El vehículo privado dispone de un solo carril en los dos sentidos a lo largo de todo el paseo más el carril bus. El informe afirma que la ubicación del museo supondría poner “en un espacio lineal más movilidad de todos los tipos. Analizadas una por una son asumibles pero lo que ya está pasando en el paseo de Borbó es que la combinación de todos los medios, en elevados contingentes cada uno, está creando una convivencia complicada”. Especialmente con el transporte privado en una zona que es un callejón sin salida “y que no debería aceptar más coches”. “La movilidad en coche está saturada y el Hermitage lo empeoraría”, apunta Daniel Jordi, uno de los técnicos del estudio.

Sin proyecto cultural

Josep Ramoneda firma el informe cultural que el filósofo y gestor cultural titula Barcelona no necesita el Hermitage, que no deja duda de cuál será el resultado final de su trabajo. Tras valorar el proyecto en sí mismo a partir de la documentación facilitada por los promotores en 2018 a la Autoridad Portuaria, una memoria posterior descriptiva del proyecto y “dos documentos de última hora recibidos a finales de 2019” —que incluye los títulos de varias exposiciones: la inaugural Historia del arte a través de la colección del Hermitage, Retratos del siglo XVII, Retrospectiva de Cecil Beaton y Joyas de la Corte Rusa—, asegura que “no hay un proyecto cultural”; sino “una franquicia convencional; una serie de exposiciones a partir del inmenso fondo del Hermitage sin ninguna propuesta museística singular”. Para Ramoneda, “una vez decaido el proyecto Wagensberg, hoy por hoy no hay otro proyecto que esperar a que se pueda construir el edificio”. Para él, una “franquicia de un museo no es un museo; para serlo hace falta un proyecto cultural específico capaz de definir una institución singular”.

La segunda parte del informe es un repaso —“inevitablemente subjetivo”— del marco cultural barcelonés en el que se pretende encajar el proyecto. Tras hacerlo, Ramoneda asegura que Barcelona no necesita este museo, ya que la “fuerza cultural de Barcelona depende de la capacidad de construir una singularidad, fruto de muchas cosas que se han ido acumulando y que han fertilizado esta tierra”. Para él sería un contrasentido “que las instituciones públicas contribuyan con dinero o de cualquier otra forma de ayuda privilegiada” a una iniciativa privada y mucho menos salir al rescate en un hipotético fracaso. El documento lo suscriben tres directores de museos: Pepe Serra (MNAC), Judit Carrera (CCCB) y Marko Daniel (Fundación Joan Miró).

Semana de infarto

El lunes el Ayuntamiento de Barcelona hace público el resultado de los informes que desaconsejan instalar el Hermitage en la Nova Bocana. El martes, Port de Barcelona, propietario de estos terrenos, asegura que los “estudia con calma” y desde el Ayuntamiento de Madrid que negociarán con los promotores para que el museo se instale en la capital española. Éstos, anuncian el miércoles que siguen con la intención de abrir el Hermitage en Barcelona y que “esperan la resolución formal de las administraciones para poder analizar en detalle las implicaciones”. El viernes la oposición insta al gobierno de Colau a “recapacitar” sobre su veto al museo antes de dos meses.

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