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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Y el metro de Gran Vía, empantanado

Con lo bonita que está toda la Gran Vía y lo fea que nos tiene Garrido Montera. Ains...

La estación de metro de Gran Vía, cerrada.
La estación de metro de Gran Vía, cerrada.N. C.

Sigo sin entender lo de las obras empantanadas del metro de Gran Vía. Me mosquea porque es la estación de mi barrio y llevo desde abril de 2018 sin poder utilizarla. No me cuesta esperar cuando sé lo que espero, pero no sé nada y quiero saber qué diablos pasa. Me dijeron que para abril de 2019 ya estaría todo listo, pero estamos en noviembre y solo tenemos un consejero de Transportes y Movilidad que no sabe ni a tocino. Garrido ni explica ni entiende ni aclara. Cuando se le pregunta si falta mucho, sus respuestas se mueven entre la evasiva del tipo "pregunte usted a Patrimonio" y la inconcreta de "espero que las obras se terminen en 2020". Ya. Y yo sigo esperando dejar de esperar.

Ni entendí por qué la señora rubia que se inventaba másteres y mangaba cremas nos metió en el berenjenal, ni comprendo ahora dónde está la exagerada importancia de unos restos de hace cien años y que resulta que han aparecido por sorpresa pese a que se sabía que estaban ahí.

Lo que hay en el subsuelo de la explanada donde la calle Montera se une con la Gran Vía se conoce desde el mismo momento en que se construyó hace cien años. Ahí estaba y está el viejo hueco del ascensor por donde se bajaba a la vieja estación de Gran Vía entrando por el famoso templete del arquitecto Antonio Palacios; ahí estaba y está el viejo vestíbulo con muros de cemento desconchado y cuajado de escombros... Ahí estaba y está todo lo que todos sabían que estaba. Son instalaciones de antes de ayer, sin azulejería histórica ni cerrajería de filigrana.

La asociación que defiende el patrimonio de Madrid y la supuesta importancia de estos restos avisó en 2017 de lo inoportuno de esas obras que decidió emprender doña Cifuentes. Pese a que se conocía la existencia de esos viejos túneles, ese viejo hueco de ascensor y ese viejo vestíbulo, la Comunidad de Madrid sacó las obras a concurso para luego frenarlas en seco con la excusa del ¿inesperado? hallazgo de unas viejas instalaciones que ya se sabía que estaban ahí desde hace exactamente 100 añitos.

Como el partido que gobierna esta Comunidad y este Ayuntamiento ya nos ha dado suficientes pruebas de sus trinques y sus corruptelas, empiezo a pensar mal y a preguntarme si no estaría todo calculado para que ocurriera lo que ha ocurrido. El presupuesto previsto empezó siendo 3,7 millones de euros, seis meses después ya habíamos superado los siete millones y, un año más tarde, nadie responde exactamente por dónde van las cuentas.

Los madrileños desinformados y sin interés en informarse siguen creyendo que el dinero público que emplea la Comunidad brota como una seta. Verás cuando se enteren de que pagan ellos. De que pagamos todos.

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