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“Nunca sería capaz de quitarle la vida a nadie”

La auxiliar de enfermería de Alcalá de Henares acusada de asesinar a dos pacientes e intentarlo con un tercero niega cualquier implicación en las muertes

F. Javier Barroso

La auxiliar de enfermería del hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares (Madrid), Beatriz L. D., de 39 años, no ha parado de llorar y de negar con la cabeza mientras se leían los escritos de acusación por los que se sienta desde hoy en el banquillo de los encausados. Esta profesional se enfrenta a la petición de prisión permanente revisable, o subsidiariamente de 40 años de prisión, como supuesta autora de dos asesinatos al matar dos ancianas en la unidad de Medicina Interna y de un tercero en grado de tentativa. La acusada se ha venido abajo a las preguntas de un abogado de las tres acusaciones particulares: "No sé por qué llevo un año y nueve meses en la cárcel por algo que no he hecho. Yo tengo la conciencia tranquila y el corazón muy limpio".

Beatriz fue detenida por los agentes de Homicidios a principios de agosto de 2017, tras morir una paciente de 86 años ingresada en la habitación 528 del hospital Príncipe de Asturias, pese a que había tenido una clara mejoría y estaba a punto de recibir el alta. Una prueba diagnóstica por imagen reveló que había sufrido una embolia gaseosa, al introducirse de manera masiva aire en sus venas. Después se descubrió que otra enferma, de 92 años, murió en similares circunstancias la mañana del 29 de julio de 2015. La supuesta tentativa de asesinato se produjo en 2013, según las acusaciones, pero en ese caso se pudo revertir.

La acusada, vestida con una chaqueta negra y con pantalones grises, llevaba el pelo recogido. Visiblemente afectada durante la lectura de las calificaciones, su forma de actuar ha cambiado cuando se ha sentado en la silla de interrogatorios. En algunas ocasiones, se ha mostrado altiva, rozando casi la soberbia. Ha negado en todo momento ser la autora de la inyección de aire que costó la vida a la paciente Consuelo D., fallecida el 2 de agosto de 2017. Ha afirmado que la primera vez que entró en la habitación 528 vio que estaba roncando y que pensó que estaba durmiendo. Después le puso el termómetro y al rato comprobó que tenía 38,8 grados, por lo que avisó de que tenía fiebre y se encontraba mal a la enfermera. Esta fue la que se dio cuenta de que estaba en parada cardiorrespiratoria. 

Al poco subieron los médicos internistas y después los intensivistas, que fueron los que certificaron la muerte de la paciente al hacerle un electrocardiograma. "Yo me quedé limpiándola la cara y le quité la vía del gotero, por la que sangró. Si realmente hubiera tenido ese aire que la mató, no habría sangrado", ha afirmado. "Fui yo la que avisé a la enfermera y la que llamó a los médicos", ha añadido.

Beatriz D. ha rechazado que entrara en la habitación de Laura M. la paciente que murió en 2017. "Cuando gritaron parada, me dirigí a la habitación, pero ni siquiera logré entrar porque ya había mucha gente. Luego nos enteramos por terceros de que la habían hecho un TAC [prueba de diagnóstico por imagen], lo que no sentó muy bien a las personas que estaban encargadas de esas habitaciones", ha resumido.

La declarante, que ha durado cerca de una hora, se ha venido abajo cuando el abogado José Luis Sanz, que representa al hermano de Consuelo D., le ha preguntado si los asesinatos de los mayores tuvieron que ver con la muerte de su abuela. "He padecido con algunas muertes. Soy persona, pero de ahí a decidir por tristeza o por pena o para que no sufran, hay mucho. Eso corresponde a los médicos y los familiares. Nunca sería capaz de quitarle la vida a nadie", ha confesado. 

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Eso sí, a renglón seguido, se ha echado a llorar: "Sufrí mucho con la muerte de mi abuela, que fue la que me crió porque mis padres tenían que trabajar. La dijeron que duraría seis meses y duró 13 años, por eso me veo incapaz de quitar la vida a nadie y más que se me acuse de eso. Me dejé la piel en el hospital y estuve haciendo muchas veces compañía a enfermos a los que sus familiares solo iban a verles una vez al día. No soy una asesina", ha remarcado mientras no dejaba de llorar. 

"No he pedido nunca nada ni he robado. Que quede claro. Llevo mucho tiempo sufriendo y todavía me siguen llamando asesina sin serlo", ha concluido, mientras ha dejado claro que a lo largo del juicio se sabrá la identidad de una mujer "alta, delgada, esbelta y con coleta" que entra minutos antes en la habitación 528.

El juicio, que se celebra por el procedimiento del jurado en la Sección 3ª de la Audiencia Provincial de Madrid, durará otras tres jornadas. Mañana está previsto que testifiquen los médicos y compañeros de la detenida.

“Si queda en libertad, alguien tendrá que explicar todo esto”

La presidenta de la Asociación El Defensor del Paciente, Carmen Flores, ha criticado a la salida de la primera sesión del juicio que solo se pusieran dos cámaras por parte de la policía y del juzgado de Alcalá de Henares y que a través de ellas no se pueda ver el interior de las habitaciones y que las imágenes no tengan casi resolución.

Flores ha recordado que el primer caso por el que se juzga a Beatriz D. se remonta a 2013, por lo que se deberían haber tomado medidas ya desde entonces. "Quizás se libre porque alguien no supo poner una cámara en el lugar adecuado. Si eso ocurre, alguien tendrá que explicar todo esto", ha señalado la presidenta de la asociación. Esta ha rechazado que la acusada se haya presentado como "un ángel de la guarda" y de que nunca había hecho nada.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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