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Tras los pasos del imán de Ripoll

La investigación internacional de los atentados de Barcelona sigue el rastro de Abdelbaki Es Satty desde una aldea de Marruecos hasta una mezquita belga

Jesús García Bueno
Omar Hichamy y Younes Abouyaaqoub, en una imagen del sumario de los atentados.
Omar Hichamy y Younes Abouyaaqoub, en una imagen del sumario de los atentados.

La figura escurridiza del imán de Ripoll, el hombre enigmático y taciturno que ideó los atentados de Barcelona y Cambrils, sigue obsesionando a los investigadores. La policía ha seguido la huella borrosa de Abdelbaki Es Satty —muerto en una explosión accidental la víspera de los ataques— de sur a norte: desde una remota aldea montañosa de Marruecos, donde aún viven sus familiares, hasta la mezquita belga de Digem, donde intentó propagar su discurso radical. La investigación internacional del 17-A, que reconstruye EL PAÍS, traza las conexiones del cerebro de los atentados y de su célula de jóvenes muyahidines que causaron la muerte de 16 personas. Algunas de esas pistas, sin embargo, conducen a callejones sin salida.

Marruecos es uno de los países que han accedido a cooperar con la Audiencia Nacional. Esa colaboración permite que, cuatro meses después de los ataques, dos inspectores de los servicios de información de la Policía se desplacen hasta la región montañosa del Rif, cuna del imán. Su misión es reconstruir los últimos pasos de Es Satty y hallar nuevos datos que arrojen luz sobre los atentados. Tal vez, incluso, sobre su participación en otros ataques en suelo europeo. Existen sospechas de que el imán posee dos casas, una en Tánger y otra en Chaouen, que deben ser registradas. Pero las esperanzas se desvanecen cuando las autoridades locales afirman que no consta ninguna propiedad a su nombre.

Dos policías dieron con sus familiares y les tomaron muestras de ADN

El 11 de diciembre de 2017, los inspectores llegan a Bab Taza, localidad de 4.000 habitantes. Allí encuentran a la madre, a un hermano y a una de las hijas de Es Satty. Sus casas son “muy humildes”. Los familiares cuentan que el imán dejó de visitarles “hace más de siete años, a medida que se fue radicalizando de forma progresiva”, explicarán después los policías en sus informes. De la mujer también se separó, aunque nunca llegaron a divorciarse. Los familiares de Bab Taza aceptan someterse a las pruebas de ADN, que encajan con los restos encontrados en una chilaba que perteneció al imán y que fue encontrada entre los escombros de Alcanar (Tarragona), donde se produjo la explosión y donde falleció el 16 de agosto de 2017. La muerte del hombre que les radicalizó, que había planeado ataques con bombas en monumentos de Barcelona, obligó a los chicos de Ripoll a improvisar el atropello masivo de La Rambla.

La justicia española también ha pedido auxilio a Francia, que ha reconstruido con todo lujo de detalles el viaje relámpago de dos de los terroristas —Younes Abouyaaqoub, el conductor de la furgoneta de La Rambla, y Omar Hichamy— a París pocos días antes de la masacre. Los gendarmes se entrevistan con los recepcionistas del bed and breakfast donde se alojan, estudian su paso por los peajes, rastrean sus movimientos en torno a la Torre Eiffel y hasta analizan la compra de una cámara de fotos en Fnac.

Bélgica ha sido, sin embargo, la vía más fecunda. La Fiscalía subraya las “muchas conexiones” de la célula de Ripoll en ese país. Es Satty viajó allí entre 2015 y 2017 y ejerció como imán “a prueba” en la mezquita Youssef de Digem, muy cerca de Bruselas, en el primer trimestre de 2016. No se ganó la confianza de sus responsables y fue expulsado, pero en abril volvió a viajar a Bélgica. Los Mossos subrayan que ese desplazamiento se produjo solo tres semanas después del atentado en el aeropuerto de Zaventem, que dejó 32 muertos el 22 de marzo. En un informe apuntan que el billete fue abonado por el ciudadano belga-marroquí Abdelkarim Aaissi, de quien piden conocer su teléfono. En otro, sin embargo, señalan que quien lo abonó fue Soliman Akaychouh, el hombre que le echó de la mezquita.

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“Tenía la sensación de que la gente le vigilaba”, declaró el imán que lo expulsó

Tras los atentados, Akaychouh dijo que había rechazado a Es Satty tras comprobar que su discurso era “radical”. Los Mossos pidieron al juez examinar la declaración íntegra del religioso ante la Fiscalía belga. Allí, explicó cómo nacieron sus sospechas sobre Es Satty. “Entré en su habitación y estaba hablando por teléfono con alguien en español. Le pregunté quién era y me contestó que estaba hablando con los servicios secretos de España”, contó. La comunidad le pidió un certificado de buena conducta para poder seguir al frente de la oración. Es Satty, que había cumplido condena en España por tráfico de drogas, dijo que iría a España a buscarlo. Pero volvió sin él y Akaychouh perdió la paciencia. Es Satty le comunicó entonces que se marchaba a dirigir una mezquita “cerca de Barcelona” (la de Ripoll). “Aquí no estaba a gusto: tenía la sensación de que todo el mundo lo vigilaba, mientras que en España te dejan en paz”, declaró el religioso.

Ahí se pierde el rastro del imán en la mezquita, aunque otros miembros de la célula siguieron viajando a Bélgica. Como Mohamed Hichamy, uno de los terroristas, que alquiló una habitación para tres personas en un hotel de Bruselas en diciembre de 2016. En febrero del año siguiente, Mohamed Houli viajó a Amberes. Regresó a Barcelona al día siguiente.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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