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Botellas de plástico que acaban en lámparas artesanales

Grupos étnicos de los cinco continentes participan en el proyecto creado en Madrid

Aurora Intxausti
El diseñador Alvaro Catalán de Ocón, en su estudio de Carabanchel (Madrid) rodeado de lámparas PETLamp.
El diseñador Alvaro Catalán de Ocón, en su estudio de Carabanchel (Madrid) rodeado de lámparas PETLamp.KIKE PARA

Desde un estudio de Carabanchel, zona en la que se están instalando una generación de artistas, han logrado unir los cinco continentes con plástico desechado y artesanos de diferentes lugares del mundo. El equipo de Álvaro Catalán de Ocón (Madrid, 1975) trabaja, entre otras creaciones, diseñando unas lámparas que resultan especiales tanto por su elaboración como por el proyecto que hay detrás de ellas. Parten de una botella de plástico, de litro y medio, recogida en la basura por pequeños artesanos de cestería que tejen en Tailandia, Colombia, Chile, Etiopía, Australia y Japón. La sencillez y la belleza de las lámparas han cautivado a miles de ciudadanos hasta llegar a los hogares europeos, americanos o australianos, se han introducido en centros de exposiciones, hoteles con estrellas o grandes compañías del textil.

¿Cómo surge la idea de utilizar las botellas de plástico?

El punto de partida está en el removedor de bambú empleado en la ceremonia japonesa del té. Ambos están hechos de un único material y de una sola pieza. Tiene una superficie plana sobre la que poder tejer. Esa mezcla de elemento industrial y artesanal siempre me ha interesado y es una constante en mi trabajo.

¿Qué pretenden lograr?

Como artistas hemos hecho una reflexión sobre la validez del objeto a largo plazo y que no se convierta en algo obsoleto de forma inmediata. La botella la hemos transformado en un producto coherente, funcional y apetecible para el mercado.

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Hemos conseguido darle una segunda vida a esa gran invento del siglo XX, el plástico. Con nosotros pasa de botella a lámpara de techo. El tapón nos permite fijar los componentes eléctricos y la pantalla. El cuello es la estructura y el cuerpo la superficie sobre la que el artesano teje la trama. El número que figura en la botella nos da información sobre el proceso industrial —embotellamiento y mercado— y por el tejido sabemos de dónde procede por las fibras, los colores y los tejidos.

¿Por qué recuperar la cestería?

Las cestas todavía se siguen haciendo a mano siendo uno de las artesanías más antiguas del mundo. A nosotros nos ha permitido crear un método de trabajo repleto de alusiones antropológicas. En el proyecto PET Lamp cada serie de lámparas lleva las técnicas de artesanía, la tradición de cada cultura que ha participado en el mismo.

¿Cuántos tipos están utilizando?

La cestería en espiral la emplean etíopes y mapuches chilenos que se sirven de hierbas y juncos. El trenzado es utilizado por artesanos colombianos que emplean materiales anchos como las hojas de palmera y yuca. El bobinado lo hacen los aborígenes de Australia que usan raíces y cortezas de árbol. Las lámparas de los artesanos chilenos de la región de Chimbarongo son de mimbre y tablilla y utilizan materiales como juncos, cañas y hojas de roble, fresno y sauce. Y en Tailandia, emplean el bambú para crear una forma que se asemeja a la flor del cerezo español. En ese país para tejer una lámpara intervienen tres artesanos: el primero calibra el ancho y el grosor de las varillas para lograr un marco de base hexagonal; el segundo teje el tradicional diseño pikul con láminas de bambú de colores y el tercero fija este con ratán para lograr la forma deseada.

¿Cuántas personas participan en este proyecto?

Una docena en el estudio de Madrid, ACdo, y más de 70 artesanos repartidos en Colombia —25 a 30, dependiendo de la oferta—, Etiopía —10 personas—, Chile — 12— y Tailandia —de 25 a 30—. Son trabajos continuados lo que les permite tener una economía segura y una calidad de vida mejor de la que tenían antes de formar parte de PET Lamp. Llevamos creadas cerca de 15.000 lámparas y la colección sigue reinventándose.

¿Se venden solas o en conjunto?

Dependen mucho del cliente. Se puede elegir desde la unidad a un entramado de varias lámparas. Lo que es evidente es que ninguna es igual a otra y los sistemas de tejido son distintos dependiendo en qué continente se haya elaborado. Una de ellas, de grandes dimensiones, se encuentra colgada en la National Gallery de Victoria y está creada por las tejedoras aborígenes de una zona de Australia conocida como Arnhem Land.

Entrelazando vínculos

Las distintas culturas que participan en el proyecto aportan elementos interesantes y poco conocidos. En cada continente se teje con un único elemento en común, la botella de plástico, pero cada lámpara es distinta a la otra y combinadas da la sensación de que existe un diálogo común entre los cinco.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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