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Un ‘Turandot’ tecnológico para los 20 años del nuevo Liceo

Los efectos visuales dominan el montaje de la ópera de Puccini

Uno de los ensayos previos al estreno del 'Turandot' de Puccini en el Liceo.
Uno de los ensayos previos al estreno del 'Turandot' de Puccini en el Liceo. Liceo

Veinte años después de su reinauguración, el Gran Teatro del Liceo, que tras el incendio levantó de nuevo el telón el 7 de octubre de 1999 con un montaje de Turandot firmado por Núria Espert, vuelve a programar la última e inacabada ópera de Giacomo Puccini para conmemorar los 20 años de vida del nuevo Liceo. El uso de tecnologías de vanguardia es la gran baza de una nueva producción, con efectos visuales espectaculares, dirigida musicalmente por Josep Pons y escénicamente por el videocreador Franc Aleu, colaborador habitual de La Fura dels Baus. El montaje podrá verse del 7 al 25 de octubre.

Una escenografía en movimiento de Carles Berga, el uso de cobots —robots colaboradores de Universal Robots—, tecnología 3D, luces led controladas por wifi. Así se dibuja la moderna identidad teatral que busca hacer suya el Liceo bajo la dirección artística de Víctor García de Gomar. Una propuesta high-tech de la genial ópera de Puccini llena de metáforas visuales que inundarán el escenario de colores, texturas y videocreaciones.

En su debú como director de escena, Franc Aleu cuenta con la colaboración de Susana Gómez como codirectora en la dirección de actores. Frente a los convencionalisnos del género, no reprime ni un ápice su portentosa fantasía visual y muestra ideas propias sobre el carácter de los personajes.

Estética de videjuego

J. P. S.

"La estética de videojuego es clara, pero mantiene la historia", comenta Iréne Theorin, que apenas se ha repuesto aún al ver su cara en todas partes como imagen promocional de la temporada del 20 aniversario. "Me pasan muchas cosas nuevas en esta producción; es la primera vez que llevo un vestuario sobre el que se proyectan imágenes, es todo muy excitante y espectacular".

Josep Pons, director musical del montaje, subraya la fascinante personalidad de Puccini y el universo sonoro de Turandot. "Puccini no sigue ninguna corriente musical, sino que crea un espacio propio, dentro de los márgenes de la tonalidad, con una riqueza melódica y una belleza armónica exuberante, pero con un cambio de rumbo del verismo hacia el simbolismo", explica el director musical del teatro.

“Al acercarte a Turandot encuentras un argumento absurdo, con amores locos en una historia malvada en la que una princesa preserva su amor y su futuro mientras cortan la cabeza a sus pretendientes”, explica Aleu. “Yo veo a Turandot como una esclava de su condición social, obligada a perpetuar su estirpe, y toda su acción es una autodefensa. Liù, en cambio, actúa por su propia voluntad; ella es una esclava, pero actúa como mujer libre, mientras que Turandot es más esclava de su destino y de la sociedad que la rodea”.

Aleu juega con el cambio de época —de la China tradicional del libreto de Adami y Simoni— a la China de hoy “como reflejo de la actual sociedad multinacional y el mundo de la realidad virtual, del que nadie podrá huir”, explica el videocreador. “Calaf se enamora de Turandot al ponerse unas gafas virtuales, cae hechizado y, en un mundo de plenas contradicciones, veo a Calaf como un valiente que, de forma clara, dice no a las imposiciones del poder”.

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Pero lo más curioso —probablemente levantará polémicas— es su visión de la transformación de “la princesa de hielo” Turandot por amor. “Acabará descubriendo el amor, sí, pero no en Calaf sino en la bondad y la entrega total de Liù, capaz de morir por amor”, anticipa el director del montaje, aunque prefiere no desvelar cómo resuelve ese final para mantener el efecto sorpresa. “Pero que nadie se asuste”, bromea Aleu, “por encima de las tonterías del director de escena, primero está la música, la dramaturgia y las voces”.

Una gran pirámide preside el espacio escénico, que representa el poder, el trono del emperador, que también es la prisión de oro en que vive Turandot. Una estructura giratoria con seis bloques de escaleras y coronadas por dos brazos robóticos —en la rueda de prensa mostraron en acción uno de estos prodigios tecnológicos a escala reducida— sirven para crear una alegoría del poder y su morbosa intromisión en la vida privada de los otros. “Un mundo creado para atraparnos como a moscas y crearnos una adicción irresistible que, en el caso de Calaf, es el amor irrefrenable por Turandot”, asegura Aleu.

Para disfrutar la fuerza vocal pucciniana, el Liceo propone dos grandes repartos —todo un dream team, asegura García de Gomar— encabezados por las sopranos Iréne Theorin y Lise Lindstrom en el papel titular, los tenores Jorge de León y Gregory Kunde (Calaf), las también sopranos Ermonela Jaho y Anita Hartig (Liù) y los bajos Alexander Vinogradov y Ante Jerkunica (Timur). El barítono Toni Marsol y los tenores Francisco Vas y Mikeldi Atxalandabaso asumen los papeles de Ping, Pang y Pong y completan el reparto el tenor Chris Merrit (Altoum) y el barítono Michael Borth (mandarín).

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